Y entonces ocurría la gran transformación. A través de esta experiencia de fuego y de agua, la vieja águila volvía a tener plumas nuevas, garras afiladas, ojos penetrantes y el vigor de la juventud.
Queremos aplicar este mito al PT, metido en una crisis crucial que lo obliga a renovarse como el águila o a aceptar el lento envejecimiento hasta perder todo el vigor vital y la capacidad de renovación de la sociedad, como era su sueño primordial.
Para entender mejor este relato y aplicarlo al PT vamos a revisitar al filósofo Gaston Bachelard y al psicoanalista C. G. Jung que entendían mucho de mitos y de su sentido profundo. Según ellos, fuego y agua son opuestos, pero cuando se unen se vuelven poderosos símbolos de transformación.
El fuego simboliza la conciencia, el vigor y la determinación de abrir caminos nuevos. El agua, por el contrario, representa el inconsciente y las dimensiones del cuidado y la capacidad de entender el sentido secreto de las crisis.
Pasar por el fuego y por el agua significa, por tanto, integrar en sí los opuestos: la determinación con el descubrimiento del sentido secreto de las crisis. Estas suceden para purificar, limpiar todo tipo de añadido y dejar aparecer lo esencial. Nadie al pasar por el fuego y por el agua permanece intocado. O sucumbe o se transfigura, porque el agua lava y el fuego purifica.
El agua nos hace pensar también en las grandes crecidas, como las que conocimos en 2011 en las ciudades serranas del Estado de Río de Janeiro. Con su fuerza se llevaron todo, especialmente lo que no tenía consistencia y solidez. En una sola noche murieron 903 personas y 32 mil quedaron sin abrigo. Fue un cataclismo de resonancia mundial. Es el poder invencible del agua.
El fuego nos hace imaginar el crisol o los hornos que queman y acrisolan todo lo que es ganga y no es esencial. El oro y la plata pasan por ese proceso purificador del fuego.
Las crisis existenciales son bien conocidas. Cuando hacemos esa travesía por la “noche escura y temible”, como dicen los maestros espirituales, dejamos aflorar nuestro yo profundo sin las ilusiones del ego superficial. Entonces maduramos para lo que es auténticamente humano y verdadero. Quien recibe el bautismo de fuego y de agua rejuvenece como el águila del mito antiguo.
Pero existen también las crisis mayores, de todo un proyecto e incluso de todo un partido como el PT. Él tiene que asumir la verdad: tuvo muchos aciertos que beneficiaron a millones de personas que vivían en la pobreza y en la marginalidad, pero también cometió errores evitables: se dejó tomar por el “demonio” del poder como fin en sí mismo, cuando debe ser siempre medio. Hubo la corrupción vergonzosa de algunos miembros importantes que destruyeron el sueño de una multitud que creía y se esforzaba para vivir lo nuevo factible.
Pero dejando las metáforas y yendo directamente al contenido real: ¿qué significa concretamente para el PT rejuvenecerse como el águila? Significa entregar a la muerte todos los errores cometidos que impiden que el sueño despierte.
Lo viejo en el PT son los hábitos y las actitudes de la vieja política que servía de instrumento para crecer y perpetuarse en el poder. Con eso perdió el sentido originario del poder como medio de transformación en beneficio de las grandes mayorías y jamás como fin en sí mismo. Todo eso debe morir para que el PT pueda inaugurar una forma de relación con los verdaderos portadores del poder, que son el pueblo y los movimientos sociales.
Rejuvenecer como águila significa también desprenderse de convicciones endurecidas, de cierta arrogancia de representar el mejor camino, de querer tener razón en todo. Muchos dirigentes del PT continúan manejando conceptos superados, incapaces de ofrecer respuestas nuevas a la crisis que devasta los países centrales y ahora nos toca poderosamente. Rejuvenecer como águila significa tener valor para volver a comenzar y estar siempre abierto a escuchar, a aprender y a revisar.
Pero esto no es lo que está ocurriendo. Hasta hoy esperamos una revisión sincera y el reconocimiento público de sus errores. Sus líderes imaginan que haciendo así dan armas a los adversarios, cuando demostrarían ser más fieles a la verdad que a su propia imagen.
El PT, que se presentaba como un águila de alto vuelo, se está se transformando en gallina común que apenas cisca el suelo y hace vuelos rastreros. No es ese el destino que la historia quiere destinarle.
Por último, si el PT quisiera renovarse como un águila debe regresar al seno del pueblo. Este le da bellos ejemplos de lucha, de trabajo, de entereza ética y también duras lecciones. Esa inmersión es salvadora y renovadora como lo fue para el águila arder en fuego, sumergirse en las aguas frías y así resurgir rejuvenecida.
Fora Dilma !
Fora para qué, si no hay nadie que pueda sustituirla, no hay por donde se pueda encontrar ese político ético.