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  1. El crecimiento ilimitado es la fantasía erótica de los economistas economicistas, esos que idolatran al capital y su “dios”, el mercado. Como consecuencia de esta visión, el producto interno bruto (PIB), que supuestamente mide la riqueza de las naciones, pues este concepto de riqueza es totalmente un convencionalismo a conveniencia de unos pocos, se ha convertido en el macro-indicador más poderoso y obsesivo de nuestros tiempos. Sin tomar conciencia de ello, el crecimiento económico oculta su pobreza, y es que la fórmula, producción + venta de mercancías= ganancias, dentro de la matriz crecimiento ilimitado conlleva necesariamente, a una explotación CRECIENTE Y DE ACELAERACIÓN EXPONENCIAL de materia que encontramos en forma de naturaleza y la convertimos en recursos naturales al transformarla en insumos para la producción de mercancías que luego se consumen (venden). Este ciclo creciente ya llegó a traspasar los límites reproductivos del planeta en un 60%, provocando un creciente y acelerado proceso de desequilibración del gran sistema ecológico planetario terrestre. .Crecimiento económico es el ,principio rector del capital y su base, el mercado.

  2. La paradoja de Jevons (o efecto rebote), http://lalogicadelcaracol.blogspot.com.es/2008/09/la-paradoja-de-jevons-o-efecto-rebote.html. ((Hoy voy a aprovechar mi blog para explicaros un concepto que, aunque ampliamente manejado por los que abogamos por producir, consumir, distribuir y desechar de un modo más limitado y consciente, es habitualmente ignorado por aquellos adalides de ese oxímoron dulcemente adjetivado que es el desarrollo sostenible. No niego la mayor: la ciencia ha avanzado una barbaridad en los últimos tiempos, hasta el punto de crearse una dicotomía reduccionista y empobrecedora entre quienes creen a pies juntillas en los progresos y descubrimientos de esta y quienes profesan su fé en algún demiurgo creador, se llame éste como se llame (Allah, Buda, Dios…). Creacionistas vs Darwinistas. Recientemente ha cobrado protagonismo una vez más con el tan cacareado acelerador de partículas, que ha provocado tantas adhesiones como detracciones. Sea como fuere, la ciencia, la tecnología, ha realizado avances cuantitativos que nos han procurado ventajas notorias en nuestro día a día, que nos han facilitado la vida. Así, por ejemplo, el ascendor permite a quien se encuentra impedido para caminar, acceder a lugares que serían impensables si obviáramos su existencia o internet nos posibilita el acceso a un universo valiosísimo e inabarcable de información con un sólo «click» de ratón. Sin embargo, el economista William Stanley Jevons observó empíricamente como un descubrimiento fundamental para el actual modelo de desarrollo como la máquina de vapor de James Watt mejoraba cualitativamente la eficiencia con respecto a los modelos primigenios de esta (esto es, que cada máquina empleaba menos carbón para producir una unidad de energía) y, pese a ello, el consumo neto del recurso aumentaba puesto que la cantidad de máquinas fabricadas se incrementaba paulatinamente, lo que le condujo a afirmar que, «a medida que el perfeccionamiento tecnológico aumenta la eficiencia con la que se usa un recurso, lo más probable es que aumente el consumo de dicho recurso». Es decir que aunque ahora dispongamos de bombillas de bajo consumo, «eco»vehículos, «stand by» en los televisores o realicemos operaciones con dinero virtual sin movilizar aparentemente los recursos; el consumo neto de estos aumenta puesto que descargamos nuestra responsabilidad en los gadjets y su innata capacidad para consumir menos energía y recursos. Es decir si, pongamos por caso, un utilitario consume menos petróleo, este hecho nos permite ahorrar en combustible, lo cual repercute en que a la larga nos podamos hacer con aquella motocicleta que tanto anhelábamos, con lo que ahora el gasto es doble: necesitamos alimentar al ciclomotor y al vehículo inicial y para ello cabe emplear bastante más combustible del que hacíamos uso en un principio. A esta contradicción de consumo se le llama la «paradoja de Jevons» o «efecto rebote» y desmonta ese ansia de los desarrollistas (o desarrollo-sostenibilistas) por enarbolar la desmaterialización (la producción sin consumo de materiales) como solución preferente a los conflictos económico-ambientales)).

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