viernes 6, diciembre 2024
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¿Por qué no votaré por un partido político cantonal?

«La unión nos hace tan fuertes como débiles la desunión», Esopo.

 «Uno de los grandes errores de la austeridad extrema es que reduce el potencial de crecimiento económico» Joseph  Stigler, Premio Nobel de Economía.

Si bien es cierto hubo una época en que me sedujo la inquietud de participar en un partido de esta naturaleza, hoy, gracias al estudio objetivo de nuestra realidad nacional, regional y mundial, he terminado por descartar esta idea y, más bien, recomendar la no participación en estas organizaciones políticas.

Veamos brevemente cuáles son las razones que me movieron a este cambio radical, las que plantearé no en orden de importancia, pues todas lo son, sino libremente:

Hoy más que nunca, como lo he expuesto en muchas ocasiones, se nos hace incuestionable la necesidad de que nuestro Soberano Pueblo se una monolítica, consciente y dinámicamente para la defensa, fortalecimiento y ampliación de sus legítimos derechos que, durante los últimos años, le han sido sistemática e impunemente arrebatados por su acérrima enemiga la cúpula patronal burguesa, nacional e internacional y sus oportunistas aliados. Hoy, descaradamente, mediante los más populares medios de comunicación -que pertenecen a esas argollas- y particularmente en sus noticieros y programas «formadores de opinión», la mayoría de los diputados y liderzuelos pertenecientes a los partidos políticos vigentes, instrumentos de esas élites, se dedican constantemente a tildar de abusos cuasi criminales los legítimos derechos de las y los trabajadores como son salarios justos, vacaciones, aguinaldos, anualidades, ascensos por méritos, convenciones colectivos y, en general, todos los derechos laborales vigentes en nuestro ordenamiento jurídico, los convenios internacionales ratificados por nuestra nación y los sagrados Derechos Humanos en su diferentes generaciones. Como la criminal represión sindical por parte de los empresarios privados, libremente alcahueteada por los gobiernos cómplices que ellos nos han impuesto siempre, ha sido tan efectiva, solamente las y los empleados públicos han podido, a costa por cierto de sufrir también diferentes clases de maltratos y discriminaciones, hacer valer sus derechos laborales, pero hoy, envalentonada por la homicida y ecocida oleada neoliberal que ha sacudido al mundo, la patronal represiva y sus secuaces dentro y fuera de nuestros últimos gobiernos neoliberales, ha decidido arrasar por completo con las conquistas sindicales del sector laboral público -mal ejemplo según ellos,  para el privado- y alcanzar el vil propósito de convertir a todas y todos los trabajadores nacionales en ciervos neomedievales. Por eso se hace fundamental la presencia creciente y la acción enérgica de un partido a nivel nacional que sea un resuelto defensor integral de nuestro sector laboral, auténtico motor de nuestra liberación y redención popular, esto es imposible de ser realizado por un partido miopemente cantonal.

Los restantes grandes problemas generales que hoy azotan a nuestro Pueblo -ecológicos, sociales, económicos, políticos, culturales, espirituales, etc.- sobrepasan también sobradamente los límites de nuestros cantones e, incluso, de nuestras regiones y deben por lo tanto ser también resueltos a escala nacional. Veamos, a modo de ejemplo, algunos casos concretos: protección del recurso hídrico que, dada la interrelación de nuestras diversas regiones, debe ser abordado, para tener éxito, de manera unificada para todo el, país; lo mismo sucede con Salud pues, por citar solamente la situación de nuestra CCSS, su crisis se resuelve nacionalmente o los problemas en nuestros hospitales, clínicas, EBAIS, etc., solamente podrán ser paliados por épocas tan cortas que sufriremos constantemente el calvario que hoy padecemos como usuarios. La especulación económica con productos de primera necesidad debe ser detenida radicalmente por un gobierno probo con mandato nacional; la corrupción política vigente llena de mentiras que nos cuestan muchos recursos de todo tipo, únicamente la puede desterrar de nuestra Patria un movimiento cívico, político y ético con total cobertura sobre nuestra Nación; el bajísimo nivel cultural en el que sobrevivimos y que nos ha reducido a la telenovela, el opiofútbol, la crónica roja de nuestros pseudo noticieros y a una concepción del país y del mundo tan fantasiosa que nos han hecho creer que somos el país más feliz del Planeta, solo podrá desmontarse con una revolución cultural a nivel de Costa Rica siendo en igual escala las transformaciones que debemos hacer a nivel religioso en el que, hoy día, la mayoría de nuestra comunidad nacional es presa de los mercaderes, manipuladores y enajenadores que, en nombre de Dios nos tiene viviendo, como decía Jorge Debravo, «atados al palo de los rezos» y, agrego, casi totalmente domesticados como mansos y mensos corderos.

Nos es vital entender con claridad que hoy se ciernen sobre nuestras cabezas como letales espadas de Damocles, también amenazas globales de carácter ecológico -polución ambiental, cambio climático, destrucción de grandes áreas de protección de flora y fauna, etc.-; de carácter económico -neoliberalismo homicida y ecocida-; carrera armamentista hacia el cataclismo final nuclear; pretensión por parte de los EEUU -autoerigidos como policías y mentores del mundo sin la más mínima autoridad moral- y sus cómplices en particular la Unión Europea, de volver a colonizar y, peor aún, esclavizar al resto de los países del mundo y, la no menos preocupante, violación descarada de las grandes compañías transnacionales capitalistas, de todo los códigos ambientales, laborales éticos, etc., que solamente pueden ser detenidas y eliminadas mediante la unión de todas las diversas nacionalidades unificadas en cada país por verdaderos partidos estratégicamente claros en su actitud  por la irrestricta defensa de la Humanidad y la Naturaleza.

Ideológicamente predominan en nuestro mundo contemporáneo dos concepciones fundamentales: por un lado tenemos la exterminadora de nuestra especie y de la madre Naturaleza y que yo llamo globalización capitalista, que se caracteriza por su obsesiva pretensión de constituir nuestro planeta en un feudo o, peor aún, en plaza macabra de esclavitud absoluta en la que la especie humana y su entorno son transformadas en simples materias primas que a su vez son convertidas en recursos pecuniarios con los que su dueña, una pequeñísima argolla neoliberal, satisfacerá sus más extravagantes y letales antojos hasta su consumación y exterminio, momento en que esa élite, según sus más alocados proyectos -para los que, entre otros, mi infumable Frankilin Chang contribuirá con su ya mítico y fraudulento motor de plasma- viajarán a un nuevo planeta a reiniciar el proyecto agotado en la Tierra. Esta apocalíptica concepción, impera hoy en la clase capitalista que maneja los EEUU y Europa Occidental y que extiende sus tentáculos, gracias a la complicidad de sus títeres gobernantes, por ejemplo en México, Colombia, Chile, Perú, Costa Rica, etc. y, concretamente está en la esencia de la Alianza  Neoliberal y, por ende, anti derechos populares, que tomó, a partir del primero de mayo de este 2015, el Directorio de nuestra Asamblea Legislativa. Por otro lado y en contraste absoluto, en nuestro mundo existe la concepción -con la que yo me identifico plenamente- que denomino Globalización Humanista que, diametralmente opuesta a la anterior que esclaviza a la Humanidad y la Naturaleza bajo la égida maléfica de una argolla criminal y corrupta, busca convertir al planeta en la sede de una auténtica cooperativa ecologista y solidaria, conformada por los diversos países que, libremente -recordar el principio fundamental cooperativo de «ingreso libre y retiro voluntario»- y, respetando esencialmente la idiosincrasia de cada nación -costumbres, tradiciones, formas de gobierno, etc.-, unen sus esfuerzos y recursos para alcanzar comunitariamente cada día mayores niveles de auténtico desarrollo colectivo, con profundo respeto por el ambiente y hacia el logro del bienestar integral en justicia y dignidad para todas y todos.

Estos propósitos solamente los pueden lograr en su totalidad partidos políticos de escala nacional, unidos ideológicamente -realmente socialistas, humanistas y ecologistas- como producto por parte de sus afiliados y, en particular de su dirigencia, de adecuados y profundos estudios en ciencias políticas, entendidas como análisis riguroso y con visión enciclopédica y, por ende holística, de la realidad integral de nuestro mundo, nuestro continente y nuestro país. En este sentido vale destacar como fundamental el papel que debe cumplir, para con todos sus integrantes, un partido político responsable y serio, de educador y forjador de auténticos ciudadanos analíticos, críticos, creativos, humanistas, ecologistas y solidarios, capaces de construir esa nueva comunidad nacional e internacional amante y practicante de la justicia, la fraternidad, el mutualismo cooperativo y protectora de la naturaleza como hogar de la sagrada vida.

Desgraciadamente quienes integran los partidos cantonales, salvo raras excepciones, generalmente carecen de esta imprescindible cultura política y, lo peor, como me correspondió oírlo en boca de una dirigente de de estas entidades, se jactan de «no saber nada de política» y se otorgan este analfabetismo político como una ventaja pues, según su miope visión, no están maleados por la política confundiendo, como es evidente, a las ciencia política con la prostitución de la mismas que me permito llamar politiquería.

Vale aclarar finalmente, eso sí, que yo no tendré problemas en votar por una coalición o alianza cantonal de partidos aunque sinceramente creo que, conforme valla aumentando nuestra educación y conciencia sociopolítica sobre nuestra realidad nacional e internacional, iremos entendiendo que solamente nos quedan, como lo indiqué supra, dos opciones reales respecto a las cuales escoger: la fatídica Globalización Neoliberal Capitalista y la vital Globalización Humanista, por lo que sus manifestaciones en el campo de la política electoral, se irán haciendo tan evidentes que pronto solamente existirán dos partidos; el capitalista cuya esencia, disimulada apenas por hipócritas coberturas reformistas -socialdemócratas, socialcristianas, pseudocristianas, libertarias, etc.- es, en última instancia, la de aniquilarnos como especie con todo y ambiente y, la auténtica socialista, colectivista, solidaria con el Ser Humano y la Naturaleza, que evolucionará en comunismo original. cuyo magno propósito es el de instaurar en nuestro planeta la auténtica patria de seres humanos conviviendo en justicia, integral bienestar, paz y en fecunda, respetuosa y feliz relación dialéctica con la Pachamama

«Será siempre mala para la izquierda, una elección en la que no se explique qué sucede en escala mundial, qué repercusiones tendrán esos hechos en el país, el lazo entre las luchas locales y la resistencia antiimperialista en otros lugares del continente y la necesidad y posibilidad de romper los lazos de dependencia y explotación construyendo una fuerza alternativa anticapitalista». Guillermo Almeya.

(*) Luis Ángel Salazar Oses es profesor de Filosofía, Universidad de Costa Rica

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3 COMENTARIOS

  1. Asumimos ,profesor que debe Ud estar en contra de la asignacion del 10 % del presupuesto a las municipalidades,o para eso si tienen capacidad los municipes?
    El problema de los derechos laborales a defender son los de una minoria,no mayor al 15 %, que debemos sufragar el 85 % de los empleados que a traves de nuestros impuestos pagamos esas delicias laborales,que ni los pagadores tenemos.El pueblo es la mayoria , y «el pueblo unido jamas sera vencido.»

  2. Arriba el gran partido político nacional y el gran programa nacional (humanista, socialista, ecologista) del gran partido político nacional unido ideológicamente (seguro que por una misma ideología). Si el Sr. F. Chang es infumable, me parece que también lo es esta frondosa colección de adjetivos.

  3. Quería enterarme de las razones del autor para no apoyar partidos cantonales y me quedé con las ganas de saberlo, solo aportó una serie de ideas inconexas y una dialéctica poco convincente y añeja.

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