Por Isabel Saco, Ginebra, 9 jun (EFE).- El presidente de Costa Rica, Luis Guillermo Solís, reconoció que es una señal preocupante que todos los dirigentes de la FIFA detenidos recientemente por cargos de corrupción en Suiza hayan sido de instancias latinoamericanas y caribeñas de fútbol, incluido uno de su país.
«Dudo mucho que esto haya sido una conspiración latinoamericana, pero me parece que no deja de ser preocupante que un número tan importante de dirigentes de fútbol (de la región) estén acusados de cargos tan serios», dijo Solís en una entrevista con Efe en la que abordó el fenómeno de la corrupción.
En la etapa intermedia de una gira por Europa, el mandatario se reunió hoy con los jefes de distintas agencias especializadas de la ONU antes de viajar a Bruselas, donde participará en la Cumbre de la Comunidad de Estados Latinoamericanos y Caribeños con la Unión Europea.
Sobre el gran escándalo de corrupción que envuelve a la FIFA y que ha llevado a la detención del presidente de la Federación Costarricense de Fútbol (Fedefutbol), Eduardo Li, Solís consideró «legítimo y normal» que Estados Unidos haya sacado a la luz este caso.
«Las propias instancias esconden muchas veces el polvo bajo la alfombra y se requiere de un tercer actor para levantarlas y mirar lo que está debajo. Es legítimo y normal que cualquier Estado tenga esa posibilidad», subrayó.
Preguntado sobre si considera que Suiza debe aprobar la extradición de los dirigentes futbolísticos, opinó que «es inevitable que ocurra» si todas las condiciones están reunidas, «si hubiese una orden de captura internacional, refrendada por un gobierno y tramitada a través de Interpol».
«Dependerá de los cargos que se aporten, porque aquí no hay diferencia con un caso interno, hay que aplicar la presunción de inocencia como primer principio», recordó a ese respecto.
El mandatario admitió que esto afecta la imagen de su país porque a pesar de que el caso no involucra ni a la selección ni a los jugadores, sí afecta al liderazgo del deporte más popular en Costa Rica.
Convencido de que la «perpetuación en el poder» de los líderes de un país o de una institución es un factor de corrupción, Solís repitió que dentro de tres años -cuando concluya su mandato presidencial de cuatro- dejará el poder y volverá a dictar cátedra.
El presidente costarricense mencionó el clientelismo como otra cara de la corrupción y un mal del que también su país ha sufrido, por lo que consideró que el único modelo positivo en la región es Uruguay, «donde es un fenómeno menos conocido».
Sobre las controversias que mantiene Costa Rica con la vecina Nicaragua, el mandatario reconoció que «hay una frialdad» que afecta a Centroamérica debido a esta situación.
Sin embargo, destacó que «tener tres contenciosos en un tribunal de justicia internacional es muy ejemplar» como alternativa «a recurrir a los balazos».
Por lo que sí mostró preocupación fue por «la compra de equipo (bélico) sofisticado por parte de Nicaragua, que si bien no parece reflejar una hipótesis de conflicto con Costa Rica, si podría tenerlo con Colombia, y nosotros vamos a ser el pato de la fiesta», señaló.
Consideró asimismo que la adquisición de tal armamento, de fabricación rusa, no se justifica y que, como problema añadido, «introduce a un actor geopolítico que no tiene razón para ubicarse en esta zona del mundo con este propósito».
«Consideramos que esa compra, de efectuarse, dañaría gravemente los acuerdos centroamericanos de control de armamento y me parecería sumamente grave que esto ocurriese», insistió.
En una conferencia de prensa horas antes, el presidente de Costa Rica rechazó la idea de que la legalización de los estupefacientes sea la solución al fracaso de las estrategias de represión del narcotráfico.
«No creo que la legalización de la droga sea capaz de resolver un problema que ha adquirido una naturaleza estructural en muchas partes de América Latina y del mundo», opinó.
«Si la militarización del combate de la droga ha sido un fracaso, no lo es la obligación de los Estados de seguir luchando contra los carteles de la droga y sus actividades asociadas, como el tráfico de personas y de armas», agregó.
Solís recordó que «los desafíos que emergen del narcotráfico deben ser entendidos más y más en un sentido económico, aunque en algunos países tienen ribetes políticos de primera magnitud». EFE