Una noticia leída en el medio electrónico Informa-tico, señalaba que el Movimiento Social por el Derecho a la Comunicación y la Red Mica denunciaron, este martes, la concentración de medios de comunicación por grupos de poder económico que quedó en evidencia con el traspaso del Canal 9 al Grupo Repretel (cosa que luego se desmintió, aunque ya uno no sabe que creer) y la falta de control y acciones por parte de las instituciones del Estado responsables del uso del espacio radioeléctrico para impedir que esto ocurra en nuestro país.
Ello no me extrañó en absoluto. Es una acción más de la concentración del poder mediático que se viene manifestando desde hace años, si la noticia fuera cierta, como parte de las estrategias neoliberales que buscan manipular la opinión pública a través de una prensa a su servicio. Es decir, al servicio de la concentración de la riqueza en pocas manos, el debilitamiento del Estado, la eliminación del modelo político que nos ha amparado de tormentas más fuertes, cuando el mundo se debatía en medio de crisis cíclicas, como son las que produce el capitalismo salvaje.
Sin embargo, no se pueden entender las acciones de hoy si no recordamos hechos pasados.
La década del ’80 dio pauta para que políticamente en nuestro país se adueñara del poder el grupo tecnocrático neoconservador que desde el Partido Liberación Nacional inició el tránsito al modelo neoliberal, caracterizado por ser de economía abierta, orientado hacia fuera y por la conversión (entiéndase destrucción o debilitamiento) de la estructura económica nacional.
Este modelo toma la globalización económica como salida para que las empresas trasnacionales internacionalizadas, en connivencia con los grupos privados internos de poder económico y los gobiernos de los las últimas décadas, fuera una alternativa para la reconversión del modelo político económico nacional. Su base teórica se encuentra en el neoliberalismo y toma como lineamientos de conducta y orientación el Consenso de Washington.
Los programas neoliberales de ajuste, estabilización y cambio estructural, diseñados con el apego al Consenso de Washington, representan un cambio radical a la política económica aplicada durante los cincuenta años anteriores donde el crecimiento económico en términos del PIB nacional y per cápita fue más o menos sostenido, al igual que la inversión fija bruta y el poder adquisitivo de los salarios reflejándose en un incremento del bienestar de los costarricenses.
La estrategia económica neoliberal se orientó a acrecentar el papel del mercado, considerándolo desde su punto de vista como mecanismo de asignación óptima de recursos, maximizador de la producción y del empleo, corrector automático de eventuales desajustes económicos, y garante de la inversión productiva y el desarrollo económico, transfiriendo a los agentes privados y al mercado, gradual pero sostenidamente, las funciones económicas anteriormente asignadas al Estado. Todo lo cual resulto ser nada más ni nada menos que una entelequia irrealizable.
Ello significó la apertura comercial unilateral y abrupta que vino con los Tratados de Libre Comercio, la liberalización de los mercados financieros y de la inversión extranjera, la privatización disimulada de las empresas estatales y la producción de infraestructura pública, la liberalización de precios internos (entendamos el descontrol absoluto, que nos ha llevado a ser uno de los países más caros de América Latina), el achicamiento del Estado como rector y promotor activo del desarrollo económico y del bienestar social, reduciendo o eliminando programas de fomento económico sectorial, de infraestructura económica y desarrollo económico general, además de ir debilitando progresivamente los programas sociales de asistencia hacia los más desfavorecidos de la población.
Adicionalmente, como es común a los arreglos de los poderosos, los políticos y empresarios de esta nueva corriente impulsada oficialmente por Liberación Nacional, saltaron de inmediato innumerables casos de corrupción en todos los campos de la actividad económica y gubernamental. Cosa que no es de extrañar, pues las políticas neoliberales, propulsoras de la ausencia de control por parte de Estado y favorecedoras de las empresas privadas, han sido y siguen siendo el caldo de cultivo para la más abyecta corrupción público/privada.
(De alguna forma la prensa local colaboró en el pasado a sacar a la luz pública los escándalos más evidentes y aberrantes (Calderón, Rodríguez, Figueres, Arias Sánchez) y en los últimos meses la situación caótica de las Convenciones Colectivas en las organizaciones autónomas del Estado. Sin embargo, guarda silencio absoluto sobre el contrabando organizado, la evasión de impuestos y de cuotas al Seguro Social, de los grandes empresarios. Lo cual resulta lógico desde su óptica: son ellos los que mantienen financieramente los medios controlados por los grandes conglomerados económicos.)
Las reformas que permitieron el proceso de ajuste y cambio estructural propias del modelo neoliberal inician con la eliminación del proteccionismo comercial, la liberación financiera interna y externa para evitar interferencias estatales “nocivas”, se manipularon los encajes bancarios y otros mecanismos de canalización selectiva del crédito, se desregularon las tasas de interés, se eliminaron subsidios financieros y se fijaron topes al financiamiento del sector público, se permitió el movimiento irrestricto de capitales.
En suma, el gobierno deja de tener una línea coherente de política monetaria, cambiaria, y fiscal para el crecimiento, pasando éste a ser determinado por quienes controlan las fuerzas del mercado, estableciendo la política económica donde se prioriza como objetivo la estabilidad monetaria-cambiaria exigida por el capital financiero internacional. Se estabiliza el tipo de cambio y la inflación mediante la entrada de capitales extranjeros a costa del manejo del manejo de la política económica a favor de las demandas nacionales.
Con relación al manejo de los medios de comunicación, elemento importantísimo para el control mental de la población, especialmente la menos educada y más maleable, el apoderamiento de los medios y la creación de conglomerados que sigan una misma línea ideológica resultan de vital importancia.
Por otro lado, las izquierdas de fines de los años noventa, que entre otras cosas criticaban las bases conceptuales del desarrollo, se comprometieron a terminar con la corrupción en el Estado y la política, defendían la ampliación de los derechos y la justicia, buscaban una radicalización de la democracia con más participación y consultas, y estaban estrechamente vinculadas a diversos movimientos sociales. En algunos países grupos denominados progresistas, que no deben confundirse con izquierdas, se apoderaron del gobierno mediante elecciones libres, e iniciaron una vuelta hacia atrás delas políticas neoliberales,
El debate de ideas sigue siendo fundamental, el entendimiento de las prácticas y urgencias de los movimientos sociales es indispensable, y el antídoto ante los slogans sigue siendo manejos serios y rigurosos de la información y los análisis. Las voces de las izquierdas son necesarias, aunque sin duda deberán navegar bajo condiciones adversas ya que en muchos casos serán hostigadas desde los progresismos como por la derecha.
Las izquierdas plurales, democráticas e independientes siguen teniendo un papel crítico, tanto para evitar retornos a gobiernos y posturas conservadoras, como para alertar sobre consecuencias negativas de los llamados “progresismos” actuales. Muchas medidas que están tomando estos gobiernos ante la presente crisis tienen efectos casi contrarios a los supuestos beneficios que dicen sus defensores. Por ejemplo, la adicción progresista a los extractivismos, está dejando economías todavía más dependientes de las materias primas, un viejo sueño de las corporaciones transnacionales que manejan el comercio en esos rubros, y a la vez se traban las exploraciones de alternativas postextractivistas, otro sueño de las empresas mineras y petroleras.
Las izquierdas plurales y democráticas también deben estar atentas a no caer en reflejos conservadores, ni ser partícipes de una restauración neoliberal. El antídoto está en permanecer siempre enfocadas en los compromisos con la justicia social y ambiental. Pero tampoco deberían caer en guerrillas intelectuales donde la diferencia es personificada en enemigos a combatir, o en una lucha para ver quién es más de izquierda.
Muy por el contrario, las izquierdas deben relanzar sus propias miradas críticas, que rescaten los aportes positivos de los progresismos, pero que también sean capaces de entender sus contradicciones y retrocesos. Ellas dejan en claro que los progresismos no son el final del camino, sino una etapa en procesos de cambio que necesitar proseguir. No pueden quedarse calladas, y todos tenemos que escuchar sus reflexiones sobre justicia social y ambiental.
Como puede concluirse, los deseos de las izquierdas no podrán ser convertidos en realidad, si los medios de comunicación colectiva se encuentran en manos de los poderes económicos neoliberales, que tergiversan sistemáticamente todo aquello que vaya en contra de sus intereses mercantilistas. Por lo tanto, la ausencia de unas estrategias claramente estructuradas del lado de la izquierda social, frente a las de la derecha neoliberal, hace que estas últimas puedan avanzar, como de hecho lo hacen en nuestro país, hacia una profundización del decálogo de la derecha extrema que representan.
De allí que, todo lamento, denuncia, escandalo, reacción o manifestación, queda suspendida en el aire, pues las derechas neoliberales tiene copado el poder en la Asamblea Legislativa, que son los que, al fin y al cabo, dejan pasar o anulan iniciativas ciudadanas. Ejemplos de ello tenemos en gran número.
(*) Alfonso J. Palacios Echeverría
4 Comments
William
Así es Don Alfonso J. Palacios, excelente artículo.
Fernando
En otros países se habla más de esa concentración de medios, aquí con pocas excepciones el tema es completamente pasado por alto. Los medios manejan y manipulan los temas que les afectan así tenemos el berrinche frenético y la denuncia a entes internacionales, por lo que fue un venido a menos proyecto que ni siquiera llegó a la Asamblea legislativa, pero se basaron en eso para armar un escándalo, nunca hablaron de las pírricas sumas que pagan al Estado por la concesión de frecuencias de radio y televisión. Los medios dizque grandes van en una misma línea, en realidad no hay libertad de prensa a menos que por libertad se entienda que haya muchos medios, los hay pero en unas cuántas manos.
Fernando
Cuando murió Parmenio, murió la crítica mordaz, aquí de vez en cuando salen los llamados directores de medios y hacen su editorial, pero no hay crítica seria por lo menos en la radio y la tv. Los que manejan la opinión son los mismos de siempre que ya se sabe a quien están alineados. si no fuera por internet tendríamos una dictadura editorial cerrada.
Carlos Loria P.
Canal 9 cerro sus puertas dejado en la calle a cientos de empleados.
La publicidad y la suscripcion son lo ingresos de los medios.Entre mas medios,
mejor oferta al anunciante, mayor participacion del pastel publicitario.
Solo los medios de comunicacion que cuenten con un mecenas,un partido o embajada,o bien el estado como sus propietarios pueden darse el lujo de salr al aire sin preocuparse de los ingresos.