Este fue el “slogan” de campaña del ex presidente Luis Alberto Monge en el año 1982, cuando el tema agrario era preocupación de los partidos políticos. No es nuestra intención analizar los logros concretos en ese campo del gobierno que levantó esa bandera, pero si podemos estar seguros de que nunca se trató de una reforma agraria integral como la proponían algunos partidos y organizaciones de campesinos. Todo lo contrario, fue en ese gobierno cuando se iniciaron los primeros pasos en la implementación del modelo neoliberal con el primer Programa de Ajuste Estructural (PAE), al cual le siguieron otros dos y culminaron con el TLC entre Centro América, República Dominicana Estados Unidos, modelo este que, como todos sabemos, ha significado el estrujamiento del campesinado con su política de privilegiar la importación de productos que considera es más barato importarlos que producirlos.
Es notorio que productos como el maíz blanco y amarillo, consecuencia de convenios como el PL480, de los cuales éramos autosuficientes, ahora se importa en un elevado porcentaje. Por otra parte, el fenómeno de la extranjerización de la tierra no se limita hoy día, como lo fue en el pasado, a las plantaciones bananeras, sino que se ha hecho extensivo, con graves consecuencias ambientales, a miles de hectáreas dedicadas al cultivo de la piña y palma africana. Muchos pequeños y medianos propietarios han vendido sus fincas a estas empresas transnacionales de los monocultivos. Tampoco renuncian algunos a la posibilidad de llenar nuestras llanuras de cultivos de soya y otros transgénicos.
La importación de aguacates de México y Guatemala, donde aquellos que se dedican a este negocio lanzaron el grito al cielo por imponérseles medidas de protección fitosanitarias, es otra demostración de cómo se va sustituyendo el producto nacional por el importado.
Como que se nos fue olvidando que había problemas de concentración de la tierra y campesinos sin tierra, al estar enfocados en los nuevos problemas surgidos como consecuencia del TLC que poco a poco venían agobiando a nuestros agricultores.
Si bien es cierto que Costa Rica no presenta situaciones límites como se ven en otros países en cuanto a la concentración de la tierra, como es el caso de Colombia donde ha traído como consecuencia el surgimiento de guerrillas campesinas, tampoco el panorama es como para despreocuparnos.
Desde 1984 no se realizaba un censo agropecuario y no fue sino hasta el año 2014 que se pudo realizar otro, o sea después de transcurridos treinta años. Pero de la lectura de sus objetivos y metodología se puede concluir en que su centro de atención no fue arrojar información sobre tenencia de la tierra y sus repercusiones económicas y sociales sino utilizar esa información convenientemente para el modelo neoliberal agrario instaurado. No ha sido sino como consecuencia del conflicto por la tierra en la zona Sur, donde más de 100 familias han sido desalojadas de la finca que tenían en posesión desde hace varios años, que el tema ha vuelto a ocupar nuestra atención.
Según datos de este último censo Agropecuario: “El total de fincas censadas fue de 93 017, lo que comparado con la cantidad reportada en 1984 representa un decrecimiento de 8 921 fincas, equivalente a 8,7%…de los seis censos agropecuarios que se han realizado en el país (1950-2014), a partir de 1955 hasta 1984 hubo un crecimiento en el número de fincas, situación que no se da en el censo del 2014” (pág. 23) (1) (Nota: o sea, el número de fincas viene decreciendo en los últimos años, indicador de que la tenencia de la tierra se viene concentrando).
Hemos descubierto de pronto la existencia de conflictos agrarios que permanecían silenciados y vivíamos una aparente y engañosa paz agraria, lo cual quizá sea la razón por la cual este tema haya sido incorporado a los programas de los partidos políticos de manera tangencial y en algunos casos como asunto irrelevante o de poca monta.
En el Frente de Acción Unitaria (FAU) desde el momento mismo en que dimos por concluida nuestra labor de recopilación del pensamiento de diversos grupos, el cual quedó plasmado en el Proyecto País: GENTE VIVIENDO CON DIGNIDAD, establecimos Un subsistema de soberanía alimentaria, el cual expresa el derecho inalienable de nuestro pueblo de no ser, por ningún motivo, un rehén de los alimentos producidos fuera de nuestras fronteras. Depender de los alimentos que producen otros, aun cuando resulten más baratos en situaciones coyunturales, sólo expresa una inaceptable supeditación, claramente utilizada por los países industrializados, con agriculturas altamente subvencionadas, como una sofisticada herramienta política. Además, es inaceptable calificar los alimentos como mercancías. La tarea de nutrir a nuestras poblaciones, con alimentos abundantes y de excelente calidad, le compete por entero a nuestros campesinos, agricultores y empresarios agroindustriales, por lo que debe ser reconstruido un sistema de apoyo gubernamental, encabezado por el CNP, de producción, acopio, distribución eficiente y precios accesibles para todas las familias.
Pero falta un ingrediente, dotar de tierra suficiente a los campesinos que no la tienen y estén dispuestos a trabajar en la agricultura, este sistema puede ser la tenencia de la tierra en calidad de usufructo, con lo cual se demostraría y estimularía la verdadera vocación agrícola y campesina de los poseedores, evitándose así que este bien salga de la tutela del Estado, convirtiéndose en mercancía y en consecuencia en objeto de especulación en el mercado.
En estos momentos el apoyo y solidaridad con los campesinos de Palmar Sur, debe ser extensiva a los campesinos sin tierra y a los grupos organizados que en diferentes partes del país libran abnegada y silenciosamente esta lucha por la tierra. Es hora re relanzar la consigna de una reforma agraria integral para nuestros campos.
Volvamos- pero esta vez de verdad- a la tierra, no en cajón de madera, sino vivos y con dignidad.
(1) http://www.mag.go.cr/bibliotecavirtual/a00338.pdf
ü Un subsistema de soberanía alimentaria: Esta expresa el derecho inalienable de nuestro pueblo de no ser, por ningún motivo, un rehén de los alimentos producidos fuera de nuestras fronteras. Depender de los alimentos que producen otros, aun cuando resulten más baratos en situaciones coyunturales, sólo expresa una inaceptable supeditación, claramente utilizada por los países industrializados, con agriculturas altamente subvencionadas, como una sofisticada herramienta política. Además, es inaceptable calificar los alimentos como mercancías. La tarea de nutrir a nuestras poblaciones, con alimentos abundantes y de excelente calidad, le compete por entero a nuestros campesinos, agricultores y empresarios agroindustriales, por lo que debe ser reconstruido un sistema de apoyo gubernamental, encabezado por el CNP, de producción, acopio, distribución eficiente y precios accesibles para todas las familias. (Un Proyecto País Gente Viviendo con Dignidad, pag. 45)
(*) Firma Responsable, Juan Félix Montero Aguilar, Frente de Acción Unitaria (FAU).
El día que decidamos ser gente que quiere vivir con dignidad, los TLC y todo lo que vino antes colapsará, pero lo principal es desear vivir dignamente. Algún día sucederá, lo que lamento es que dudo estar viva para verlo.