«Construyamos una gran alianza para crear un nueva sociedad distinta a la lógica actual que coloca al mercado y al dinero como la única medida del valor»…»…representamos la lucha y la esperanza de un nuevo mundo posible donde el ser humano y la naturaleza sean el centro de nuestras preocupaciones»
Foro Social Mundial de Porto Alegre, Brasil, 28/01/2001.
Recientemente Evo Morales Aimá, Presidente de Bolivia, planteaba que: «El capitalismo es el cáncer de la Naturaleza…», creemos pertinente agregarle respetuosamente: «…y de la Humanidad como un todo». Recordemos brevemente que el capitalismo es un sistema social basado en la explotación del trabajo asalariado por parte de los capitalistas, en cuyas manos se concentran los medios de producción; este proceso, como es evidente, le permite a los capitalistas apropiase del poder económico y, de todos los demás -político, social, cultural y espiritual- y relega a las y los trabajadores a la condición de proletarios, neociervos o, neoesclavos -según sea el grado de irrespeto a la legislación laboral que sufran-, padeciendo siempre la pobreza, miseria y todos los flagelos que esta condición de explotados le acarrean. El materialismo antiético, el egoísmo a ultranza y la ambición desmedida que caracterizan al capitalista, lo convierten en un rabioso y obsesivo explotador sin límites de sus prójimos y de los recursos naturales.
Ese absurdo deseo incontenible de tener más y más riquezas, unido a su dominio sobre los medios de producción -tierras, fábricas, maquinarias, grandes herramientas, medios de transporte, ciencia y tecnología, etc., etc.- y la fuerza de trabajo humana, hace que emplee estos recursos, que como lo hemos reiterado siempre, le pertenecen al trabajador que con su fuerza y talentos los activa y desarrolla día a día, únicamente para generar diversas formas de mercancías cuya venta las traduce en más riquezas.
Y entonces se desata el infierno sobre la tierra pues, las grandes compañías transnacionales que estos megacapitalistas poseen, provocan destructoras y sangrientas guerras -Irak, Libia, Afganistán, Siria, por ejemplo, para apoderarse de materias primas y mano de obra esclava -refugiados en Europa como muestra- aparte de las descomunales ganancias que el mercado de las armas y las reconstrucciones -que las pagan de feria los sobrevivientes de los países arrasados- les genera.
No satisfechos pues, reiteramos, la codicia los obsesiona hasta llevarlos a la criminalidad más extrema, se valen de la manipulación absoluta de la propaganda y le inyectan a las masas populares, a las que han adormecido con sus artimañas ideológicas -«opio-fútbol», fanatismos de todo tipo, ficticias megalomanías, etc- la más feroz obcecación por el consumismo que así se convierte en desenfrenado -«¡El capitalismo ha muerto, que viva el consumismo»!, gritaba uno de sus fundadores, ejecutivo gringo para variar, allá a principios de la década de los 50 en USA- y el Planeta se convirtió aún más en una jungla en la que las y los posesos por esta pandemia acaparadora, con tal de tener lo que la propaganda les ordene, por un lado llenan sus casas y sus cuerpos de un montón de chunches, que estorban mucho y, al rato no saben para qué diablos sirven -incluso dicen los cínicos comerciantes que, cuando logras dominar plenamente el artefacto, ¡es hora de cambiarlo!-, y, por otro lado, se llenan de deudas e intereses a pagar infinitos -en el sentido más literal- y, finalmente, convierten el vergel que era el Planeta en un erial atiborrado de desperdicios y, a los países mal llamados periféricos en basureros, como lo ejemplifica Gana que recibe anualmente 230 toneladas de desperdicios electrónicos altamente tóxicos.
En la psicosociología, esa ciencia que trata de explicar las conductas de los seres humanos a partir de las influencias que reciben del medio social en el que crecen y se desarrollan, se ha hablado tradicionalmente de que los individuos buscan a toda costa satisfacer sus necesidades sentidas y reales, en ese orden, siento las sentidas las que, mediante la propaganda por ejemplo, les hacen creer que deben ser satisfechas inmediata e ineludiblemente y, reales, las que siendo en verdad vitales, son relegadas por esa propaganda a un segundo o tercer plano, lo que explica por qué la gente prefiere endeudarse con tal de adquirir un lujoso automóvil -que se desvalora constantemente y requiere de una eterna inversión- en vez de hacerlo para adquirir una vivienda, cuyo precio se acrecienta día con día, tiene un mantenimiento mínimo y la necesidad que cubre es mil veces más importante que la de su «móvil barril sin fondo presupuestario »
Pues bien, la multimillonaria propaganda empleada para que invirtamos nuestros de por sí raquíticos -o inexistentes- ingresos en basura, alimentada por una educación formal e informal cómplice por completo del sistema capitalista que nos aliena por lo que, en vez de hacernos analíticos, críticos, creativos, solidarios con nuestros congéneres y, ecologistas, nos convierten en robots totalmente manipulados y programados para el consumismo extremo, la criminal competencia y la conversión de nuestro ambiente en monedas para satisfacer nuestras artificiales necesidades, surte tan eficientes e incontenibles resultados -como los que desata el aprendiz de brujo de Paul Dukas- que se convierten en una de las principales causas de la criminalidad integral -narcotráfico, trata de personas, prostitución, pederastia, toda clase de delitos contra la propiedad, sicariato, secuestros, etc., etc.-que hoy autoaniquila a la sociedad humana. Nuestro embobamiento, por no decir embrutecimiento, llega al extremo de hacernos creer que, a más mercancías realmente innecesarias acumulemos, más poder, prestigio, amores y placeres tendremos, sin darnos cuenta de que, lo único que hacemos, es tratar de ocultar nuestras falencias y miserias esenciales, tarea que es totalmente infructuosa pues, lo que realmente nos hace superarnos es ser cada día más auténticamente humanos, esto es, sociables, solidarios, fraternos, cooperativos, honestos, socialmente responsables, dialogantes, colectivamente creativos, justos, en armonía con la naturaleza pues, nuestro auténtico bienestar solamente lo conseguiremos como especie, desarrollando constantemente la alteridad,esto es, la «capacidad de ser el otro» entendiendo que, como dice Desmond Tutu «Yo soy solamente si tu también eres», lo que nos lleva necesariamente a la práctica cotidiana del mandamiento supremo de la ética universal: «Ama a tu prójimo como a ti mismo» o, como planteaba, E. Lévinas: «Ama a tu prójimo, vos lo sos» y que hoy, necesariamente debe redondearse como: «Ama a tu prójimo, cuando lo merece, y a la Naturaleza, como a ti mismo».
En Costa Rica hoy es plenamente posible, e ineludiblemente urgente, instaurar una sociedad, como propone el título de este artículo, de bienestar pleno en concordia con nuestra fecunda naturaleza. Los pasos a dar para alcanzar esta fundamental meta son muy simples de plantear y solamente necesitamos que, nuestro Pueblo, comprenda que esta es la tarea más importante que debe realizar, se organice y luche, no con las armas de fuego en una masacre fratricida, sino contra «los mismos de siempre», en las urnas electorales en las cuales, obteniendo con su partido tanto el Poder Legislativo, como el Ejecutivo y, a medio período, el Municipal, establezca su pleno poder en nuestro País, tomando inmediatamente después tres medidas fundamentales:
1.- Profunda reforma fiscal en dos etapas, que vendrían a resolver justamente la disputa entre quienes desean rebajar sustancialmente los salarios de los empleados públicos, alegando que en ellos hay abusos y tratando, realmente, de reducir al mínimo todos los demás salarios de los empleados privados que son la inmensa mayoría y, quienes los defendemos como justas remuneraciones. Veamos estas dos faces:
1.1.- Explicar, hasta lograr persuadir a la mayoría de los sectores implicados para que acepten su aprobación, la tesis de que en materia fiscal se debe aplicar ineludiblemente el principio que dicta: «De cada quién según sus posibilidades reales». Así las cosas se determinará el ingreso VERDADERO -con mayúscula pues aquí no se aceptarán trucos contables de ninguna especie- de las empresas nacionales -imaginémonos el ingreso real anual de las y los dueños de Teletica, Florida Ice and Farm, Constructora MECO, Purdy Motors, etc., etc. y de las ganancias que obtienen en nuestras tierras las transnacionales como Coca Cola, Mc Donald s, Walmart, Claro, etc., etc.- a las que se le aplicarán, lo mismo que a los salarios de sus mandos superiores, altos porcentajes de impuestos. Sabemos que se nos empezará a replicar que los grandes ricos y las transnacionales sabotearán de mil maneras esta ineludible pretensión y les replicamos de una vez que, ningún pueblo del mundo se ha muerto de hambre por cobrar impuestos realmente justos a sus contribuyentes, todo es cuestión de inteligencia, coraje y ante todo, dignidad.
1.2.- A nuestros empleados públicos y privados, también se les aplicará el mismo principio de justicia tributaria, cosa que por cierto, ya se hace por lo que, lo único que se tendría que hacer es revisar los procedimientos para ajustarlos si es del caso.
Tendríamos entonces a un Estado y a nuestras municipalidades, con grandes recursos económicos, a quienes les exigiríamos la mayor eficiencia en la prestación de bienes y servicios como: salud, educación, telecomunicaciones, energía, transporte colectivo, vías de comunicación, agua potable, cultura, seguridad comunal, aceras, ciclo vías, parques, protección y fortalecimiento de los recursos naturales, deporte esparcimiento, etc., etc.
2.- Establecer, para ejecutarlo sin prisa pero sin pausa, un proceso de cooperativización de los medios de producción que, reiteramos, le pertenecen legítimamente a todos los seres humanos pues, por un lado, los recursos naturales nos pertenecen a todas y todos -recordar que J. Locke decía al respecto y, con su típica agudeza, que dios no se los había legado, vía testamento, a nadie en particular- y, por otro, que el resto de estos medios los ha producido, en abrumadora mayoría con su esfuerzo y sacrificio, el Pueblo y no sus explotadores. Este procedimiento se puede ir desarrollando simultáneamente por dos vías:
2.1.- Mediante la incautación inmediata de los bienes abandonados por compañías transnacionales que se marchen del país y/o los legalmente comprobados como mal habidos por sus ilegítimos dueños: Estos bienes serán entregados de manea expedita, en particular a las y los trabajadores especializados en los respectivos ramos, con la condición ineludible de que se unan en entidades realmente cooperativas -no simples fachadas para ocultar empresas capitalistas como sucede frecuentemente hoy día- que recibirán de inmediato la capacitación y el apoyo integral requerido -tecnológico, económico, administrativo, en mercadeo, etc.- para que se desarrollen plena y exitosamente, conforme lo determinen la fiscalización y la evaluación más rigurosas posible
2.2.- Igual destino se le dará a las tierras, fábricas, edificaciones, urbanizaciones, etc., etc., que se mantengan ociosas, deficientemente explotadas o, para especular simplemente, por plazos de tiempo legalmente definidos para cada caso.
3.- A título personal y social cambiaríamos la estúpida aspiración de TENER, por la de SER de la única forma posible: colectivamente, trocaríamos nuestro egoísmo por solidaridad, nuestra suicida competitividad por el auténtico cooperativismo y la obsesión fatal de convertir la naturaleza en riquezas, por la vital e inteligente acción de obtener de ella únicamente lo indispensable para satisfacer nuestras necesidades reales y no las artificiales. De pronto nos daríamos cuenta de que la Naturaleza Madre se ha regenerado y nos ofrece su incomparable regazo materno como Edén, donde crear nuestra nueva sociedad humana de Justicia, Bienestar Integral, Solidaridad y Paz, en armonía total con todas las manifestaciones de vida planetaria.
¡Así de fácil!
«La utopía la realizaremos mañana, lo imposible, pasado mañana»
Luis Ángel Salazar Oses, Profesor jubilado UCR
panga07@gmail.com