Atenas, 20 sep (dpa) – ¿Quién ganará esta vez en las elecciones griegas? ¿El izquierdista Alexis Tsipras o el conservador Evangelos Meimarakis? Durante el fin de semana la prensa helena ya ha estado centrada en «el día después». «El difícil puzzle de la cooperación (tras las elecciones)», titulaba por ejemplo el conservador «Kathimerini».
Muchos votantes piensan parecido. «Me da igual cuál de los dos (Tsipras o Meimarakis) lo consiga. Lo importante es que finalmente tengamos un gobierno que gobierne y no sólo maniobre», afirmaba Foivos Fanartzis poco antes de votar en Neon Iraklion, en la periferia de Atenas.
El nuevo gobierno, sea cual sea, tendrá que implementar en octubre los recortes y privatizaciones aprobadas en agosto en el Parlamento por el partido de Tsipras, Syriza, y por el de Meimarakis, Nueva Democracia (ND). De no hacerlo así, el país volvería quedarse pronto sin efectivo.
Hasta ahora Tsipras ha maniobrado mucho. El 25 de enero ganó las elecciones anticipadas y formó un gobierno de coalición con Griegos Independientes, formación populista de derechas. Durante meses negoció y dilató todas las decisiones con la esperanza de que hubiese un acercamiento con los acreedores. El objetivo era lograr un programa de ahorro menos severo para que el país no se desestabilizase aun más.
Cuando los acreedores insistieron en exigir duros recortes, Tsipras convocó por sopresa un referéndum. Los griegos dijeron «no» al programa de recortes pero Tsipras dio un giro y aceptó ajustes aun más duros, según sus palabras, para evitar una catástrofe. Y cuando el ala más izquierdista de Syriza se rebeló y escindió del partido, el primer ministro dimitió y abocó al país a estas elecciones anticipadas.
Ahora en Atenas se especula sobre la conformación de una nueva coalición. A Tsipras le gustaría seguir trabajando con los populistas de derechas, aunque también sería posible una coalición con los socialistas o con los centristas de To Potami. Si ganan los conservadores, se da casi por descontado que habrá una cooperación con esas dos formaciones. Meimarakis ha abogado incluso por una coalición más amplia, integrada también por Syriza, pero Tsipras rechaza esa posibilidad.
Lily Sarafi, panadera de 55 años, mostraba hoy su preocupación por el partido de extrema derecha Amanecer Dorado. Su intención era votar a uno de los partidos pequeños, para que la formación racista no se convierta en la tercera fuerza en el Parlamento, como pronosticaban algunas encuestas.
«No quiero aquí a los inmigrantes», apuntaba por el contrario otro votante que depositó su papeleta en un colegio del barrio ateniense de Kato Patissia.
El recuento de votos se espera con tensión en todas partes. El lunes el líder de la fuerza más votada recibirá previsiblemente el mandato para iniciar conversaciones de manos del presidente, Prokopis Pavlopoulos. Y entonces comenzará la búsqueda de un socio para un gobierno estable. Si no se consigue, el mandato pasará al líder del segundo partido más votado, y si este fracasa, seguirá la tercera fuerza.
Si fracasan todos los intentos, la Constitución prevé nuevas elecciones en un plazo de 30 días. Sería «el peor escenario» de todos, según coincidían hoy los rotativos griegos.