Avanzar hacia la unidad en la acción del movimiento sindical, el movimiento estudiantil y el complejo mapa de organizaciones sociales de todo tipo, para el logro de objetivos comunes, es una tarea impostergable.
El movimiento sindical costarricense, desde su origen, ha tenido encuentros y desencuentros. En esta historia se han hecho esfuerzos unitarios parciales que han avanzado un trayecto y posteriormente se han extinguido, pero han dejado importantes enseñanzas. Luchas unitarias como las realizadas contra el llamado “Combo del ICE” y contra el TLC marcaron profundamente al movimiento sindical y social costarricense, contribuyendo a su radicalización, así como a su unidad de propósitos y crecimiento en conciencia política.
No es este el momento para señalar causas o antecedentes del distanciamiento que hoy se presenta entre algunas organizaciones y dirigencias sindicales, pero sí es preciso decir que esconden diferencias de criterios, percepciones y enfoques, inclusive hay disputas ideológicas sobre importantes temas del quehacer sindical que no han encontrado los espacios de discusión franca para resolverlas.
En el sector privado, el movimiento sindical ha sido debilitado progresivamente, mediante la represión y su desplazamiento por otras formas de organización más afines a los sectores patronales. Con ello el sindicalismo se ha convertido en una expresión democrática prácticamente inexistente en este sector. Así, de lo que fuera el pujante movimiento sindical bananero queda muy poco, aunque es de alabar el esfuerzo que se está haciendo por rehabilitarlo, así como en las empresas piñeras. Intentar formar un sindicato en las zonas francas trae casi inmediatamente represión y despido.
En el sector público, el sindicalismo se ha mantenido con mayor fortaleza, sin embargo hoy no las tiene todas consigo y es objeto de una fuerte ofensiva por acabar con sus conquistas. Los sectores neoliberales más recalcitrantes impulsan leyes, como la de empleo público, encaminadas a debilitarlo aún más. No obstante, la transformación en sindicatos gremiales e industriales de algunas asociaciones de profesores, profesoras y personal de apoyo de la educación es alentador, pues supera una etapa de prejuicios hacia el sindicalismo, que esperamos redunde en una mayor concertación para lograr nuevas conquistas para los sectores laborales y, en general, para la educación costarricense. Pese a las dificultades que puedan enfrentar las organizaciones del sector público, principalmente las del campo de la educación, sobre ellas recae una gran responsabilidad para avanzar en la reconstrucción del movimiento en todos los sectores.
Quienes estuvimos esperanzados en que el cambio ofrecido por los ahora gobernantes significaría algún viraje frente al modelo neoliberal que implantaron los gobiernos de los últimos treinta y cinco años, podemos ya dar por descontado que el tal cambio, al menos en ese sentido, no fue más que una ilusión pasajera.
Por eso, desde el Frente de Acción Unitaria (FAU), de acuerdo con nuestra vocación original, no hemos escatimado, ni escatimaremos, esfuerzos para incidir de alguna manera en limar asperezas para adelantar hacia la unidad en la acción, sobre todo ahora que se perfila una dura lucha por la defensa de la Seguridad Social, en general, y de la CCSS, en particular, e impulsar propuestas para frenar el contrabando, la elusión y evasión fiscales y por la reforma fiscal necesaria.
La reunión celebrada por importantes organizaciones sindicales y comunales en días pasados en las instalaciones de JUPEMA, nos reveló que hay gran disposición por avanzar en ese sentido. La lucha por recuperar el estado social de derecho y lograr nuevas conquistas para los sectores populares nos obliga a deponer actitudes particularistas y postergar diferencias ideológicas y personales.
En estos momentos se hace imperativo reactivar la lucha por la defensa de la institucionalidad en general, pues nos enfrentamos a los esfuerzos de grupos de poder que pretenden debilitarla aún más. Así, por ejemplo, mediante el proyecto de ley de cogeneración eléctrica, llamada ahora de “contingencia” buscan debilitar una empresa estatal insignia como el ICE, y de este modo consolidar la instalación del modelo neoliberal en nuestro país.
Esta perversa intención queda también demostrada con las multas que recientemente se le han hecho al ICE, bajo desleales y truculentos argumentos; estas son exigidas por las SUTEL, entidad que quedó establecida en el TLC con la encubierta misión de seguir minando al ICE hasta darle el golpe de gracia.
Reiteramos nuestro llamado a esa urgente convergencia de los sectores populares y la unidad sindical, pues se nos puede estar haciendo tarde, y con ello va el futuro del estado social de derecho de este país y las justas reivindicaciones que se lograron mediante la lucha de muchas personas y colectivos de generaciones anteriores.
Por eso el movimiento popular debe tomar la palabra para defender las garantías sociales y exigir una reforma fiscal progresista que les dé el sustento financiero necesario y así brindarle al Gobierno la oportunidad de evadir el cerco que está tratando de imponer la alianza de la Unidad y Liberación. Si el Gobierno declina el apoyo popular se podrá dar por descontado el cambio ofrecido y levantar con optimismo y firmeza la más amplia lucha contra todos los enemigos de nuestro pueblo.
(*) Documento del Frente de Acción Unitaria (FAU). Firma responsable Juan Félix Montero Aguilar.
BUENO AL PARECER A TODO MUNDO SE LE OLVIDO QUE LA SALA CONSTITUCIONAL TIENE EN DEBATE LA LEY GENERAL DE LA PERSONA JOVEN Y AUNQUE YA HAY UNA PAREJA GAY LEGALMENTE UNIDA EN EL PAÍS POR ALLÁ PARECE NO IMPORTARLES MUCHO LO QUE PIENSEN LOS JOVENES SOBRE TEMAS DE DERECHOS HUMANOS LAMENTABLE QUE LA SALA CONSTITUCIONAL Y SUS MAGISTRADOS NO VEAN LA DIMENCIÓN DEL ASUNTO PORQUE NO VEN UN ELEFANTE AUN TENIENDOLO EN LAS NARICES SIERTAMENTE LES DIGO QUE NO COMULGO CON SUS MALAS MAÑAS PORQUE SON AÑOS EN LOS QUE TODOS SE TIRAN LA BOLA
Unidad sindical para qué, para defender únicamente el estatus quo de los sectores laborales con las mejores condiciones laborales del país (sector público), o para impulsar un cambio que incluya a todos los trabajadores y potenciales trabajadores del sector privado en condiciones laborales similares a las que detentan hoy los trabajadores del sector público. Si la unidad sindical es para incluir y no sólo para defender el status quo de los que ya están mejor ubicados, pues esa bienvenida la unidad, y si no, sería sólo un disfraz populista a la medida de los sectores que componen la clase media, clase que siempre ha sido y será enemiga del verdadero cambio. Como decía Ana Arhendt, la clase media es el colchón que impide la revolución de los desposeídos, y más bien ha sido soporte de los totalitarismos del pasado; por ejemplo, del franquismo, el cual aprovechó la recuperación económica fruto de la alianza con los Estados Unidos para crear esa clase media “apolítica”, adornada por un patriotismo acrítico. Si bien las clases medias no tienen acceso a un consumo conspícuo como el de los ricos, si participan de un consumismo de lo suntuoso e innecesario, y esta participación de los bienes y servicios que oferta el mercado les lleva a formar parte del “status quo”, al que terminan defendiendo. La clase media es naturalmente un pacto implícito y explicito entre el socialismo y el capitalismo (socialdemocracia) que respeta el modelo económico de mercado a cambio de un mínimo estado de bienestar.