A mediados de año, leí una publicación de Andrés Oppenheimer, en donde hacía mención al informe Mundial de la Felicidad de las Naciones Unidas. Lo que más me llamó la atención sobre el artículo fue que de 158 países encuestados por Gallup, nos encontramos en la posición No. 12 y como el mejor calificado a nivel Americano. Me surgió una duda: ¿cuáles fueron los parámetros bajo los cuales se realizó la encuesta para determinar que efectivamente somos uno de los países más felices del mundo?, proseguí con la lectura y vi que las preguntas a los encuestados eran acercade si descansaron bien, si eran tratados con respeto, si sonrieron o no y si aprendían algo interesante; me sigo cuestionando que sucedería si consultan sobre temas más delicados y polémicos como: la delincuencia, narcotráfico, diferencia de clase social, homofobia, ideologías religiosas y políticas, entre otros. ¿Será que seguimos apareciendo en la lista de los diez países más felices del mundo? o es solo una utopía, un sueño que muchos creen.
Es impresionante como el solo hecho de salir de la casa ya se ha convertido en un peligro, casi un “campo minado” hacia el trabajo u otro lugar, en donde realmente no sabemos si vamos a regresar con bien. La sociedad se está perdiendo y con ella los valores y principios que nos inculcaron nuestros padres. Qué triste es ver como día a día personas son despojadas de sus pertenencias y sin poder decir ni “a” por intimidación o miedo a represalias. Y ¿qué hay del acoso callejero? Ese tema que está en boga últimamente en nuestro acontecer nacional.
En la actualidad muchas personas creen tener el “poder” sobre otros. Como otros países vivimos momentos críticos, en donde las personas hacen justicia por su propia mano, por la inoperancia de nuestras leyes. Una realidad que se ha salido de las manos de nuestros legisladores, muchas veces alegando que el caso está prescrito o no se cumplió con el debido proceso. El último informe del Estado de la Nación, arroja índices realmente preocupantes, que ubican a nuestro país, si bien no al mismo nivel de delincuencia que el resto de países Centroamericanos, muy lejos de nuestro sueño de ser el más seguro y controlado.
No debemos dejar de lado el objeto del derecho constitucional, indicaba André Hauriou, en su teoría sobre el encuadramiento jurídico de los fenómenos políticos, que existe una “determinación de lo que es bueno para la sociedad”, entendiéndose: mayor bienestar para la ciudadanía, preocupación del Estado, el bien común, solidaridad, justicia social. Mismos que se encuentran estipulados en los artículos 23, 24 y 28 de nuestra Constitución Política.
En campañas masivas de diferentes medios de comunicación, se mencionaba que si una persona era testigo de situaciones de violencia y no denunciaba, era “cómplice”, y eso es totalmente cierto, pero que sucede si esa persona denuncia y a los días aparece la noticia que fue brutalmente herida o asesinada, como pago por entrometerse y no dejar que otros hagan lo que les venga en gana, por el simple hecho de hacer valer sus derechos y valores, cosa que definitivamente no tienen ese grupo de personas “marginadas” por la sociedad. Entonces nos preguntamos ¿valió la pena denunciar? ¿Necesitamos ver mártires muriendo en defensa de nuestros derechos para actuar? La respuesta es obvia.
¡Despertemos!, este no es el país más feliz y está lejos de serlo si seguimos como estamos bajo una “cultura de miedo”. El primer paso para tratar de cambiar nuestra amada Costa Rica es educar desde nuestro propio hogar, enseñar valores y principios; muchas veces decimos que eso es trabajo de las escuelas, pero lo cierto es que éstas no pueden con todo.
(*) Betzi Melissa Díaz Bermúdez es estudiante de Maestría Profesional en Justicia Constitucional UCR.
Si nosotros estamos felices…!!¿¿cómo estarán los demás?!!
Andres Openheimer: como se le ocurre citar a ese adulador de la CNN? Esos periodistillas pseudo estrellas de la farándula son unos embusteros, hablan porque les pagan. Que lo diga el idiota más leido de latinoamerica, ese periodistilla cubano vendepatrias que publica siempre en la nacion, y que solo sandeces a favor del neoliberalismo y el libremercado habla!!! Que asco de maes!!!
A muchos de los comentaristas de este periodico los considero felices (por lo que escriben). Yo, me considero feliz. Conozco a muchos ticos muy felices, sobre todo cuando gana la Sele. Si, hay compatriotas «no felices» y soy feliz cuando me solidarizo con ellos en lo que pueda colaborarles. Soy activista. Otros no son felices porque lo esperan todo del gobierno.Otros, porque el gobierno no es muy eficiente y otros, porque no les ha interesado organizarse en su vida. Son pocos los que se hacen responsables de las condiciones de su vida y prefieren culpar al sistema (que no lo eximo)o a los demas, de su infelicidad.