La educación nacional es hoy uno de los grandes temas que interpelan a muy diversos sectores de la sociedad. Eso no es nuevo. La educación siempre ha sido un tema de especial importancia para la sociedad costarricense. Sin embargo, en los últimos años, se ha convertido en una cuestión cada vez más crítica, a medida que ya no intervienen en ella únicamente los actores nacionales. Desde la década de 1990, bien se sabe, la formulación de la política pública, el diseño y la gestión del proyecto educativo y la puesta en marcha de los correspondientes cursos de acción, han estado en el país permeados por la intervención de organismos internacionales y multilaterales, como el Banco Mundial, el Banco Interamericano de Desarrollo, la Organización para la Cooperación y el Desarrollo Económicos (OCDE) y, desde luego, la UNESCO también. Todos ellos con diversas posiciones, pero con fines comunes como la ampliación de la tasa de escolaridad básica (primaria) en los países subdesarrollados, bajo la tesis de que los pobres podrían dejar de ser pobres por medio de la alfabetización y la educación básica, así como la incorporación a los mercados laborales ahora desregulados y más dinámicos. Apuntando a una educación técnica que responda a las necesidades de las economías emergentes.
Las políticas públicas y los procesos estructurales que han conducido a la privatización de los servicios anteriormente a cargo del Estado, han impactado en la educación de diversas maneras. Tanto la formación docente como la prestación de los servicios educativos, en Costa Rica hoy se encuentran en una proporción significativa a cargo de agentes privados. Entretanto, las estadísticas oficiales indican que, en vez de mejorar en aspectos esenciales como lo son la pertinencia, la equidad, la inclusión y en ofrecer una educación integral y significativa, la situación en el país es más bien a la inversa: exclusión, inequidad, un proyecto educativo estandarizado que más parece repercutir en la reproducción y agudización de las desigualdades sociales estructurales, que en atenderlas y buscar la forma de superarlas. La estandarización ocasiona que el proyecto educativo sea excluyente y selectivo, favoreciendo a quienes tienen las condiciones para mantenerse en la educación formal y culminar positivamente sus trayectorias escolares. Sin ver más allá una educación que se vea apoyada con los aportes que otras modalidades educativas puedan contribuir a una formación de las personas de manera integral.
La UNESCO, por ejemplo, en un informe reciente, recomienda que para lograr los objetivos de desarrollo posteriores a 2015, es urgente e importante: “Fomentar la igualdad de acceso a la educación y para atender a la equidad en la educación, los gobiernos deben mejorar los planes formativos para adaptarlos a la realidad académica y laboral”. Esto llama a poner atención a todas aquellas oportunidades educativas que no precisamente se encuentran dentro de un sistema educativo formal y que dan oportunidades para una formación permanente y para toda la vida. (http://noticias.universia.es/educacion/noticia/2015/04/09/1122905/unesco-10-recomendaciones-promover-acceso-universal-educacion.html)
Al respecto, es importante considerar la direccionalidad que ha tomado el proyecto educativo, consistente en el énfasis por privilegiar la formación y capacitación para la empleabilidad en el mercado de trabajo, dejando de lado o subordinando otros aspectos esenciales, especialmente aquellos que tienen que ver con una formación educativa integral para la vida, la convivencia social, el ejercicio pleno de la ciudadanía, la paz, el cuidado del medio ambiente, el “cuidado de la casa común”, como ha dicho Francisco en su reciente encíclica Laudato si’. A esto debe agregarse que ese proyecto educativo, centrado en la matriz curricular de la formación y capacitación para el trabajo y la empleabilidad, no responde a una visión integrada del desarrollo nacional, sino a las demandas de perfiles laborales que establece especialmente el mercado de trabajo relativo a la inversión extranjera directa (IED) y de la producción nacional vinculada al mercado internacional globalizado; el mercado de trabajo de la “economía hacia afuera” y la “nueva economía”.
El Programa Observatorio de la Educación Nacional y Regional del Instituto de Investigación en Educación (INIE) de la Universidad de Costa Rica, ha asumido como uno de sus principales propósitos, abrir espacios de análisis, discusión e intercambio acerca de la situación actual de la educación en el país, en los que participen diversos actores institucionales y de la sociedad civil organizada. Se tiene por finalidad compartir percepciones, experiencias y puntos de vista y datos e información diversa, que contribuyan a la generación de procesos participativos, plurales y dialógicos, orientados a la profundización compartida del análisis crítico y propositivo, que permita identificar y construir las propuestas de solución que hoy requieren las diversas problemáticas existentes en el campo de la educación nacional.
Para abordar cuestiones como las referidas, este próximo jueves 27 de agosto, se tiene programada (a las 9 a. m.) una mesa redonda en el mini auditorio del INIE (Ciudad de la Investigación, UCR), titulada: Globalización económica neoliberal, educación y exclusión social y productiva estructural. Participarán en esta mesa redonda, la Dra. Maurizia D’Antoni Frattoni, Dr. Luis Paulino Vargas Solís, Dr. Randall Blanco Lizano y, en calidad de moderadora, la Dra. Mónica Arias Monge. Invitación cordial.
Marianela González Zúñiga
Luis Muñoz Varela
Docentes