viernes 24, enero 2025
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¿Éstos no son seres humanos, hermanos y hermanas nuestros?

El grado de civilización y de espíritu humanitario de una sociedad se mide por la forma como ella acoge y convive con los diferentes. Bajo este aspecto Europa nos ofrece un ejemplo lastimoso que bordea la barbarie. Ella se muestra tan centrada en sí misma y en sus laureles que le cuesta enormemente acoger y convivir con los diferentes.

Generalmente la estrategia era y sigue siendo esta: o marginaliza al otro, o lo destruye. Así ocurrió en el proceso de expansión colonial en África, en Asia y principalmente en América Latina. Llegó a destruir etnias enteras como en Haití y en México.

El mayor límite de la cultura europea occidental es su arrogancia, que se revela en la pretensión de ser la más elevada del mundo, tener la mejor forma de gobierno (la democracia), la mejor conciencia de los derechos, la creadora de la filosofía y de la tecnociencia y, como si eso no bastase, la portadora de la única religión verdadera: el cristianismo. Resquicios de esta soberbia pueden verse todavía en el Preámbulo de la Constitución de la Unión Europea. En él se afirma sencillamente:

«El continente europeo es portador de civilización, sus habitantes lo habitaron desde el inicio de la humanidad en etapas sucesivas y a lo largo de los siglos desarrollaron valores, base para el humanismo: igualdad de los seres humanos, libertad y el valor de la razón…»

Esta visión es verdadera solo en parte. Olvida las frecuentes violaciones de esos derechos, las catástrofes que creó con ideologías totalitarias, guerras devastadoras, colonialismo sin piedad e imperialismo feroz que subyugaron e inviabilizaron culturas enteras en África y en América Latina en contraste frontal con los valores que proclama. La situación dramática del mundo actual y las levas de refugiados venidos de los países mediterráneos se debe, en gran parte, al tipo de globalización que ella apoya, pues, en términos concretos configura una especie de occidentalización tardía del mundo, mucho más que una verdadera planetización.

Este es el telón de fondo que nos permite entender las ambigüedades y las resistencias de la mayoría de los países europeos para acoger a los refugiados y emigrantes que vienen de los países del norte de África y del Medio Oriente, huyendo del terror de la guerra, provocada en gran parte por las intervenciones de los occidentales (NATO) y especialmente por la política imperial norteamericana.

Según datos el Alto Comisionado de las Naciones Unidas para los Refugiados (ACNUR) solamente este año 60 millones de personas se han visto forzadas a abandonar sus hogares. Solamente el conflicto sirio ha provocado 4 millones de desplazados. Los países que más acogen a estas víctimas son el Líbano con más de un millón de personas (1,1 millón) y Turquía (1,8 millones).

Ahora esos miles de personas buscan un poco de paz en Europa. Solo en este año cruzaron el Mediterráneo cerca de 300.000 personas entre emigrantes y refugiados. Y el número crece día a día. La recepción está cargada de mala voluntad, despertando en la población de ideologías fascistoides y xenófobas manifestaciones que revelan gran insensibilidad y hasta inhumanidad. Solamente después de la tragedia de la isla de Lampedusa, al sur de Italia, en la que se ahogaron 700 personas en abril de 2014, se puso en marcha una operación Mare Nostrum con la misión de rastrear posibles naufragios.

La acogida está llena de incidentes, especialmente por parte de España y de Inglaterra. La más abierta y hospitalaria, a pesar de los ataques que se hacen a los campamentos de refugiados, ha sido Alemania. El gobierno filo-fascista de Viktor Orbán de Hungría ha declarado la guerra a los refugiados. Tomó una medida de gran barbarie: mandó construir una cerca de alambre de púas de cuatro metros de altura a lo largo de toda la frontera con Serbia, para impedir la llegada de los que vienen del Medio Oriente. Los gobiernos de Eslovaquia y de Polonia declararon que solamente aceptarían a refugiados cristianos.

Estas son medidas criminales. ¿Todos estos sufrientes no son humanos, no son hermanos y hermanas nuestros? Kant fue uno de los primeros en proponer una República Mundial (Welterepublik) en su último libro La paz perpetua. Decía que la primera virtud de esta república debería ser la hospitalidad como derecho de todos y deber para todos, pues todos somos hijos de la Tierra.

Ahora bien, esto está siendo negado vergonzosamente por los miembros de la Comunidad Europea. La tradición judeocristiana siempre afirmó: quien acoge al extranjero está hospedando anónimamente a Dios. Valgan las palabras de la física cuántica que mejor escribió sobre la inteligencia espiritual, Danah Zohar: «La verdad es que nosotros y los otros somos uno solo, que no hay separatividad, que nosotros y el ‘extraño’ somos aspectos de la única y misma vida» (QS: conciencia espiritual, Record 2002, p. 219). Como sería diferente el trágico destino de los refugiados si estas palabras fuesen vividas con pasión y compasión.

(*) Leonardo Boff es Teólogo

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5 COMENTARIOS

  1. Europa siempre ha jugado sobre el tablero de las fronteras del Medio Oriente. Los británicos y los franceses, arbitrariamente crearon las fronteras de Irak, Kuwait, Siria, Palestina, Líbano, Jordania y Arabia; irrespetado las fronteras étnicas, como es el caso de los Kurdos. Su más reciente intervención en esa área geopolítica, produce como resultado la rebelión radical del Estado Islámico y el terror que ahora viven las poblaciones de las áreas en conflicto. Los británicos, los alemanes, los españoles, los franceses y los estadounidenses han sido los artífices de la desestabilización que se vive esta región. El Estado Islámico es una lamentable respuesta radical a la invasión de Irak por parte de los Estados Unidos y sus aliados, durante la administración Bush y su desconcertada respuesta al ataque a las Torres Gemelas. Todavía resuena el lema «Mission Accomplished», en la pancarta que ostentaba G. Bush en ocasión de celebrar, prematuramente, su «triunfo». Millones de dólares después, miles de vidas sacrificadas, y años de conflicto bélico, la región es un polvorín del que huyen cientos de refugiados. El Medio Oriente de ha convertido en una zona de campamentos de refugiados, palestinos, sirios, iraquíes y kurdos, mientras las potencias occidentales juegan a dioses.

  2. Yo me pongo a pensar en la psicología que gobierna a los multimillonarios que mangonean EEUU y a sus títeres en Washington, y por más que trato de justificarlo no logro entender como carajos alguien puede ser tan desgraciado como para jugar con la vida de miles de millones de esta forma. A veces pienso que esos tipos no tienen psicología humana, por cuanto se tiene que tener una mentalidad de verdad insana para hacer lo que esta gente hace, so pretexto de poder. Y todo para qué? Para que podrirse después de 80 o 90 años, como cualquier otro. La vida aquí es un paso muy corto y no vale la pena vivirla para hacerle daño a otros, ni para vivir como idiota acumulando la plata, ya que eso al final no resuelve nuestros problemas existenciales, y tampoco es garantía de paz ni tranquilidad. Es en momentos de dolor indescible como estos que la fe y la convicción espiritual muestran su fortaleza, y le pone a uno en un contexto verdadero con respecto a la condición humana y el problema del dolor. Desde luego, existen muchos ahí afuera que usted quiere que piensen que esto es un vacilón, que todo es «pura vida», pero si usted tiene un poco de sesos y ve cosas como estas que pasan en el mundo, rapidito comenzará a hacerse preguntas incómodas.

  3. La mediática neoliberal se ha dado a la tarea de satanizar al gobierno húngaro, quizás porque es un líder disidente dentro de la Unión Europea, y no se pueden dar el lujo de que esta disidencia crezca en Europa. Con injusta frecuencia, se le tilda de fascista cuando les conviene, y otras veces de comunista cuando hace acercamientos con Rusia. Se le tilda de extremistas cuando hacen un muro para mitigar la gigante e inusual inmigración causada por otras potencias, pero nadie dice lo mismo de USA que tiene sus muros en la frontera con México para detener un inmigración que es tradicional.
    Tengamos presente que esta avalancha de inmigrantes en Europa es totalmente inusual. Los húngaros, así como cualquier otro país con recursos limitados, no están preparados para este tipo de eventos, que pueden desembocar fácilmente en una catástrofe humanitaria.
    Además, países que hoy dicen en los medios neoliberales que están abiertos a los inmigrantes, los devolvían al país que los dejó entrar solo hace unos días atrás. La historia de la inmigración europea no es nueva, y estos «países abiertos» se han opuesto enérgicamente a la inmigración, devolviéndolos al país que los dejó entrar a la UE. Justo por esa razán es que estos nuevos inmigrantes no se dejan registrar en Hungría, porque tradicionalmente son devueltos al país que los registró al entrar.
    No nos dejemos engañar, esta crisis no empezó esta semana. Ni los buenos en esta historia son tan buenos, ni el gobierno húngaro es fascista como sus enemigos ahora lo quieren pintar.

  4. Muy acertada esta nota, pero es muy fácil hablar desde la lejanía y evitar analizar lo que pasa en nuestra casa. Los ticos no hemos sido precisamente acogedores de los nicas que han venido a dar acá producto de la pobreza de su país.
    “La tradición judeocristiana siempre afirmó: quien acoge al extranjero está hospedando anónimamente a Dios”: si aplicamos está frase a la mayoría de ticos y ticas veremos que nos quedamos cortos…

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