No se trata del producto de alguna catástrofe ecológica, no, ni de una explosión nuclear, ni tampoco de una erupción volcánica de dimensiones apocalíptica. Se trata de las nieblas –porque son variadas y surtidas- que utilizan determinados grupos de poder e influencia en nuestro país, para distorsionar las realidades políticas, sociales y económicas, cuando las cosas no marchan como ellos quisieran.
Detrás de estas actitudes se esconde el monstruo del egoísmo más aberrante. Pero parece que esa es una de las facetas de la “forma de ser del costarricense”, pues este es un país en donde el bien privado y personal está por encima del bien común. Y ello es una de las causas por las cuales no avanzamos y ha tenido tanta aceptación el neoliberalismo en su versión criolla. Es decir, estamos a contravía de la razón y la lógica.
Por ejemplo, aquellos que se acostumbraron a no pagar los impuestos que le deben a fisco y menos aún las cuotas obrero/patronales de la Caja Costarricense del Seguro Social, siendo uno de los elementos más importantes causantes del déficit fiscal, salen a los medios a condenar las políticas públicas que han logrado cosas tan positivas como la reducción de la inflación, la estabilidad de la moneda nacional, y el repunte – leve, quizá, pero repunte al fin – de ciertas actividades productivas. Y se amparan en un concepto medio indefinible que ellos llaman “competitividad”, el cual entienden como el que el Estado debe proveerles todos los medios para que aumenten sus ganancias, sin límite alguno y con el irrespeto más absoluto del bien común.
Se trata, pues, de crear una niebla toxica que les impida a los ciudadanos entender el papel del Estado y el del Sector Privado (mercado). Porque la forma en que los presentan termina siempre en lo de privatizar las ganancias y socializar las perdidas. Y de eso se han contagiado ciertos sectores que no encajan dentro de la calificación de empresas del gran capital, sino también ciertas más disversas como agricultores, ganaderos, pescadores, artesanos, cooperativas varias y otras, las cuales obligan al Estado a pagarles sus pérdidas, producto de su mala administración, con fondos de todos los ciudadanos.
En otras palabras, exigen la protección del Estado pero le niegan la autoridad para reglamentar los mercados, en beneficio de los más pobres, que son la mayoría. Así pues, nuestros empresarios privados (y lamentablemente muchos funcionarios públicos también) son egoístamente neoliberales.
Para los neoliberales, debe darse necesariamente una separación entre economía y política. Partiendo de una crítica a la intervención del gobierno en la economía, consideran que desde la generalización e implantación de los paradigmas keynesianos en las poéticas económicas, comienza a desvirtuarse el sentido de libertad del mercado. La intervención estatal, según ellos, altera la dinámica espontánea que debe primar en el mercado; de esta manera, el mercado deja de ser una fuente de orientación tanto para productores como para consumidores. En consecuencia, la desproporción entre oferta y demanda y, en general las crisis, son moneda corriente en el ámbito económico.
Los neoliberales critican también las características que han asumido las democracias occidentales. Para ellos, el Estado actual es un espacio fuertemente influenciado por intereses corporativos que intentan arrancar del Estado políticas que les favorezcan, quitando de esa manera la orientación universal que debe primar en toda política. Entre estos interés corporativos entran, no solamente el sector privado, sino también las fuertes organizaciones gremiales y laborales que presionan al Estado para lograr beneficios. Pero no solo esto. La propia lógica electoral, es decir, la necesidad en la que se ven envueltos los políticos de ganar votos hace que incrementen irracionalmente sus ofertas electorales. De ese modo, cuando ejercen la administración del gobierno, se producen enormes déficits fiscales que ocasionan inflación y debilitan la inversión, afectando seriamente la economía productiva.
Los neoliberales, éste es el gran problema de las democracias actuales, sugieren una tajante separación entre economía y política. La forma concreta que asume esta separación consiste en limitar constitucionalmente los déficits fiscales y reducir los recursos en manos del gobierno para evitar su incidencia negativa en la economía.
Lo que en definitiva está detrás de la propuesta neoliberal es el criterio de asignar a la política en general un papel subordinado respecto a la economía. La política deja de ser el lugar de las grandes confrontaciones ideológicas y programáticas donde se decide el destino y la orientación posterior de la comunidad nacional. Para los neoliberales, el Estado simplemente debe ser el garante de las relaciones de mercado. Se establecen también los marcos de legitimidad de la propia acción política: esta es a prior físicamente considerada como deseable si no interviene en el mercado. Como vemos, el neoliberalismo no solo es una política económica sino también trata de ser una reconfiguración de la propia esencia de la política.
La economía, como la entiende el neoliberalismo, a pesar de su aparente de actualidad ética, no es una ciencia autónoma, sino que está enmarcada dentro de los marcos conceptuales de la filosofía liberal. De lo contrario el neoliberalismo tiende a degradarse en una ideología economicista al servicio de las empresas y potencias políticas más poderosas.
Es preciso estar conscientes de los peligros latentes en la economía de mercado, entre ellos el individualismo, hedonismo y consumismo, que pueden atrofiar la solidaridad como fundamento de la convivencia humana, poniendo en riesgo la supervivencia de la sociedad, desgarrada cada vez más por las enormes desigualdades e injusticias sociales, el aumento de la criminalidad, del alcoholismo, del erotismo desenfrenado del consumo de drogas, de la desintegración familiar, etc., fenómenos ya preocupantes en las sociedades económicamente más avanzadas.
El neoliberalismo necesita una crítica filosófica, para develar sus deficiencias e insuficiencias de enfoque. Se mostró la unilateralidad de la filosofía liberal en su exaltación de la libertad. Ello obliga a replantear sus presupuestos y postulados básicos, para un servicio integral a la comunidad. Los principios del neoliberalismo muchas veces nos pasan de ser postulados carentes de bases antropológicas profundas.
La subsidiaridad debe tener como complemento la solidaridad que busca el bien común con un horizonte universal. En el ámbito sociopolítico el pensamiento neoliberal debería potenciar más la democracia participativa, la atención preferencial por los pobres y la construcción de un orden nacional justo. Pero no, lo que vemos es la potenciacion del egoísmo más absoluto.
Se hace urgente en nuestro país insistir en la necesidad de una fundamentación filosófica de los valores éticos personales y sociales y al mismo tiempo promoverlos. Aquí surge la tarea de la sociedad civil y de la sociedad política de elaborar y aceptar códigos éticos, prohibiendo la difusión de mensajes deshumanizantes de intolerancia, violencia, consumismo, alcoholismo, drogadicción, erotismo exacerbado, etc. La honestidad como actitud de cumplimiento de las obligaciones sociales, evitando y denunciando todo tipo de corrupción, coimas, fraudes, sobornos, cohechos, etc.
La tolerancia (que no es más que el respeto efectivo hacia lo diverso) se complementa con la justicia y la solidaridad, como actitudes de responsabilidad ética reciproca de todos los hombres a favor de las personas o grupos marginados o discriminados y del bien común exigido por la misma sociedad. El principio de solidaridad se opone a todas las formas de individualismo social, incluyendo el neoliberalismo exacerbado que no reconoce ningún principio ético fuera de la libertad.
La economía de mercado deberia humanizarse en modelos de economía social de mercado, donde la sociedad civil y la sociedad política aceptan su responsabilidad en sus diversas instancias para asegurar no sólo un mínimo de bienestar a todos los ciudadanos, que les permita vivir dignamente, sino también impulsar la justicia social y la fraternidad sobre las que se asienta la verdadera paz.
Si los ciudadanos no conocen o no practican esos valores, el neoliberalismo tenderá por su propio dinamismo a acentuar sus efectos deshumanizante, en desmedro de las clases y de los países marginados.
De allí pues, las nieblas toxicas que generan ciertos grupos empresariales, ávidos de ganancias pero absolutamente ignorantes de las fundamentaciones filosóficas y antropológicas de la convivencia social (y en algunos casos “ignorantes” en un concepto más amplio), y que se han alineado dentro del pensamiento neoliberal, impiden ver el panorama completo de la realidad nacional. Y mientras los medios de comunicación les sigan el juego, porque al fin y al cabo son parte del mismo grupo, estas nieblas toxicas no podrán ser disipadas.
(*) Alfonso J. Palacios Echeverría
Es parecido el articulo a «la Cartita al Nino Dios «.
Muy filosofico y fuera de la «triste ‘ realidad.
De hecho, bastante de su decisión de Neo-Liberalismo está bien, pero luego cae en el típico error de los socialistas: Le otorga al Liberalismo una filosofía o incluso una «Moralidad» y le otorga el poder de manipular la sociedad. El Liberalismo no es «Moral» o «Inmoral» es «Amoral»
Para los liberales es de hecho al revés: La Sociedad Manipula el Mercado y las Compañías lo siguen. Hace 50 años a las compañías no les interesaba la salud o la naturaleza, hoy en día dado que la Sociedad quiere ser más saludable y verde es crucial el hacer alimentos bajos en grasa, donar dinero para bienes de caridad o ayudar al medio ambiente porque la sociedad así lo demanda.
Si desea un sistema económico más humano, necesita una sociedad más humana, las compañías la seguirán porque ahí está el dinero.
Por cierto, no soy Neo-Liberal y considero el Liberalismo poco viable dado que permite la existencia del Estado, pero, si vas a criticar a alguien es mejor saber de qué está hablando.
Concuerdo con usted el 90% pero creo que existen otros modelos econòmicos que complemente el modelo de desarrollo que necesita el paìs y creo que lo econòmico y lo social no deben ir por separado, ya que por naturaleza està complementada, por eso nacio modelos como la socialdemocracia, el socioliberalismo y otros modelos que debemos experimentar, ya probamos bastante los 2 modelos tradicionales y debemos innovar como paìs en general
La economía y la sociedad no pueden ir separados, la sociedad guía la economía, sin embargo hay muchos que se creen “Iluminados” que se sientan en un pedestal de cristal y deciden lo “Correcto” o “Solidario” y le llaman a los que no piensan como ellos “Egoístas” como en este artículo.
Se creen con la potestad de literalmente patear la puerta de la casa del vecino, ponerle una pistola en la cabeza y exigirle que le de dinero para construir casas para gente pobre (por ejemplo) porque eso “Es lo correcto”.
¿Qué tal si yo creo que en vez de casas es mejor construir escuelas?
¿Qué tal si yo creo que los que construyen las casas son unos corruptos o incompetentes?
¿Qué tal si sencillamente soy un cretino y no quiero dar nada?
Nada, o da la plata o va preso, eso no es ser moral ni solidario, eso es ser un extorsionador y nada más.
Senor Minos (que oculta su nombre para que nadie sepa cual es la confusion mental que lo aqueja) Me he quedado sorprendido por la cantidad de barbaridades e incoeherencias que Usted expone en sus comentarios, Llega al nivel del majadero de Ricardo Casas, que no entendio nada de nada. Las contradicciones en que incurre en sus comentarios demuestran dos cosas: ignorancia y una posicion atrabiliaria hacia todo aquel que expone sus ideas y sus opi niones con transparencia.
No tien por que insultar al articulista, hombre que a traves de los anos ha demostrado tu estaura intelectual, solamente porque no tiene Usted los argumentos para discutirle lod de l;e.
Lo expuesto en este articulo es diafano, transparente, y le aseguro que el articulista (como ya lo ha aclarado en varias ocasiones) no petenece a ningun partido politico, ni de izqierda ni de derecha) no tiene intencion alguna de tergiversar las informaciones que suministra. Solamente iluminar con cierttas ideas la obscuridad mental de tanto ciudadano ignorante y mal educado, como Usted.