México, 20 ago (EFE).- La desigualdad social abona el terreno para la violencia en México, aunque a su vez la violencia causa también pobreza en el país porque frena su desarrollo, afirmó hoy en una entrevista con EFE la secretaria (ministra) de Desarrollo Social mexicana, Rosario Robles.
Robles, que asumió el cargo en 2012 con la llegada al poder del presidente Enrique Peña Nieto, tiene en sus manos una de las carteras más complejas de un Gobierno que, como los que le precedieron, afronta la difícil tarea de eliminar profundas brechas sociales y amplias bolsas de pobreza.
Entre los cometidos centrales de la ministra está uno de los programas estrella de Peña Nieto, la Cruzada Nacional Contra el Hambre (CNCH), que busca atacar de raíz las carencias alimentarias de la franja más vulnerable de la sociedad.
«Todavía no hemos llegado a la meta, que son siete millones» de ciudadanos atendidos, «pero ya tenemos 4.200.000 personas participando en alguno de los programas de la cruzada», explicó este jueves Robles a EFE.
La ministra justificó estas cifras con un reciente muestreo realizado por el Consejo Nacional de Evaluación de la Política de Desarrollo Social (Coneval) a partir de un universo de 207.000 hogares de los 405 primeros municipios incluidos en la CNCH, que «ahora son más de mil».
Según ese estudio, se logró una reducción del 100 al 42,5 % en materia de carencias alimentarias de los beneficiarios del programa.
En julio pasado, el Coneval informó de que el número de pobres en México, que tiene más de 112 millones de habitantes, aumentó de 53,3 a 55,3 millones de mexicanos entre el 2012 y el 2014, pero en cambio se redujo la pobreza extrema en cerca de 100.000 personas hasta situarse en 11,4 millones, el 9,5 % de los habitantes de México.
Este último dato demuestra que la selección por parte del Gobierno de los grupos que requerían de más ayuda, que fue «técnica, no política», resultó «adecuada», destacó Robles.
La CNCH incluye comedores comunitarios, la llamada Tarjeta de Apoyo Alimentario Sin Hambre, huertos familiares, producción para el autoconsumo y apoyo a la agricultura familiar.
La secretaria reconoció que esos programas sociales «están dirigidos a abatir carencias», pero aclaró que «no es suficiente para romper estructuralmente con la pobreza».
«Para ello se requiere un mayor crecimiento económico, generar más empleo, mejores ingresos para los mexicanos», y las «reformas estructurales que impulsó Peña Nieto tienen ese objetivo», argumentó.
Del paquete de reformas del Gobierno, que durante los dos primeros años de gestión del mandatario sorprendieron al mundo por su audacia, Robles resaltó la educativa, porque la educación es «el único mecanismo igualador y de movilidad social».
Sin embargo, la ministra admitió que México tiene como gran asignatura pendiente «cerrar las brechas» entre clases, un fenómeno propio de Latinoamérica, considerada la región más desigual del planeta.
«No solamente es combatir la pobreza» sino aplicar «una lógica de inclusión social», pues «no es lo mismo el norte que el sur del país», donde se concentran las áreas más pobres.
«Todavía hay retos enormes: la pobreza tiene cara de mujer y de indígena», hay una clara «desigualdad en el mercado laboral entre hombres y mujeres» y miles de «jóvenes excluidos de un proyecto de desarrollo nacional», expuso.
Al respecto, dijo rechazar «profundamente» la idea de que «la gente que está en pobreza tiende a ser delincuente», para matizar luego que «la pobreza abona» el terreno para que exista «ese encono y resentimiento».
El 70 % de la pobreza del país está en las ciudades, donde hay casos lacerantes como el del barrio de Santa Fe, centro de negocios de la capital, y el vecino «Cartolandia», llamado así por los cartones de las chabolas de sus habitantes, muchos de ellos migrantes pobres que pretenden llegar a Estados Unidos, relató.
«Ese contraste es el que genera este encono, esta violencia, sobre todo juvenil», explicó Robles, antes de recordar a su vez que «la violencia también empobrece regiones» de México porque «destruye y mina la capacidad productiva».
Como ejemplo de ese fenómeno puso a Michoacán (oeste), que pese a tener «grandes posibilidades y potencial productivo», según el último informe de Coneval «incrementó sus niveles de pobreza», recalcó.
En cambio, el vecino estado de Guerrero, donde un plan gubernamental ha permitido «una inversión de 40.000 millones de pesos», unos 2.600 millones de dólares, en infraestructura y apoyo a la producción agrícola, «disminuyó su pobreza extrema en un 7 %» entre 2012 y 2014, concluyó. EFE