Mucho se discute sobre los salarios pagados a los trabajadores del aparato estatal, por ejemplo: si son o no de “lujo”; si deberían poseer tantos componentes o no, si son abusivos, etc. La discusión parte subliminalmente de la comparación de estos salarios con los del sector privado que, en gran medida y para seguir la categorización de la Organización Internacional del Trabajo (OIT), pueden ser considerados como “salarios africanizados”. Los salarios estatales, mal llamados “públicos”, son presentados grosso modo, sin atención detallada a sus componentes, ni a las condiciones, ni a las funciones diferenciadas a que remiten, ni a los méritos, ni a los marcos jurídicos que los explican, sustentan y justifican. Por el contrario, el tratamiento parece irresponsable, ligero y sin el menor cuidado para con la paz social.
Tanto por la inapropiada comparación de la que se parte, como por la imprecisión con que los detractores de los salarios estatales han presentado el asunto, el tema parece odioso, su planteamiento inaceptable, ligero e irresponsable. Ni siquiera se pensó en la paz social, por lo que se promueve una polarización de la sociedad costarricense basada en el repudio intersubjetivo, en especial contra los grupos profesionales y calificados, incorporados a las instituciones estatales. Se manipula la emocionalidad manipulada popular, antes que facilitar la confrontación de ideas. Así, se reproduce el prejuicio, se satanizan salarios sin análisis suficiente y se generan bandos de oposición social.
Tal forma de proceder no solo es injusta sino además imprudente y dañina, tiene una finalidad que constituye una especie de “sueño erótico” neo-liberal: el salario único; que no es tan único, pues solo atañe al sector estatal y se lo análoga con el salario mínimo privado. Es decir, la pretensión radica en conceder el mínimum antes que al máximum, sin clarificar si ello sería dignificante para la especie humana afectada y todo so pretexto de sanear las arcas del Estado.
Reflexionando libremente al respecto llegué a la conclusión que personalmente no estoy en desacuerdo con un salario único, pero bajo condiciones que son algo distintas a las promovidas por los detractores de los salarios estatales antes referidos. Por lo tanto, si aceptáramos el salario único deberá ser único, pues según mi entender “único” significa “único”, no otra cosa. Sería un salario “único y universal”, siempre y cuando sea bajo las siguientes condiciones quizá actualmente utópicas, pero no por ellas mismas sino por el desorden histórico establecido:
1) Deberá ser verdaderamente salario único: es decir para todas las personas que trabajamos en el territorio nacional.
2) Trabajo que es distinto a empleo, es decir: salario único para todos los seres humanos que, como tales, requerimos sobrevivir en perspectiva humana y para ello metabólica y socialmente trabajamos y no podemos no hacerlo, en dicha esfera nos humanizamos cotidianamente, razón por la cual sería imposible dejar de trabajar. Filosóficamente en esta concepción coincido con tesis marxistas y católicas.
3) El empleo es otra cosa, es accidental y no debe confundirse con la necesidad ontológica que conlleva el trabajo. Estar desempleado no será un problema y no trabajar será un imposible, el ocio inclusive es productivo, la existencia laboriosa y por lo tanto, el trabajo necesario y esencial. Entonces será un salario único-único para todas las personas que somos como tales trabajadoras, porque el ser humano está llamado al trabajo y por su medio a su constante humanización y trascendencia.
4) Esto sobrepasa desde luego la falsa dicotomía entre los empleados del sector estatal y del sector privado; pues se estarían cubriendo todos los estratos de proyección del ser humano por ejemplo: barrecaños, médicos, profesores, diputados, empresarios, sacerdotes, monjas, policías, bomberos, amas de casa, gerentes, árbitros, pensionados, adultos mayores, carpinteros, oficinistas, etc., etc. Lo más justo es que sea así en todo el mundo, por lo tanto: salario único-único y universal. Esto porque no será idónea la tesis del salario único, como lo pretenden algunos equivocadamente, si es solo para unos y no para todos y si se lo confunde con salario mínimo.
5) Si el común denominador es el ser persona y como ser vivo de tal especie somos laboriosos y necesariamente trabajadores, ese será el parámetro desde el que el salario único-único y universal deberá fijarse, sin recurrir a remuneraciones basadas en la división social del empleo, según la cual se promueven estratificaciones que olvidan el común denominador: el ser persona humana con necesidades existenciales comunes y con una dignidad compartida. Debemos entender, guste o no, que todas las personas, por el simple hecho de ser, somos necesarios y nos constituímos en fines en sí, ninguno será excluido ni sobrará, nunca nadie será medio, en lo que seguimos a Kant.
6) Según mi entender, no cabe oposición entre lo público y lo privado, pues la distinción debe ser entre lo estatal y lo privado, ya que desde una perspectiva radical lo privado también es público. Tanto lo privado como lo estatal, son ámbitos dados por el soberano en administración temporal y se financian remotamente por el mismo origen: los bolsillos ciudadanos; por lo tanto, los ciudadanos son los del dominio total. Lo otro que se diga y aun cuando se asuma como discurso «natural», es ideología falsa, que construye y legitima un mundo basado en la también falsa oposición entre lo “público –vrs- privado”.
7) El salario único-único y universal será uno de los principios para ir ordenando el desorden establecido, normalizado y normatizado, gracias al cual muy pocos usufructúan de lo que es de todos. Desde luego que estaría pendiente el tema de las “ganancias”, del capital que dicen, que desde luego, según principios cristianos de los más primitivos y marxistas socializadores, ella deberá ser de todos y todas no de unos, sin que medie maniqueísmo alguno sino más bien complementariedad y armonía como debe ser propio para el ser humano superior.
8) El aparato de estado deberá ordenar la administración de los servicios, la recaudación, la capitalización será de carácter nacional no particular y los salarios “únicos-únicos” y preferiblemente universales.
Como corolario final lo siguiente: que nadie se empeñe en recordar que lo anterior es utópico, incompleto en asuntos no medulares y, de desde cierta aristas, descabellado para el contexto actual, pero por tratarse de una materia extremadamente humana, debe tener de utópico lo mismo que de trascendental y creativo.
(*) Dr. Eval Antonio Araya Vega, Filósofo
Respetable propuesta.
En el sector público trabajan ingenieros, profesores, secretarias, conserjes, choferes y muchos mas. Es infinitamente mediocre pensar en un salario único que no haga distinción entre los anteriores. ¿Utópico? ¡Distópico!
Ninguna persona con algun tipo de preparación buscaría trabajarle al sector público y el estado se vería obligado a contratar los profesionales que el mercado no quiere, aumentando la (ya de por si bastante alta) negligencia estatal. Ahí si que nos dio el 2050 esperando que nos arreglen la platina.
El salario debe ser único, pero evidentemente haciendo las distinciones del caso. No vivimos en la aldea de los pitufos (aunque algunos asi quisieran) y aunque la iglesia pregone lo contrario: No somos iguales.
Para comentar cualquier texto, hay que leerlo primero. Un botón de muestra de lo contrario a esta verdad es el comentario de Steve Burns: ¡cómo se nota que no leyó!