miércoles 11, diciembre 2024
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EL Gobierno PAC- Solís y la falaz personalización de sus fallas y desaciertos

Columna “Pensamiento Crítico”

Introducción

Si observamos la forma de trabajo y los resultados totales de la gestión del Gobierno PAC-Solís (en adelante el GPS) al cabo de su primer año en Zapote, lo primero que resalta son las múltiples contradicciones, incoherencias y fallas de integración del gabinete; ello, producto de una quimera de la cual se partió para formarlo improvisada y apresuradamente: la “Falacia de la Combinación” o de la “Composición”.

Ya en la anterior columna dijimos que esa primera falacia consistió en pretender que bastaba con agrupar un conjunto de personas muy calificadas, un elenco de estrellas académicas, profesionales, técnicas, empresariales, etc. para despegar con un gabinete de gran calibre y vuelo político inteligente. Lo demás, lo mejor y grandioso en materia de buena gobernanza, vendría por añadidura. Por este enfoque incorrecto en que incurrió a finales de abril del 2014, el presidente LGS ha tenido que pagar un elevado costo político cuando se hizo patente que había ensayado una fórmula fallida que vició todo lo que sobrevino después.

La metida de pata derivó de proceder como si, por el mero hecho de reclutar y sentar juntas a las susodichas luminarias, fuera a surgir de ello por pura generación espontánea un equipo de trabajo tan ejemplar como podríamos esperarlo por una simple sumatoria del valor de cada currículo exhibido tanto por ministros y viceministros como por directivos, presidentes ejecutivos y gerentes de instituciones autónomas.

De nuevo se repite la falacia

De acuerdo a lo acaecido durante este mes de abril, cuando la crisis de conducción gubernamental llegó a su máximo nivel en medio de varios escándalos por fallas en la gestión de importantes jerarcas –incluido el ministro de la Presidencia-, el presidente LGS se apresta en el momento a hacer cambios de personas en su gabinete y posiblemente en los mandos superiores de algunas instituciones autónomas. Hará el anuncio en su discurso de rendición de cuentas el próximo 8 de mayo ante el Congreso.

Todo nos indica, pues, que el mandatario tiene la gran esperanza de que una vez remozado el gabinete, solucionará todos o la mayoría de los graves problemas de gobernanza acumulados en y alrededor de Zapote. A todas luces resurge allí por segunda vez una vana ilusión derivada de la misma “Falacia de la Combinación” con que tropezó en su primer año de gestión. O sea, la errónea creencia de que un gabinete reparado no le va a fallar esta vez por el hecho de que ahora sí acertará. Ya que habrá un nuevo cuadro de personas al frente (que incluye la novedad de un ministro de Comunicación con un grupo asesor de lujo), la suma de cuyos sobresalientes atestados y altas calificaciones académicas, técnicas, empresariales, etc. le garantizará la tabla de salvación que necesita para nadar en las embravecidas corrientes y tormentas del sistema político que conforman el Estado, los partidos, los medios de comunicación y los grupos de presión e interés. ¡Menuda tarea!

Ilusionado piensa así de nuevo nuestro presidente que los contrariedades en gestión de su gobierno no brotarán esta vez de la conducta y forma de ser de las personas destacadas que lo van a rodear de ahora en adelante; que las cosas de a bordo se le van a arreglar con la nueva tripulación; que ahora sí podrá por fin definir el rumbo de la nave gubernamental, comunicarse apropiadamente con la opinión pública y la ciudadanía rompiendo el “acoso mediático”; y realizar por fin el Gran Cambio prometido. Además, presupone que con el nuevo equipo queda garantizado que habrá trabajo coordinado, mejorará la relación con la prensa, y él podrá proyectar su liderazgo sobre el resto de la administración y, si las cosas le salen como espera, también al resto del sistema político.

Así, en estos instantes, el presidente LGS va de cabeza otra vez a ser víctima del mismo autoengaño. Y la historia conocida seguramente se repetirá, a no ser que- como veremos – logre ampliar su visión del estado las cosas; específicamente acerca de las verdaderas causas y factores que acompañan la crisis, no sólo del gobierno sino de la totalidad del sistema político, un elemento crucial el cual queda fuera de cámara. Estamos seguros de que errar otra vez por esta estrechez de mira, lo conducirá a iguales o mayores grados de extravío en su gestión, de desorden operativo y frustración en los meses que vienen. En otras palabras, el cambio deseado para ser efectivo debe ir mucho más allá del pequeño círculo íntimo y de la esfera de las relaciones con las figuras que dominan las fracciones parlamentarias, los grupos de presión empresariales, y los medios de la comunicación masiva que no le darán tregua.

Otra grave presunción o falacia se añade a la anterior

Al reducir impropiamente el enfoque del cuadro de situación que enfrenta, LGS y quienes como él piensan en su alrededor, imaginan que el problema de la ingobernabilidad e inestabilidad crecientes del sistema político depende de las inteligencias y voluntades de los actores que integran las cúpulas de los tres Poderes Públicos y los partidos políticos, particularmente de las jefaturas de fracción. La clave se supone que radica en la buena voluntad que ellos y ellas tengan para dialogar y cambiar su forma de conducta actual en materia de toma de decisiones a fin de que éstas se den coordinadamente y sean viables.

 Llamaremos a esta lamentable confusión y forma de engañarse la “Falacia por Analogía  Indebida”, la cual se asemeja mucho a la anterior “Falacia de la Combinación”.

La falacia se desprende de figurarse que una situación o problema proveniente de un macro-sistema objetivo e impersonal – como es en esencia el del gobierno y su funcionamiento -, se puede resolver con solo modificar la conducta y la toma de decisiones de un pequeño grupo de personas que componen el gabinete y las cúpulas de otros poderes públicos y partidos. No se toma en cuenta que el gobierno es solo una parte de un macro-sistema político no variará que no variará con solo cambiar las personas que lo gestionan por más capaces que sean.

Las estructuras no son una simple colección de individuos

En Sociología y demás Ciencias Sociales sabemos bien que el funcionamiento de los grandes macro-sistemas (sociales, económicos, políticos, etc.) se produce en un nivel de realidad muy distinto al del microcosmos donde se mueven los jerarcas y dirigentes políticos como individuos concretos en su accionar cotidiano. Si esto no se tiene claro, se cae en una confusión de niveles de análisis y de acción basada en falsas analogías, al predicarse que “A es como B”, tratando de entender y explicar una cosa (situación y cambio de un sistema) en función de otra (situación y cambio de personas concretas) que poco o nada tiene que ver con el asunto.

Porque, insistimos, una cosa es el accionar de los jerarcas superiores de la Administración Pública y jefes de partido con sus personalidades, intereses e idiosincrasias particulares, y otra cosa muy distinta es cómo funciona y cómo puede transformarse todo un vasto y complejo suprasistema impersonal; en este caso, el tipo de régimen político vigente en el cual los individuos están inmersos y que los limita y hasta maniata en su accionar dentro de las posiciones o status que allí ocupan por elección o nombramiento burocrático.

Lo anterior significa, ni más ni menos, que hay una estructura administrativa, jurídico-normativa, burocrática  jerárquica con dinámica propia ajena y por encima de los actores individuales, a quienes rodea, domina, sanciona y constriñe, acompañada y reforzada siempre y en todo lugar  por procesos de amplio espectro y larga duración que ésta regula. A eso llamaba Max Weber el clásico sociólogo alemán “la caja de hierro” de la moderna sociedad capitalista. Y respecto de ambos –estructura y procesos- ningún cambio posible se producirá solamente porque se circulen los titulares de los puestos. Tampoco  porque ellos  se propongan modificar uno a uno sus comportamientos, en una serie casi interminable de acciones y reacciones puramente individuales, al menos en el corto plazo.

Tal vez sí se logren transformaciones fuertes de ese rígido sistema en el largo plazo, pero siempre y cuando concurran factores y fuerzas sociopolíticas poderosas de amplio formato, sobre las cuales nadie en particular tiene control, ni siquiera los integrantes de grupos conspirativos – como muchos lo creen recurriendo  otra falacia: la famosa “Teoría Conspirativa de la Historia”- tampoco élites dictatoriales y militares actuando por sí solas, sin extenso y enérgico apoyo de masas.

Por tanto, en el enfoque de la cúpula ejecutiva del GPS se confunden lo macro y lo micro-sistémico, lo objetivo-sociopolítico y lo subjetivo-psicológico, lo impersonal y lo personal. ¡Vaya mejunje y manera de estar desubicada!

Las consecuencias directas de la falacia

La anterior concepción implica, en consecuencia, el creer que los problemas de gestión del GPS proceden de la incapacidad para tomar decisiones de las personas (todas o algunas) que hasta hoy conforman el  gabinete, incluyendo a los presidentes, gerentes y directivos de las instituciones autónomas; y que, por ende, tales problemas junto a otros retos emergentes los resolverá LGS colocando allí a otras ilustres figuras quizás con mejores atestados que muchos de los ungidos al inicio de la administración.

Se pretende así hacer “borrón y cuenta nueva”, lo mismo que abstracción de otros factores que son los auténticos determinantes de la crisis gubernamental. Nos referimos a los de mayor peso y envergadura que se alojan en bóvedas superiores de la realidad circundante; específicamente en la estructura y funcionamiento del sistema  político vigente qua sistema maltrecho de poder, que los sujeta e impone límites objetivos a su gestión. En la medida en que se supone alegremente que tales restricciones de orden estructural-sistémico no existen, o no son importantes, será imposible acertar en el esfuerzo por modificar la fallida gestión práctica de gobierno y buscar una exitosa hoja de ruta alterna.

Veremos la semana entrante, lo que obvia esa miope visión, generada por la mezcla fatal de las dos falacias: “Falacia de la Combinación” y la “Falacia de la Analogía Indebida”, y cómo ambas arrastran al GPS a una grave desubicación política de la cual, por cierto no quedan exentos muchos otros actores destacados que son del frente opositor.

(* ) José Luis Vega Carballo es Catedrático de Sociología Política de la UCR

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