Inglés, la lengua “global”, de la academia, la industria y los negocios (English as a Global Language).
Inglés, la lengua “frankensteinia” (Lingua franca or lingua frankensteinia? English in European integration and globalization).
Inglés, la lengua para la defraudación. (The Fraud of the Global English-Teaching Industry).
Inglés, para lo que usted desee, ha sido convertido en un lucrativo negocio empacado en distintos instrumentos de dudosa calidad, presentados como científicos, pero que resultaron ser más bien un placebo.
Dentro del lucrativo negocio no pueden faltar los libros de texto en general, que han obedecido más a las políticas económicas del Banco Mundial (BM), que al mejoramiento de la educación:
“En los 90, en lugar de promover inversiones para formar maestros y pagarles buenos salarios, propusieron invertir en textos escolares, que es más barato. Fueron años de gran negocio para las editoriales.
Si antes se vio el texto escolar como un abaratador de los costos de tener que formar y pagar buenos docentes, ahora la red informática, la educación a distancia y los campus virtuales pondrían estar a disposición de todos los mejores docentes y conocimientos. ¿Para qué seguir formando profesores, si podemos tener a los mejores a través de la red?, se preguntan en el BM”. (José Luis Coraggio, ex Rector de la Universidad de General Sarmiento, en “Los riesgosos planes del Banco Mundial para la educación”).
En inglés –como en muchas otras áreas- los libros de texto son el centro de cualquier curso, a tal grado que, tanto los estudiantes como los docentes dependen en extremo de ese instrumento, especialmente en el paradigma instruccionista y conductista en educación. La texto dependencia es una constante.
La fórmula básica de lo que llaman un “buen curso” es: buen profesor + buen libro de texto + buen estudiante. Es decir, en buena teoría, el docente es una persona que conoce a cabalidad los contenidos de un libro de texto que son transmitidos al estudiante dedicado, para que este logre alcanzar los objetivos planteados en el curso.
En inglés, el supuesto es que al completar todos los textos, los estudiantes ya se comunican en esa lengua… satisfaciendo así unos parámetros dentro del Marco Común Europeo de Referencia (MCER) que son confundidos con los de International Association of Teachers of English as a Foreign Language (Iatefl), pruebas estandarizadas, certificaciones, y cualquier otro infundado más.
Pero partamos acá del siguiente escenario: el profesor es un excelente profesional, el estudiante es una persona dedicada y encuentra el idioma sencillo de aprender. Además, cuenta con los “mejores” textos del mercado… Termina el curso completo, le dicen que alcanzó el “nivel” “C1” del MCER, o el “avanzado” del Iatefl, realiza una prueba estandarizada comercial y obtiene una buena “nota” con la que le “certifican” su “nivel”. En el proceso pagó mucho dinero… aún así no se comunica, o bien, al hablar, “suena” como los diálogos en el texto y, si ocurre alguna variación del diálogo en la comunicación e interacción real, auténtica, de la vida diaria, se pierde (algo muy similar a algunos operadores de los centros de contacto o “call centers”: deben seguir un “script”, un guión, y si se les pregunta por algo fuera de ese guión, todos los principios del “servicio al cliente” caen…).
Si todas las condiciones eran favorables, ¿qué pudo haber sucedido? ¿“Por qué no aprendo”? ¿“Por qué no me comunico”? ¿“Por qué me paralizo ante un simple ‘hi’ luego de años de estar en cursos”? ¿“Por qué si cumplí con todos los “requisitos”: curso de inglés “de las partes al todo” (gramática prescriptiva verbal o escrita, de receta, que justifica los “niveles” del curso que a la vez tienen como base o eje principal el índice de los libros de texto que replican el MCER o el Iatefl), no puedo hablar”?
Dentro de las causas, observemos lo que sucede con el eje principal del curso: los libros de texto que obedecen a cada uno de los “niveles” con lo que lo convencen de que “este sí es un curso serio”, “acreditado”, “son textos muy buenos”, “validados por nuestros expertos, profesores como mucha experiencia”, “¡ahora sí va a aprender!”, “escritos por afamados y reconocidos autores”…
Usted, de buena fe, va y compra los libros de texto “recomendados”, curso tras curso, y empieza a observar que en algún lugar de su casa se va formando una variopinta “colección” de publicaciones. Se toma el tiempo para ordenarlos, y nota que, por ejemplo, todos los del “nivel básico” inician con “alphabet”, “to be”, “to be going to”, “pronouns”, “auxiliaries”, envueltos en actividades ficticias del diario vivir… una paramnesia de reconocimiento, un “dejà vu en distintos formatos coloridos, con audio y vídeo incluidos…
Un criterio científicamente fundado para seguir comprendiendo la diversidad de causas del por qué la gran mayoría de personas no aprende una lengua tan sencilla como lo es el inglés, a pesar de contar con los “mejores textos”, eje esencial de cualquier curso, lo ofrece el profesor James McCrostie, de Daito Bunka University, Japón, en “English Textbooks by Ghosts” (Libros de texto para inglés escritos por fantasmas) (2009).
En su artículo, publicado en la revista científica de “The Japan Association For Language Teaching”, JALT, McCrostie dice:
“Los fantasmas acechan nuestras aulas de inglés. Prácticamente todas las grandes casas editoriales utilizan escritores fantasma para producir al menos una parte de los muchos libros de texto en inglés. Al igual que los espíritus que cambian de forma, la escritura fantasma toma muchas formas. A veces un nombre famoso en la portada reemplaza el nombre del autor real, que podría recibir algún tipo de reconocimiento en las páginas internas… Nombres famosos también son colocados de forma destacada en las portadas de los libros, incluso cuando sólo trabajaron como editores o asesores”.
“Una práctica común. Las principales casas editoriales parecen aprovechar al máximo el uso de los escritores fantasmas para la publicación de libros de texto multinivel. Las grandes empresas de las que hallé evidencias de haber publicado libros de texto para inglés escritos por autores fantasma incluyen: Cambridge University Press, Heinly Cengage, Macmillan, McGrawHill, Oxford University Press y Pearson Longman”.
De lo expuesto por McCrostie, entonces ¿cuáles pueden ser las credenciales en la enseñanza, el aprendizaje y la evaluación del inglés de los fantasmas? ¿Quiénes son? ¿Cuál es la relación entre lo que los fantasmas escriben para las casas editoriales que los contratan y luego estas le venden esos escritos empacados en portadas multicolores, con su falta de aprendizaje, de la dificultad para comunicarse en inglés luego de años y años, curso tras curso, de toda la primaria y secundaria públicas pérdidas (inclúyase, en muchos casos, la privada)? ¿Usted paga por “calidad” o por collages que no se sabe quiénes los escriben?
Y como espectros que son, no queda más que conocerlos a través de sus “manifestaciones”…
Esos libros de texto para inglés de “calidad” ofrecen “competencia comunicativa”, es decir, la conformada por tres tipos de competencias: la lingüística (“los conocimientos y las destrezas léxicas, fonológicas y sintácticas”), la sociolingüística (“las condiciones socioculturales del uso de la lengua”), y la pragmática (“el uso funcional de los recursos lingüísticos”).
En “Learning Pragmatics from ESL & EFL Textbooks: How Likely?”, Vellenga (2004) analiza la enseñanza de la pragmática en los libros de texto “Headway Upper Intermediate”, de Oxford, “Interchange 2” y “Passages 1”, de Cambridge y “Voyages 2” de Prentice Hall Regents, que promocionan el desarrollo de “Destrezas Integrales” (Integrated Skills) en el estudiante.
Vellenga indica que en “la investigación acerca de libros de texto que enseñan prácticas comunicativas… estos rara vez incluyen explicaciones adecuadas y comprensibles de cómo la conversación funciona en inglés”, y, concluye, por ejemplo, que “el aprendizaje de la pragmática en libros de texto es sumamente improbable”, y que “las implicaciones del estudio establecen que más investigaciones deben realizarse en el uso de libros de texto en el aula para determinar su eficacia para la adquisición de la competencia pragmática”.
Dentro de la competencia lingüística, una de las áreas más “tormentosas” es la referida a las “destrezas fonológicas”, la “pronunciation”.
En “How well do general-skills ESL textbooks address pronunciation?” (¿Qué tan buen tratamiento dan a la pronunciación los libros de texto para inglés de habilidades generales?), Derwing, Diepenbroek y Foote (2012) apuntan que encontraron una “sorprendente variabilidad en la concentración de las actividades de pronunciación tanto dentro de los libros de texto de una misma serie como entre aquellos de distintas series”… “Por otra parte,algunos textos ofrecen poco en términos de explicaciones explícitas [sobre la pronunciación]”.
Ejemplos de los libros de texto analizados por Derwing et al. son: Top Notch 1, 2, 3 y 4; American Headway Starter, 1, 2, 3 y 4; Interchange Intro, 1, 2 y 3; Passages 1 y 2; Side by Side 1, 2, 3 y 4.
En suma, y de acuerdo con los autores citados, los libros de texto que constituyen el eje principal del curso de inglés son escritos por autores fantasmas cuyas credenciales en la enseñanza, el aprendizaje y la evaluación de esa lengua son desconocidas, produciendo “álbumes” de escritos y actividades que no enseñan a los estudiantes sobre la comunicación y la interacción interpersonal de tipo intercultural con anglófonos, y, tampoco le enseñan la pronunciación de esa lengua en general y, muchísimo menos las variaciones posibles según el país de origen de su interlocutor, sea este de los Estados Unidos de América, Inglaterra, Canadá, Escocia, Irlanda, Australia, de las Antillas, etc., o bien, de una persona cuya lengua materna no es ese idioma, pero es uno de sus medios de comunicación habitual.
Podría decir entonces, que a pesar de que constituyen la base del curso, los libros de texto fantasmagóricos son instrumentos insípidos y caros, que alejan a los estudiantes y a sus docentes de toda posible situación real y auténtica de comunicación humana, tornando el proceso de la enseñanza y el aprendizaje no solamente en aburrido, sino además en una pérdida de tiempo y recursos de toda índole.
Gasto millonario en libros de texto.
No me refiero con esto al gasto que de manera personal usted pudiera haber realizado en la compra de libros de texto para inglés, y que terminaron, en el mejor de los casos, en algún rincón de la casa.
Me refiero a las compras millonarias bajo el esquema de “contratación directa” y la justificante “oferente único” que, por ejemplo, realiza el Instituto Nacional de Aprendizaje (INA) (aunque otras entidades públicas como la Universidad Técnica Nacional han dispuesto de sus recursos para la promoción de libros de texto para inglés).
De acuerdo con el artículo en El Guardián, “INA moderniza metodología de enseñanza del idioma inglés”, esta institución “dinámica, innovadora y oportuna, modernizará la metodología de enseñanza del idioma inglés, con la implementación de 50 programas informáticos y 50 modernos sensores para convertir pizarras acrílicas en monitores interactivos; este material fue recibido este viernes como apoyo académico de parte de la empresa Cambridge University Press”.
“Adicionalmente, esta empresa modificó la edición de los libros de texto Interchange que se utilizan en los cursos, para adaptarlos a nuestra metodología de enseñanza, mediante una versión exclusiva para el INA (INA Edition)”.
No obstante, antes de esta “modernización”, por ejemplo, la Contraloría General de La República (CGR) refrendó, en 2008, compras millonarias de los libros de texto Interchange (los datos específicos están en la CGR, pero hablamos de sumas superiores a los doscientos millones de colones).
Los técnicos del INA para aquel entonces establecieron sus “recomendaciones” en criterios como: ‘es fundamental dotar a nuestros participantes y nuestros docentes con el material didáctico idóneo y necesario para el aprendizaje del idioma’, ‘el desarrollo de competencias lingüísticas es fundamental’, ‘contar con un libro de texto cuya calidad y efectividad esté demostrada y validada por nuestros técnicos de planta en inglés resulta de suma importancia’, ‘se ha optado, por recomendación técnica, contar con un libro de texto de la serie Interchange, acumulando experiencia por casi siete años, lo que ha permitido validar su enfoque comunicativo’, ‘este texto es utilizado por instituciones de gran prestigio académico… con lo que se ratifica la calidad técnica de los textos y su nivel de confiabilidad en la enseñanza del idioma’, ‘utilización de estos textos en otros países…México, Chile, Brasil, Panamá’”.
Desde luego, para todas esas recomendaciones que al parecer culminaron en una alta factura pagada a esa editorial, en permuta -¿entre otros?- con la “donación” de pizarras interactivas y el logo de la entidad en la portada del “INA Edition”, no se conoce un estudio científico independiente… más que el “criterio” de los funcionarios…
Lo curioso es que la CGR, en su sitio Web, afirma:
“Conozca en qué se gasta su dinero. El dinero que el gobierno gasta lo obtiene de tres fuentes principales: de la recolección de los impuestos que pagan los contribuyentes, de préstamos adquiridos con instituciones financieras o por el cobro de derechos a los ciudadanos, por algún servicio que reciben…
En una democracia, resulta de sumo interés ver cómo y cuánto dinero se gasta, y a qué se le da prioridad…”.
Quiere decir: ¿Los gobiernos han gastado el dinero obtenido de la “recolección de los impuestos, de préstamos adquiridos con instituciones financieras o por el cobro de derechos a los ciudadanos” en “la compra de materiales” como los libros de texto para inglés en apariencia escritos por autores fantasma y que no enseñan lo que promueven, “recomendados” sobre ninguna base científica por empleados públicos, para pagarle a un monopolio transnacional privado vendedor de textos “talla única”?
¿Desde cuándo autorizó la CGR que una entidad pública como el INA se convirtiera en una vitrina de ventas de libros de texto para inglés con serias falencias demostradas científicamente, y cuyos índices, al parecer, constituyen lo que en el INA llaman “currículo propio”?
¿Cuánto dinero público ha pagado el INA para todo lo relacionado con inglés y cuál ha sido el beneficio real de ese gasto? ¿A cuáles empresas y asociaciones declaradas “sin fines de lucro” les ha pagado el INA los cursos de inglés “llave en mano” y cuánto dinero? Eso sí, que el beneficio obtenido de ese gasto, sea auditado de manera independiente. Estas mismas preguntas aplican, respectivamente, para otras instancias públicas entusiastas en la compra de insumos para inglés.
La enseñanza, el aprendizaje y la evaluación del inglés a la deriva.
El naufragio en la educación en lenguas en el planeta inició hace bastante tiempo. En Costa Rica, el hundimiento “moderno” inició desde que el infundado “enfoque comunicativo” fue impuesto por la decisión de un grupo de empleados públicos del Ministerio de Educación Pública (MEP) que integraron las “comisiones” y las “coordinaciones” redactoras de los programas de estudio, junto con un asesor del gobierno británico, y sustentados en el “Proyecto LEARN”.
Algunos de los miembros de ese grupo aparecen como “autores” de los libros de texto que fueron publicados por casas editoriales extranjeras (época coincidente con el “impulso” dado por el Banco Mundial según Coraggio); libros de texto que debían y aún deben ser adquiridos por los estudiantes de secundaria. (Génesis de la Implementación del Enfoque Comunicativo en el proceso de la Enseñanza y el Aprendizaje del Inglés en el Ministerio de Educación Pública de Costa Rica-MEP. 2008).
Luego, el naufragio continuó con el infundado y silenciado “Plan Nacional de Capacitación en Inglés General y Especializado”, Planacit, 2001. ¿Cuánto dinero autorizó la CGR para ese plan, para el pago de qué tipo de insumos y a quiénes se les pagó?
Agenda del marketing transnacional sobre inglés.
Observemos, por ejemplo, lo siguiente:
-En 2003, el Ministerio de Educación de Chile creó el “Programa Inglés abre puertas”. Ocho años después, La Tercera publicó las declaraciones del ex Presidente Piñera: “Nueve de cada diez niños ni siquiera alcanza un nivel básico en inglés”.
-En 2004, el Ministerio de Educación Nacional colombiano lanzó el “Plan Nacional de Bilingüismo”. El Espectador, nueve años después publicó “Uno de cada diez colombianos habla inglés”.
-En 2008, Costa Rica lanzó (¿al vacío?) lo que llamaron el “Plan Nacional de Inglés”, pero que fue más bien el proyecto del Banco Interamericano de Desarrollo (BID), escrito por “expertos” sin que se les conozca credencial alguna sobre la enseñanza, el aprendizaje y la evaluación del inglés… muy similar a los fantasmagóricos autores de libros de texto… Siete años después, La Prensa Libre publicó las declaraciones de la señora Ana Helena Chacón, empleada pública con rango temporal de Vicepresidenta de la República que, al parecer, es parte del concierto del silencio, de esta y las anteriores “administraciones”: “De cada diez chicos nueve no habla inglés” (sic) (“90 por ciento de los chicos no habla inglés, según Vicepresidenta, y esto perjudica la competitividad”).
¿Simple coincidencia?
No cabe duda que lo que menos interesa es que usted logre comunicarse en inglés. Lo que interesa es mantener a un grupo de monopolios transnacionales cuyos “productos” se encuentran bastante alejados de lo que promueven, pero, aún así, los empleados públicos continúan mercadeando lo que no funciona…
Lo interesante es que según el estudio de marzo de 2015 “Pearson, ETS, Houghton Mifflin, and McGraw-Hill Lobby Big and Profit Bigger from School Tests” (Pearson, ETS, Houghton Mifflin, y McGraw-Hill hacen cabildeo a lo grande y obtienen beneficios mayores de las pruebas escolares), en los Estados Unidos de América, esas transnacionales pagaron “al menos $20 millones de dólares en cabildeo junto con agasajos, vinos y cenas –o incluso contratando- a políticos en la búsqueda de grandes ingresos provenientes de mandatos federales y estatales bajo la Ley “Que Ningún Niño Se Quede Atrás” o el ‘Common Core curriculum’…”.
De esa experiencia en los Estados Unidos de América, es válido preguntarse sobre el entusiasmo de algunos en imponer metodologías, materiales y demás para inglés con el cuento de la “competitividad”, a pesar de que la evidencia científica internacional, y los resultados a simple vista, demuestran que nada de eso funciona…
Es válido también preguntarse y, aunque no se trata de inglés, pero dentro del modelo del “cabildeo”, sobre el entusiasmo de algunos en el “poder”, para imponer la educación dual alemana, también a pesar de la evidencia científica internacional que la desmonta…
No solamente la educación está diseñada por fantasmas caros, sino que la convierten en eso.
Al menos, por ahora, está en sus manos tomar la decisión sobre dónde, cómo y con quién estudia una lengua tan sencilla como el inglés.
Ya los grandes presupuestos que asignan los políticos de turno y los “expertos” según su “criterio” para la compra de inservibles, no es tan fácil detenerlo, especialmente cuando quienes tienen a su cargo el país, no hacen nada… pero por el mismo país.
La educación se trasforma en un espectro… en un constante Halloween…
(*) Gerardo Barboza
Educador
www.englishincostarica.org
muy buen articulo.
pensar que un estudiante que se gradúa de secundaria ha estudiado un mínimo de once años de ingles y se gradúan sin un dominio básico.