La Historia nos da oportunidades que, muchas veces, dejamos escapar como un tren al que vemos partir desde un andén y no sabremos nunca cómo habría sido el viaje que no hicimos. Lo mismo sucede con las grandes polémicas que se abren en una sociedad. La discusión acerca del racismo de Cocorí es una oportunidad para visualizar nuestra historia y nuestras historias personales de otra forma.
Las premisas son peligrosas si consideramos que nuestra premisa es la única y la verdadera. Ese es un callejón sin salida y, posiblemente, lleve al abismo o a la ignorancia que es casi lo mismo. En la lectura del arte y la literatura no puede haber una única premisa; en la realidad tampoco, pero dejemos esa complejidad para otro momento.
Cocorí es tan racista como lo quieran leer algunas personas, porque hay una interacción entre el texto y sus lectores, por lo cual estos le hallarán trazos de racismo hasta en la sopa “negra”. Por otra parte, es real que la niña blanca es portadora de la belleza y que, simbólicamente, puede haber trazos de un colonialismo, como lo apuntó Quince Duncan hace unos años, en el hecho de que lleva la belleza y, además, compara al niño con un monito. Pero, no olvidemos, por favor, nuestra historia, a Otilio Ulate, un ex presidente y periodista, le decían el Mono. Eso sucedía en la misma década en que Joaquín Gutiérrez escribió el libro. Así es que, en la Costa Rica de la década del 40, comparar a alguien con un mono no era necesariamente racismo sino reproducción de un esquema de belleza eurocéntrico, que podía incluir el racismo, pero no lo definía.
Quiero preguntar a quienes acusan de racismo a Cocorí: ¿Cuántos escritores latinoamericanos, de esa década o actualmente, conciben a un personaje niño afrodescendiente protagonista de una novela? ¿Cuántos de esos personajes niños afrodescendientes formulan una pregunta existencial como eje de la acción? El personaje Cocorí lleva el itinerario del héroe cuya travesía es decisoria para su vida, pero, en su caso, no es el héroe aventurero y audaz por mandato de una autoridad – rey, reina, padre o madre-. Cocorí, el personaje, indaga por sí mismo, no es un personaje pasivo e inactivo. Por el contrario, no se queda inmóvil y estático esperando que la respuesta le llegue del cielo o de un dios que le resuelva la existencia. Él indaga, investiga, busca y formula preguntas; a su manera, establece una estrategia para resolver la incógnita. Por otra parte, la respuesta no se la da un blanco meseteño, se la otorga un sabio de su misma etnia. ¿No es un personaje inteligente, audaz, intrépido e inquieto intelectualmente? ¿Es racista concebir a un personaje infantil afrodescendiente con esas cualidades cognitivas? ¿En la sociedad de 1940, adultocéntrica y racista, no era una ruptura?
Recordemos que en esa misma década de 1940, existía una ley imaginaria, según la cual los “negros” no podían pasar de Turrialba. Cocorí, como personaje, traspasó esa frontera imaginaria y ha andado por el mundo.
Por último, quiero destacar la oportunidad histórica. El Tribunal de la Santa Inquisición quemó y prohibió libros para instaurar el reino de la intolerancia y la ignorancia. Todos y todas llevamos sus huellas, sus cenizas o, en el peor de los casos, sus modelos dentro de nuestro propio imaginario. La Meseta Central de Costa Rica se definió a sí misma como europea, blanca y superior con respecto al resto del territorio y eliminó la inteligencia, la sensibilidad, el aporte y la cultura de ese resto del país.
¿Eliminar del sistema educativo una obra por racista no es instaurar un Tribunal pero en sentido inverso? ¿Por qué no dejamos, con una lectura crítica y creativa, que los estudiantes decidan si es o no racista? Esconder nuestro racismo no hará más que perpetuarlo. Ya es hora de que el sistema educativo costarricense enfrente el análisis de una identidad estructurada por el colonialismo, el neocolonialismo, el racismo, la explotación económica, el patriarcado, el adultocentrismo y demás asimetrías que perpetúan la opresión de unos seres humanos sobre otros y otras.
Si Cocorí es racista, pues emprendamos desde la literatura una autocrítica como sociedad y busquemos al igual que el personaje infantil la respuesta a la pregunta: ¿Cómo podemos dejar de ser racistas? No creo que nadie tenga una respuesta. Creo que la debemos construir colectivamente y puede empezar en las aulas para que los niños y las niñas construyan esos senderos imaginarios. Quizás, entonces, empecemos a construir una nueva narración histórica y literaria.
Yo nací en una sociedad machista, racista, explotadora, autoritaria, ignorante de la historia, capitalista, neocolonial, anticomunista y homofóbica; todas esas categorías no eran simplemente palabras, eran modelos mentales, con cada modelo mental venían creencias, actitudes, formas de leer y pensar las relaciones interpersonales, el barrio, la aldea y el mundo. El futuro me va a acusar por reproducir todos o esos modelos que me fueron impuestos, pero quienes me acusarán, ¿estarán conscientes y transformando sus propios modelos?
Descartar a un escritor o a un artista por reproducir esos modelos implica desconocer la complejidad del mundo en que vivimos. La única salida es el diálogo; de monólogos la humanidad ya está harta porque conducen a las injusticias y a los genocidios.
¡Permitamos que la infancia costarricense dialogue con nuestras historias literarias y no literarias!
Isabel Ducca D.
¿Cuándo veremos esa genial obra y a ese pícaro pilluelo en el cine? ¡Ese bribón creado por Gutiérrez es adorable!
Esto lo que está creando es una comunidad de llorones que solo para mariquear por sus derechos y estar claveando de que no les estén hiriendo su amor propio por cualquier pinche cochinada. Su fanatismo es tal, que ahora hasta se recienten porque «Mamá amasa la masa» en Paco y Lola o por el negrillo de la historia de Cocorí, como que si no fueran libros nuestros que todos los verdaderos costarricenses estudiamos en nuestros años escolares. Véase pore ejemplo a estos grupúsculos del feminismo y el movimiento gay solo sirven para estar echando a perder las bases de la sociedad. Esa ideología de la «igualdad» lo que ha hecho es no solo quitarle femineidad a las mujeres sinó que las ha engatuzado con la idiotez de que ellas son igual al hombre: FALSO!!!! Eso no es cierto y nunca lo será!!! Por eso son dos géneros diferentes con su rol definido. El cuenttito de la igualdad a como les conviene lo que está provocando es que las mujeres se queden solas y ningún hombre sensato quiera tocarlas ni con un palo, se han vuelto competidoras del hombre y eso sólo les va a traer problemas en el futuro, por cuanto es la naturaleza de la realidad que esta deviene en altos y bajos, y llegará el día en que la sociedad volverá a un estado en que la diferenciación de géneros será necesaria. cuando eso suceda, poco podrán hacer las mujercitas con su feminismo absurdo de ventajas con el hombre, porque van a requerir la ayuda de este y no la van a tener, porque se están comprando enemigos en este otro género
Y a las viejas gordas de pelo corto entusiastas del feminismo que cual paquitas del barrio esparcen su doctrina perversa desde los claustros universitarios y otros recintos similares, un consejito: si realmente su inteŕes por la mujer va más allá de algo más que el sexual, tengan la decencia de no estar regando su veneno entre las juventudes y las mujeres en general. Se están paseando no solo en el hombre, sinó también en las mujeres y en los niños.
Ok mestizillo…
Gracias, muchas gracias por su análisis basado en la perspectiva literaria! Estoy convencida que las editoriales extranjeras descubrieron en esa obra todo lo que usted ha señalado ypor eso ha sido publicada en otros idiomas! Concuerdo plenamente con su enfoque y me identifico con el párrafo antepenultimo , el haber nacido en un país que no estudia su historia, las razones habrá que buscarlas en el inconsciente colectivo,Cargamos muchas malformaciones no físicas sino de pensamiento? Y cuando creemos que es necesario evolucionar, cambiar de opnioón o simplemente discrepar con un argumento racional diferente nos encontramos con un muro de concreto que lanza improperios solo por pensar de una manera diferente. Cada vez somos mas intolerantes.
La felicito por su artículo tan coherente y el análisis literario tan necesario para que muchas personas vean más allá que el color de la piel!
Excelente artículo. Lástima que no pueda ser leído por todas las personas que actualmente están perdiendo su tiempo en necedades.
Excelente artículo…miren…Cocorí es racista? Lean la novela «el rey de los Cangrejos» de Emilio Salgari…para que vean lo que es en realidad una novela racista…se asustarán..Cocorí no tiene nada de racista a la par…
Wow, solo… wow!!! Y dicen que en CR no hay racismo, pero solo hay que ver algunos comentarios y posturas en esta página para darse cuenta de lo contrario. Muchos no entienden las diferentes formas que toma el racismo.
Este artículo (y comentarios adjuntos), aunque cuenta con puntos válidos, es interesante para los que ven desde afuera la situación, pero triste para los que lo viven en su propia piel, donde literaturas como Cocorí llegaron a formar parte de su formación como persona y consecuentemente, de su autoestima. Por qué? Porque fue una literatura que se le dio a NIÑOS, niños que en su momento se veian reflejados en estos libros; niños que no podían tomar una postura crítica de un adulto para saber qué aspectos no debían ser un reflejo de quienes son o debían ser; niños que no tenian el contexto histórico de que ser llamado «mono» era algo bueno (de acuerdo con la perspectiva del autor, la cual no comparto).
Yo fui una de esas niñas que creció con esta literatura, y aunque en su momento me encantó, me tomó muchos años comprender el impacto que había tenido en mí y en mi generación… algunos más sutiles que otros. No se debe de tomar a la ligera el impacto que tiene la literatura en las mentes de las personas, especialmente aquellas en etapa de formación que no tienen un pensamiento crítico ni el contexto para procesarlo adecuadamente. No se trata de censurar, pero de dárselo al público adecuado.