Por Cecilia Caminos (dpa), Buenos Aires/Río Gallegos, 10 oct (dpa) – Los reiterados discursos por cadena nacional de la presidenta argentina Cristina Fernández de Kirchner abrieron el debate sobre su uso como recurso proselitista a dos semanas de las elecciones para votar a su sucesor.
La ley argentina establece que el «Poder Ejecutivo podrá, en situaciones graves, excepcionales o de trascendencia institucional, disponer la integración de la cadena de radiodifusión nacional que será obligatoria para todos los licenciatarios». En cada cadena nacional, todas las emisoras de televisión y radio, incluidas las cadenas noticiosas, están obligadas a interrumpir su programación para emitir el discurso presidencial.
Fernández de Kirchner utilizó este año en 44 oportunidades la cadena nacional sin mediar una situación grave y en la mayoría de los casos para realizar inauguraciones o anuncios de obras, muchas veces acompañada por los candidatos del Frente para la Victoria (FpV) oficialista.
La presidenta argumentó varias veces que usa este recurso para que toda la población se entere de las obras de su gobierno porque, según señaló, no suelen ser difundidas por la prensa crítica.
El viernes marcó un nuevo hito, con tres discursos en cadena en una sola semana.
La presidenta habló al país desde la austral provincia de Santa Cruz, donde posee su residencia privada y gestó su carrera política junto a su fallecido esposo y antecesor Néstor Kirchner (2003-2007). Ya había dado un discurso al país pocos días atrás desde allí.
Esta vez anunció un acueducto para el norte del distrito e inauguró una piscina pública, en lo que en realidad pareció un nuevo acto de campaña a favor de su hijo, Máximo Kirchner, y su cuñada, Alicia Kirchner.
Para evitar cuestionamientos, la pantalla mostró en casi todo momento en primer plano a la presidenta y sólo se veían los brazos de las dos personas que la acompañaban.
Sólo cuando se pudo ver un plano abierto, tomado desde una cámara alejada, y por lapsos de breves segundos, se observó a su lado a Alicia Kirchner, ministra de Desarrollo Social y candidata a gobernadora de Santa Cruz, y a Carlos Zannini, secretario de Legal y Técnica de la presidenta y compañero de fórmula del postulante presidencial del FpV Daniel Scioli.
En otras cadenas nacionales, la mandataria estuvo acompañada por su hijo, quien aspira a una banca de diputado nacional como candidato del FpV por la provincia de Santa Cruz, o Scioli y otros postulantes oficialistas.
Fernández de Kirchner dejará los cargos públicos cuando entregue el poder el 10 de diciembre a su sucesor, pero aspira a que sus familiares y varios de sus más estrechos colaboradores ocupen cargos electivos y se mantengan en el poder.
El kirchnerismo enfrenta sin embargo en Santa Cruz una pelea electoral reñida con el frente opositor liderado por el radical Eduardo Costa.
«Sueño con una Santa Cruz que vuelva a ser lo que era cuando Néstor era gobernador», declaró la presidenta durante su discurso al país, en respaldo a Alicia Kirchner. «Vamos a volver a tener la Santa Cruz que nos merecemos, hemos sufrido mucho, queremos tener alegría y llevarnos bien entre todos», aseguró.
«¡Estamos hartos de la cadena nacional!», se quejó esta semana el candidato presidencial de la coalición opositora Cambiemos, Mauricio Macri, quien consideró un «abuso de poder» la actitud de la presidenta. El alcalde porteño aspira a entrar a una segunda vuelta con Scioli, que lidera los sondeos de intención de voto.
Margarita Stolbizer, candidata a la Casa Rosada del frente Progresistas, advirtió hoy que la presidenta «está en el margen de la ilegalidad absoluta» porque «la cadena nacional es para situaciones de emergencia y necesidad pública».
La ley electoral prohíbe en tanto la difusión de obras o acciones gubernamentales 15 días antes de los comicios. En elecciones anteriores la presidenta desafió la veda, como cuando pocos días antes de las primarias de agosto anunció un aumento en las jubilaciones y pensiones.
La veda comienza hoy y la incógnita es cómo obrará Fernández de Kirchner en la recta final de la campaña, en momentos en que está en juego la posibilidad de que el postulante presidencial kirchnerista pueda conseguir un triunfo en primera vuelta -si obtiene el 45 por ciento de los votos o el 40 por ciento con diez puntos de ventaja sobre su más cercano rival- sin exponerse a un balotaje en el que toda la oposición podría abroquelarse detrás de un solo candidato.