Tanto sectores políticos como de opinión, calificaron la multitudinaria manifestación del pasado 27 de julio como la “marcha de los sinvergüenzas”.
Y es que, la crispación del ambiente para la discusión política en Costa Rica es evidente, al tiempo que es alarmante. Así lo advirtió la legisladora y presidenta del Frente Amplio (FA), Patricia Mora, quien recordó que “partir a la sociedad en buenos y malos es preocupante”, en alusión al clima de polarización social que sectores empresariales y partidos de oposición vienen instaurando en el país.
“Recordemos que aquí todos vamos en el mismo barco y que debemos sentarnos con tranquilidad. Todas y todos estamos corriendo la misma suerte”, manifestó en el Plenario Legislativo, a propósito de las portadas del diario La Nación publicadas semanas atrás y los ataques emprendidos por dicha empresa comunicativa contra los empleados públicos.
Los datos no son necesariamente los más halagüenos. De acuerdo con el Barómetro de las Américas de la Universidad de Vanderbilt y el Programa Estado de la Nación, la tolerancia política entre los costarricenses ha decrecido considerablemente en los últimos años, pasando de un 45% a un 30% entre 2010 y 2014. Una rebaja de alrededor del 15%.
Y en ese contexto, es claro que la suscripción de la “Agenda Patriótica por el Bien Común” por parte de las direcciones políticas del FA, un sector del oficialista Partido Acción Ciudadana (PAC) y la coalición sindical Patria Justa, ha radicalizado durante las últimas semanas el tono y las formas de los sectores adscritos al modelo neoliberal.
Para estos sectores, la sociedad costarricense se “divide” en la actualidad entre “buenos” y “malos”. De un lado, los primeros, defensores de la competitividad y la eficiencia; y del otro, los segundos, defensores de los “privilegios”, las “gollerías”, la “ineficiencia” y los “despilfarros”.
Se asiste, al posicionamiento de un relato que no conoce de grises o de matices, y que en principio no admite la posibilidad de avanzar en la construcción de acuerdos políticos. Los ataques al cuerpo y el recurso de los epítetos y las descalificaciones ad hominem, en detrimento de la negociación y las ideas.
Algunos ejemplos
Para el expresidente del Banco Central y una de las vocerías por excelencia de dichos sectores, Jorge Guardia, el señalamiento tanto de sectores académicos y sociales en el sentido de la necesidad de dignificar los salarios mínimos en el sector privado, es una “cortina de humo”. “Los defensores de las prebendas salariales del sector público son astutos y beligerantes. Tratan de enrarecer la discusión con otros temas… Me parece muy peligroso”, escribió en la columna que semanalmente publica en La Nación.
En el mismo sentido, opinaron en días recientes el analista político Gustavo Araya y la periodista Vilma Ibarra, en el programa radial Hablando Claro, al respecto de la manifestación del pasado 27 de julio.
Para estos sectores, posicionar el tema de la necesidad de pagar salarios decentes en el sector privado es algo que “no tiene sentido”, o que al menos, lo tiene únicamente bajo el entendido de que se trata de “estrategia sindical” que pretende “distraer la atención” sobre los verdaderos y “oscuros” intereses defendidos por dichos sindicatos.
Crecimiento de la desigualdad social en Costa Rica es preocupante
En Costa Rica, uno de cada tres costarricenses no reciben siquiera el salario mínimo de ley, y si tan solo se respetase ese derecho en la actualidad, la pobreza experimentaría una reducción de al menos el 6% (actualmente está en 22%).
Por su parte, según el último informe del Estado de la Nación, solo a cuatro de cada diez trabajadores formales se les respetan con plenitud sus derechos laborales; al tiempo que por cada colón que se recauda en impuestos en Costa Rica, hay otro que no se recauda. Y esto último, producto de la evasión y el fraude fiscal.
La evasión y el fraude fiscal en Costa Rica representan poco menos del 8% del total de la producción del país (el Producto Interno Bruto, PIB); siendo que, por ejemplo, el déficit fiscal asciende en la actualidad a una cifra más o menos cercana al 6% de la misma.
La posibilidad de la polarización social en Costa Rica, así las cosas, algún asidero en lo material tiene. La “cruzada” de los neoliberales contra el empleo público, así como su negativa a debatir sobre las injusticias salariales en el sector privado, o sobre las alternativas al problema de la defraudación de los empresarios al fisco, entre otras cosas, así lo muestran. Y máxime, en medio de un contexto cruzado por el crecimiento de las desigualdades sociales y de la intolerancia política.
La convivencia en democracia supone llamar los conflictos sociales por su nombre, y sentar a todos los sectores involucrados a construir soluciones a través del diálogo y la negociación. Construir propuestas con la mira en la construcción del bienestar de todas y todos. Con la mira en el bien común.
Ese camino es el que parecerían haber abandonado los sectores adscritos al modelo neoliberal, y es por eso que justamente, les irrita tanto el acuerdo por el bien común que suscribieron el FA, un sector del PAC y la coalición sindical Patria Justa.
Estos sectores sustituyeron en definitiva la agenda del bien común, se matricularon con la agenda de la polarización y, en esa línea, están empecinados en dinamitar todas aquellas iniciativas de acuerdos políticos que confluyan en esa dirección.
Su objetivo más inmediato lo tienen muy claro: las elecciones municipales. Les irrita pero sobre todo, les aterra, la posibilidad de que partidos progresistas y fuerzas vivas en las comunidades avancen por el camino de la construcción de acuerdos por el bien común desde el espacio de los gobiernos locales.
Como dice el refrán popular… “en guerra avisada, no muere soldado”.
(*) Héctor Solano Chavarría / Politólogo. Asesor legislativo e integrante de la Comisión de Formación Política del Frente Amplio.