Es cierto que los ricos no quieren pagar impuestos. Es cierto que mucho de los impuestos que se recaudan se ha destinado a favorecer a esos mismos ricos y otra parte ha sido un botín para los gobiernos y su círculo de poder. También es cierto que, en gran parte, quienes han llegado a la administración pública han abusado de esta y la han vuelto ineficiente.
Pero, precisamente, el análisis de las causas de todas esas certidumbres debe llevar al movimiento popular a apoyar sin reticencias reformas legales para frenar el fraude fiscal y para establecer impuestos más altos a la renta y a la riqueza. Y si esta es también la agenda del Gobierno, en eso el movimiento popular debe apoyarlo y prestarle su fuerza y su músculo.
Tres son los factores que intervienen en los procesos de producción: la fuerza de trabajo, el capital y la sociedad como un todo, representada por el Estado; esos tres factores deben ser debidamente retribuidos. Las empresas, públicas y privadas, no funcionan en una burbuja, pues requieren carreteras, seguridad, tribunales, educación formal y técnica y lugares de esparcimiento para su personal, apoyo político, protección del ambiente, estabilidad social y política. Todo eso aporta –repetimos- a los procesos de producción, pero tiene un costo el cual debe ser debidamente retribuido. Los impuestos no son, por tanto, una exacción sino que son un pago a un factor de producción muy importante.
El hecho de que el Estado no cuente con recursos sanos para desarrollar la infraestructura, financiar la educación y la salud, proteger el ambiente e impulsar la investigación científica y tecnológica, conduce a los países a mantenerse en el subdesarrollo y a tener que soportar tasas de explotación internacional que le llevan a la miseria de sus habitantes. Por eso hemos dicho en editoriales anteriores: EL DÉFrenteFICIT FISCAL SE CONVIERTE EN DÉFICIT SOCIAL, y siempre son los sectores más pobres lo más perjudicados.
Estudios no rebatidos demuestran que la distribución del ingreso y de la riqueza en Costa Rica se encuentra en franco deterioro. El 5% más rico se queda con más del 40 % de la producción nueva anualmente producida (PIB) y consecuentemente la riqueza se concentra de manera acelerada en pocas familias. Este dato es indicador de que la desigualdad social se sigue profundizando.
También está claro que mientras en los países más desarrollados la tasa de impuestos sobre el PIB ronda el 40%, en el nuestro a duras penas llega a un 10%. Por eso, oponerse a un incremento del impuesto sobre la renta y a la ley contra el fraude fiscal es ponerse del lado de los grandes evasores, fortalecer la inequidad social, amarrarnos más al subdesarrollo y debilitar aún más la democracia. Quienes gobiernan insisten en descargar sobre el pueblo el problema del déficit fiscal, convirtiendo el impuesto de ventas en IVA e incrementándolo sustancialmente, pero “ni a palos” ponen en primer lugar la aplicación de la renta global o mundial.
Por otra parte, el desprestigio de los partidos políticos tradicionales es apenas un adelanto de lo que podría llegar a convertirse en una profunda crisis política. Por eso hemos dicho en editoriales anteriores que: LA PRINCIPAL REFORMA DEMOCRÁTICA DEL PAÍS EN LA ACTUALIDAD ES UNA REFORMA TRIBUTARIA. Pero pareciera que esta no es la agenda de los partidos políticos.
Por eso el movimiento popular debe convertirse en la vanguardia en la lucha por la reforma fiscal necesaria e integral. Para ello debe construir su propia propuesta y exigir a la vez que el producto de esta se destine como prioridad a la inversión social en campos como educación, salud, vivienda infraestructura pública, investigación en ciencia y tecnología.
Esta tarea debe hacerla el movimiento popular con o sin el Gobierno, con una clara comprensión de que en la llamada “Alianza opositora” (que no es otra cosa más que la reedición de los malhadados acuerdos del PLN y del PUSC, con la sola salvedad de que ahora el vocero de ambos partidos es ni más ni menos que el eterno candidato de la extrema derecha) y a su alrededor se han aglutinado los sectores más peligrosos de la reacción.
De la unidad franca del movimiento popular por el incremento al impuesto sobre la renta y contra el fraude fiscal solo puede salir un ganador: EL PUEBLO COSTARRICENSE.
Pronunciamiento del Frente de Acción Unitaria (FAU)
Firma: Juan Félix Montero
¿Cómo pueden los diputados negarse a evitar el fraude fiscal y sancionarlo como corresponde? Si no sabíamos que eran los peores evasores del país, con esa posición se han desnudado y ya sabemos o que son.