Resulta evidentemente claro que los criminales más aterradores de nuestro tiempo han sido algunos políticos, o los directivos de los altos niveles de las organizaciones públicas, ya que siendo los responsables de crear las condiciones necesarias para que cada individuo, o cada ciudadano puedan por su esfuerzo lograr su desarrollo profesional y personal, no lo hacen, al contrario, se esmeran en impedirlo arteramente. Estos sujetos, cuando llegan al poder, en lugar de tener una actitud de servicio a la comunidad o a su país, les interesa únicamente su comodidad y el privilegio que les confiere su posición.
Son siempre, demagogos, que se la pasan criticando, quejándose y combatiendo a sus rivales políticos en lugar de dialogar con la oposición para llegar a un acuerdo de un plan común de desarrollo del país, y son políticos prepotentes que solamente admiten en los puestos claves a sus familiares, compadres y amigos lambiscones, gente inculta que no tiene ningún tipo de preparación para el puesto que desempeña, pero que les son incondicionales, estos políticos son indudablemente en gran medida responsables de nuestro subdesarrollo.
Mucho es lo anterior lo hemos visto y padecido en nuestro país. Y en cierta forma lo hemos recientemente experimentado con los nombramientos de parientes y allegados en la Asamblea Legislativa, aunque fuera solamente escándalo de tres días, muy al estilo costarricense. Pero también se ha manifestado en la orgía propiciada por gobiernos anteriores, al negociar convenciones colectivas con los sindicatos de las organizaciones autónomas del Estado, en el sentido de aceptar y conceder una serie de barbaridades a costa del dinero de todo el pueblo.
También se percibe claramente en la actitud indiferente de todos los gobiernos con relación a la evasión y la elusión fiscal de las grandes empresas, que son en gran parte las causantes del déficit fiscal, y diría que más que las tan cacareadas cargas laborales del sector público. Este es un acto absolutamente criminal, pues es un crimen cargarles a los pobres el mantenimiento del Estado a través de cada vez mayores cargas impositivas, directas o indirectas, mientras se ignora la responsabilidad de los grandes evasores.
Pero detrás de todo ello se encuentra el incremento de las manifestaciones de corrupción impulsadas por el pensamiento neoliberal que, desde hace más de treinta años, ha estado destruyendo, en manos de los políticos de turno, no solamente la institucionalidad de nuestro país, sino también la conciencia de gobernantes y gobernados.
Aunque no lo parezca, todo tiene que ver con las políticas conservadoras predominantes en los últimos años ha tenido cuatro ejes o presupuestos fundamentales.
En primer lugar, la reivindicación del menor protagonismo del Estado en todos los ámbitos de la actividad económica. En segundo lugar, la idea de que, como consecuencia de la enorme expansión del Estado del Bienestar, se habría alcanzado ya un grado de igualitarismo en las sociedades que no sólo es suficiente sino incluso contraproducente para alcanzar la deseada eficiencia del sistema, y por ello habría que reducir la clase media. En tercer lugar, la necesidad de reducir la presión salarial sobre los costes empresariales, porque, al fin y al cabo, son los empresarios privados contentos los que más contribuyen en las campañas políticas. Finalmente, y como corolario de lo anterior, una nueva formulación de la regulación macroeconómica, distinta de la típicamente estabilizadora e instrumentalizada preferentemente a través de políticas fiscales, de épocas anteriores.
En particular, este nuevo tipo de regulación tiene tres grandes principios: el privilegio concedido a la política monetaria, el establecimiento del control de la inflación como objetivo prioritario y la pretensión de que el equilibrio de las grandes magnitudes económicas constituye la referencia fundamental hacia la que deben orientarse todas las decisiones de los gobiernos.
La criminalidad neoliberal ha extendido las redes delincuenciales del capitalismo hasta niveles impensables hace algunas décadas. En el mundo actual los neoliberales desempeñan el mismo papel genocida que antaño cumplieron la iglesia católica y los misioneros, los piratas y aventureros, los negreros y los colonizadores. Y no quiere decir que todos ellos no sigan actuando, y en forma criminal, en el capitalismo contemporáneo sino que también se han subordinado a la lógica neoliberal, cubriéndose con el nuevo manto criminal que ahora los arropa a todos. Con el neoliberalismo, el capital ha ampliado su estructural carácter criminal a todo el mundo y a los más diversos aspectos de la vida social y natural, lo que se constata en los más diversos terrenos: el mundo del trabajo, la educación, el medio ambiente, la biotecnología, el sistema de salud, las migraciones internacionales, la alimentación y el agua.
Esa ampliación de la criminalidad capitalista nos remite al análisis clásico y siempre perenne del principal crítico no sólo del capitalismo sino de la economía política, a Carlos Marx.
Su análisis de la mercancía, junto con la criminalidad capitalista de su tiempo (esa es otra importante dimensión de El Capital, no siempre considerada), es de una impresionante actualidad en el mundo de hoy. El capitalismo convierte todo lo que encuentra en su camino en mercancía, destruyendo sociedades, culturas, economías, tradiciones y costumbres, dejando a su paso muerte y desolación. Eso se evidencia con la mercantilización de la naturaleza, de los genes, de los órganos humanos, de los niños y las mujeres… y el neoliberalismo se ha convertido en el legitimador «teórico» e ideológico de la brutal conversión de todos los valores de uso en vulgares mercancías, con sus devastadoras consecuencias sobre los seres vivos.
En estos momentos estamos soportando el más despiadado genocidio que haya sufrido la humanidad en los últimos cinco siglos como puede corroborarse con cifras elocuentes sobre pobreza y riqueza, sobre hambre y obesidad, sobre sed y derroche hídrico, sobre analfabetismo y hastío informativo, sobre explotación laboral y fabulosas ganancias de los empresarios capitalistas… Ese panorama de antagonismos sólo ha podido ser erigido sobre la explotación intensiva de millones de seres humanos y sobre la destrucción acelerada de los ecosistemas, lo que no hace más que demostrar las afirmaciones de Marx a mediados del siglo XIX, en el sentido que el capitalismo destruye constantemente los “dos manantiales de toda riqueza: la tierra y el trabajador».
La conjunción de ese doble proceso destructivo explica la amplitud y variedad de los crímenes del capitalismo y el papel que desempeñan los neoliberales, como legitimadores ideológicos de tal proyecto genocida, pero también como copartícipes directos y responsables de esa guerra contra los pobres del mundo.
Es evidente que existe una responsabilidad del sistema capitalista como de los economistas neoliberales en la perpetuación de crímenes de muy diversa naturaleza, resaltando que muchos de los delincuentes, con rutilantes títulos de Doctores en Economía de prestigiosas universidades estadounidenses, planifican el asesinato en masa de millones de seres humanos desde sus cómodas poltronas de burócratas en sus tecnificadas oficinas del Banco Mundial o del Fondo Monetario Internacional.
Esos asesinatos se materializan en la práctica cotidiana cuando se aplican las Armas Económicas de Destrucción Masiva, como los Planes de Ajuste Estructural, contra pueblos enteros.
Y, como siempre sucede con los delincuentes, estos justifican sus crímenes con muy diversas argucias, en el caso de los economistas con sofismas sobre modernización, crecimiento económico, éxito exportador, eficiencia, eficacia, calidad, transparencia… y mil falacias más. Por si hubiera dudas, sólo recuérdese lo acontecido en Argentina, Bolivia, Nicaragua, Rusia, Ghana, Zambia y otros 100 países.
Estamos diciendo que criminales no son solamente los que aprietan el gatillo para matar a sus víctimas sino también los que las seleccionan y planean como ejecutarlas. Esto, aplicado a la economía capitalista contemporánea, significa que los asesinos no son solamente los políticos que implementan los Planes de Ajuste Estructural o privatizan las empresas de servicios públicos o firman Tratados de Libre Comercio para regalarle al capital imperialista los recursos de un país, sino que detrás están los criminales de cuello blanco, que con sevicia preparan los asaltos y atracos del patrimonio de los pueblos, el robo de sus recursos naturales y materias primas y la eliminación de sindicatos y organizaciones de los trabajadores. Y la mayoría de las veces son los mismos gobernantes elegidos por el pueblo, que inocentemente los coloca en las posiciones desde las cuales pueden hacerles el mayor daño, los cómplices de esta nueva horda de asesinos.
(*) Alfonso J. Palacios Echeverría
9 Comments
R. C. B.
¡Las cosas hay que llamarlas por su nombre! … … ¿O diriamos, las personas?
Ricardo Casas F.
Lo recommendable es tomarse una Zantac para la acidez.
Ricardo Vilaforte Pons
Nuevamente Don Alfonso llamando a las cosas por su nombre.Espero que muchas personas lean el articulo.
Franklin Rojas H
Un excelente enfoque de la cruda realidad mundial en la que vivimos muchos países; la corrupción toca al mundo nuestro en cada una de sus facetas, y como dice Don Alfonso; los grandes perdedores son, nuestro planeta y con él, la humanidad misma. Lo que viene a mi mente es la seguiente pregunta, ¿de que manera como individuo o sociedad podemos revertir todo este asunto?; si este mismo sistema corrupto, nos tiene sumido como sociedad, en la ignorancia y la apatía. El individuo conciente y pensante en la sociedad de hoy, es algo escaso, que o quién despertará las conciencias de cada uno de nosotros; y podamos cambiar el modelo hacia un sociedad más justa, teniendo como meta principal, la buena salud de nuestro planeta, que es nuestra madre. La carrera loca sin sentido y al afán desmedido por el materialismo, solo nos llevará hacia nuestra destrucción.
Fernando
Esa es la realidad, esa es la verdad.
Alex Madrigal
Un monumento a la verdad.
Gonz de Gonz
Quienes deben ir tomando Zantac, desde ya y hasta el sepelio en febrero del 2018, son los ¨pericos¨,luego de la humillante apaleada de las elecciones pasadas. Sólo tienen que recordar que casi 1.400.000 ciudadanos votaron no por más de lo mismo Luis Guillermo Solís R.,sino contra la mafia politico empresarial del PLN, es decir contra la rapiña, el asalto al erario público, el enriquecimiento ilícito,el fraude, el engaño, los chorizos, la venta del paìs, la evasión-elusion de impuestos, contrabandos,lavado de dólares, etc. etc.
Gonz de Gonz
Y… me faltó decir: El señor que burlonamente recomienda Zantac a todos quienes hacemos comentarios contra ¨los criminales más aterradores de nuestro tiempo¨,como acertadamente escribe don Alfonso, es alguien muy cercano (familia) de Kevin Casas Zamora, el sujeto a quien la mafia politico empresarial ordenó la redacción del ¨memorandum del miedo¨, sucio y diabólico panfleto de pleno corte nazi-fascista con que se amedrentó a nuestro pueblo en su sabia lucha anti TLC-USA.
Rogelio Cedeño Castro
De criminales e irresponsables calificaba mi recordado amigo don Luis Alberto Jaén Martínez(1925-2011)a los gobernantes que durante más de un cuarto de siglo han venido destruyendo la seguridad social en Costa Rica, reduciendo las aportaciones del estado a la caja del seguro social y negándose a pagar esos recursos en dinero constante y sonante, por así decirlo. Acierta don Alfonso J Palacios con el título de este artículo pues, entre otras cosas, jugar con la salud de la población es cosa de criminales y delincuentes.