Recientemente, Estados Unidos anunció el despliegue de armamento pesado y tanques en bases militares de Europa del Este, mientras que Rusia manifestó que reforzará su arsenal nuclear con 40 nuevos misiles balísticos intercontinentales.
Esta renovada tensión invita a reflexionar acerca de los verdaderos objetivos de los miembros permanentes del Consejo de Seguridad de la ONU, a través de la observación de sus comportamientos estratégicos referentes al posicionamiento de tropas, específicamente en la cantidad y ubicación de las bases militares que poseen fuera de sus fronteras.
Por una parte, Estados Unidos continúa como única superpotencia y hace gala de su ventaja absoluta en producción bélica a través de una presencia global con bases desperdigadas en todo el planeta, rodeando a Rusia y China en un ejercicio doble de contención. Francia tiene bases en sus colonias de ultramar pero especialmente está asentado en África Occidental, en tanto que Reino Unido mantiene puntos estratégicos de gran importancia en el control de los mares.
Por otro lado, tenemos a China que, pese a que se jacta de tener las fuerzas armadas más grandes del mundo, sigue sin aspirar a instalarse militarmente fuera de sus confines, ya que sigue apostando por la imagen de desarrollo pacífico, lo que le trae evidentes beneficios económicos, de todas formas, no descuida su influencia en la zona que se ha denominado como collar de perlas. Finalmente, Rusia sigue con bases en muchas de las antiguas repúblicas soviéticas como Armenia o Kirguistán, cercándose para conservar la sujeción de su entorno, además, según el Banco Mundial, es el único de los estados aquí nombrados, que en vez de haber disminuido o mantenido su gasto militar en proporción a su PIB, lo habría aumentado.
Al mismo tiempo, otros movimientos paralelos van germinando; potencias regionales que van reclamando su parte, como Irán, que vuelve lentamente a la normalización diplomática, o gigantes económicos pero enanos militares como Japón que comienzan a despertarse.
El actual juego de la gallina, lejos de desembocar en un brinkmanship, es decir, la amenaza de llevar una situación tensa hasta el borde de la destrucción mutua para conseguir propósitos, se ha visto afectado por un leve arranque inesperado por Crimea que se atenuó bastante por la colaboración de Putin y Obama sobre Irán.
Se reafirma el concepto de Carl von Clausewitz sobre la guerra como acto político. Mientras este primer contenido racional predomine y no se active junto con la violencia primitiva y el azar, la seguridad estará garantizada y el principal nutriente de esta continuidad es que cada vez hay más cosas que perder.
La lectura de las bases sugiere que, potencialmente, el mundo es estadounidense, Eurasia rusa, África francesa, los océanos británicos y China china. Pero los estadistas de hoy siguen haciendo caso a los maestros de ayer, como Sun Tzu, quien dijo: “El supremo arte de la guerra es doblegar al enemigo sin luchar “o Nicolás Maquiavelo, que sentenció: «No hay nada más difícil de emprender, ni más dudoso de hacer triunfar, ni más peligroso de administrar que la elaboración de un nuevo orden.»
(*) Augusto Manzanal Ciancaglini es Politólogo