“Ningún individuo o grupo humano se puede considerar omnipotente ni está autorizado a pasar por encima de los demás”, Papa Francisco.
La decisión de Rusia, a solicitud del gobierno de Siria, respetando las normas internacionales de intervención, de atacar los puntos estratégicos del territorio ocupado por el Estado Islámico (ISIS) en ese país ha enfurecido a algunos líderes de las potencias occidentales. Perciben en esta sorpresiva acción de la aviación rusa, que se derrumban sus propósitos de derrocar a un gobierno que no se les subordina al, ahora extendido, “destino manifiesto”, o a ese tipo de “liderazgo” que, en boca de un precandidato usa-americano, solo se consigue con la fuerza de las armas.
El enojo es tal que multiplica las temerarias, incoherentes e infundadas afirmaciones sobre los objetivos de los ataques rusos. Afirmaciones que son descartadas por una realidad imposible de ocultar, gracias a las asombrosas tecnologías de la comunicación moderna. Los hechos hablan por sí mismos. En poco más de cuarenta y ocho horas la aviación rusa le ha ocasionado a los terroristas del EI más daños que los dudosos que dicen haberles infligido, en más de un año, una coalición a la que le es ya imposible ocultar sus verdaderos propósitos geopolíticos de dominación mundial.
Las últimas injerencias en los asuntos internos de países del norte de África y el Medio Oriente, incluso en Ucrania, ha llegado a tales extremos que, como decía el afamado escritor latinoamericano Eduardo Galeano, ha provocado la desintegración de países, grandes cementerios y “un manicomio total”. Habría hoy que agregarle la dramática situación que padecen cientos de miles de familias, que deambulan desesperadas en busca de refugio en los distintos confines del planeta.
La frase del discurso pronunciado por el Presidente de la Federación de Rusia Vladimir Putin en la reciente Asamblea de las Naciones Unidas al increparles a los responsables de esta vorágine que amenaza la paz mundial, a quienes desde fuera generaron los conflictos “¿Se dan cuenta de lo que han hecho?” quedará estampada en la historia de la humanidad cómo una de las más lapidarias y a la vez certera y oportuna dichas por un gobernante.
¿Se auguran tiempos nuevos de paz y armonía planetaria? Aún no lo sabemos pero lo evidente es que los acontecimientos de sustantivos cambios se precipitan y aportan grandes lecciones. Una de ellas es saber distinguir esa perversidad humana hecha poder y sistema que no conoce de límites. Las justas intenciones y la buena voluntad no han sido nunca rasgos distintivos de los que guían sus vidas, impulsados por la codicia y los febriles deseos de dominio sobre los demás. Apartar esa ingenuidad, que el gran Sacerdote de Troya Laooconte con su ruego “señor no le creas a los griegos ni aun cuando te ofrecen regalos” ni Casandra la hija del Rey Priamo pudieron lograr es un imperativo de todo gobernante que se sienta responsable de la seguridad de todos los habitantes del planeta El resto es historia conocida.
Nadie debe arrogarse el derecho de calumniar a un pueblo o una nación. Las sistemáticas diatribas con el mismo mensaje “los rusos son malos”, casi como venidos de otro planeta para destruir lo existente, es mito y una patraña que si bien una vez lograron hacerla grande ya se les está cayendo de manera estrepitosa debido a la avalancha de hechos que les provocan desatinos y una incontenible furia que enceguece a los más recalcitrantes.
Sin embargo aflora la esperanza y un moderado optimismo que nos lleva a pensar que la sensatez, como pareciera suceder en altas esferas del poder mundial, sigue ganando terreno para aislar cada vez más a los iracundos que se resisten a aceptar la existencia de un mundo multipolar y de relaciones multilaterales entre todas las naciones. Entendemos que la hipocresía y los engaños, intrínsecos de un sistema en decadencia seguirán existiendo. En dosis cotidianas se continuaran difundiendo a diestra y siniestra siguiendo lo que el filósofo e historiador francés Francois Marie Arouet, mejor conocido como Voltaire, le escribió a su amigo Nicolás Claude Thieriot: “calumniad, calumniad, que siempre algo queda.”
Cosas veredes amigo Sancho que harán fablar a las piedras, le dijo Don Quijote a su escudero. Espíritu latente en este mundo atribulado que bien podría llegar a hacer que hasta las piedras hablen, a pesar de aquellos que teniendo oídos no quieren oír y teniendo ojos no quieren ver.
(*) José Luis Callaci
Increíble, de las mejores notas que he leído sobre este tema.
Excelente comentario señor Callaci. La imagen de «salvador» que EEUU construyó durante los años de la post-guerra, se desmorona con cada día que pasa, y su discurso «en pro de la libertad» ya no impresiona a nadie. La incoherencia de sus palabras con sus acciones los ha desnudado, y es hora de un nuevo liderazgo, que lleve a la humanidad por el camino de la tolerancia, la razón y la justicia. Putín ha tomado la bandera, y Rusia ha demostrado con acciones que está preparada para dar una lucha en contra de quienes se creen dueños del mundo. «Por ahí deben estar…….en algún sitio!!!» fue la respuesta que Bush hijo dio a los periodistas (en medio de risas de burla) cuando se le preguntó sobre la ubicación de las armas de destrucción masiva, que sirvieron de justificación para que EEUU invadiera Iraq, armas que nunca fueron encontradas, y que fueron el argumento de Washington para ir, de forma subterránea, a apoderarse del petróleo iraquí. El mundo perdió una gran dosis de inocencia gracias a las mentiras desenmascaradas de la política estadounidense, y aun falta por revelarse mucho más…
Los rusos no son ni más ni menos malos que los gringos. SON LA MISMA COSA A SABER POTENCIAS CON AGENDAS IMPERIALES.Es increible que con la cantidad de información que círcula y sobre todo con las lecciónes que ha dado la historia todavía haya personas tan ingenuas para pensar que un gran país busca paz sin mayor interes. Eso es tan ingenuo como cuando los aztecas calificaron de dioses a Hernan Cortez y su pandilla de ladrones. Los rusos, al igual que los estadounidenses, los ingleses, los frances, etc, solo pretenden con sus intervenciónes en otros países entablar o bien apuntalar sus negocios, sean estos vender bienes de consumo másivo, armas, expoliar los recursos naturales ajenos u obtener mano de obra barata.
Nadie debe arrogarse el derecho de calumniar a un pueblo o una nación. Las sistemáticas diatribas con el mismo mensaje “los rusos son malos”, casi como venidos de otro planeta para destruir lo existente, es mito y una patraña …..Lo mismo he dicho yo siempre de los Judios, no se debe de utilizar esta diatriba para promover intereses ideologicos.
«que se derrumban sus propósitos de derrocar a un gobierno que no se les subordina al, ahora extendido» PORFAVOR señor Callaci, es un deber de todos derrocar a un gobierno de un déspota que usó armas químicas proporcionadas por Rusia contra la población civil!!! ataca a mansalva con bombas de barril los centros civiles como lo hizo el mismo Somoza durante el 78-79, Estoy de acuerdo que la única solución al problema tiene que ser de la mano de la Federación Rusa, pero jamás ni nunca debe prevalecer un déspota represor como Bashar Al Asad.
Nada más acoto que la Rusia de Putin desea ser lo mismo que los Yankis, ya no una potencia como lo fue la URSS si no un imperio saqueador de recursos como lo es los Estados Unidos (Por algo están en Donbás, Ucrania que tiene los mejores suelos profundos del mundo), nada de sensato hay en la intervención de Rusia solo la acción-reacción o pesos y contrapesos (OTAN VS RUSIA-IRAN) que nada bueno le van a dejar al pueblo Sirio.
aquí en Tiquicia es fácil opinar, especialmente cuando uno pertenece a un país que vendió su soberanía al gobierno gringo…y todo para qué? Ahora igual terminamos sin empleos, atrapados por su crisis, y con un TLC que al final se hizo agua.
En cuanto a los rusos….es cierto, las potencias que llaman son potencias de intereses materialistas. Lo que pasa es que por lo menos Rusia no es la que nos ha venido a chingar la vidad desde el siglo XIX y hoy día. El mejor amigo de uno es el que no hace daño.
Excelente reflexión, señor Callaci. Felicitaciones.