Segunda parte.
La apretada victoria electoral obtenida por el candidato presidencial de la derecha argentina, el conservador Mauricio Macri del día domingo 22 de noviembre recién pasado constituye un hecho político que impactó a todo el conjunto de los países de la región, por muy diversas razones, pero sobre todo porque para la derecha regional estaría marcando el inicio de un retorno a las políticas del antiguo régimen, caracterizado por la hegemonía de las políticas económicas de corte neoliberal/ neoconservador y al alineamiento con los intereses geopolíticos y económicos de la superpotencia estadounidense, debilitando así los proyectos de integración regional promovidos por el líder del proceso bolivariano de Venezuela, Hugo Chávez Frías y su sucesor Nicolás Maduro Moros, los que fueron respaldados y asumidos, de manera entusiasta, por los presidentes Néstor Kirchner y Cristina Fernández, a lo largo de los últimos doce años. Los pronósticos reiterados, durante las semanas anteriores a la realización de esa elección dentro de la modalidad de un ballotage o segunda vuelta electoral, por primera vez en la historia de ese país sudamericano, parecían anunciar una diferencia más grande en esos resultados, sólo que en el caso de los votos obtenidos por Mauricio Macri se caracterizaron por una reducción de la ventaja que obtuvo finalmente sobre el candidato oficialista Daniel Scioli y los kirchneristas del Frente de la Victoria, encabezados por la presidente Cristina Fernández. De esta manera, y también por primera vez en la historia republicana de la Argentina, la derecha accede al poder por la vía legítima de unas elecciones generales, eso sí acudiendo las tácticas del marketing electoral y tratando de ocultar sus más caras intenciones de golpear a la clase trabajadora y a los sectores medios, beneficiados de manera significativa por el kirchnerismo, todo ello en provecho de las grandes empresas transnacionales, entre las que figura la fatídica Monsanto con sus cultivos transgénicos, los grandes terratenientes dedicados al cultivo de la soya y la banca internacional, aún en detrimento de lo que podríamos calificar, sin más, como los intereses de la nación argentina, especialmente en lo referente a las complejas negociaciones sobre el tema de la deuda externa, llevadas a cabo durante los doce años del kirchnerismo, especialmente con el tema de los llamados fondos buitres, que se traduce finalmente en la posibilidad de un verdadero saqueo a las finanzas públicas y en una seria amenaza a las perspectivas de crecimiento de la economía nacional, durante un largo período.
Lo paradojal en todo este complejo y largo proceso electoral ha sido, por una parte, la gran debilidad e inconsistencia que se presentó en las filas del oficialismo a la hora de escoger el candidato que sucedería a la presidenta Cristina Fernández, imposibilitada para reelegirse por segunda vez debido a razones de orden constitucional y por la otra, una división interna en el peronismo que se presentó con dos candidatos a la primera vuelta que tuvo lugar en el 25 de octubre, Daniel Scioli y Sergio Massa lo que obligó, al no obtener ninguno de los candidatos el 40% de la votación requerido para ganar la elección, a la realización de un hecho político inédito: el ballotage para escoger entre los dos candidatos que obtuvieron la más alta votación, programado para el día 22 de noviembre.
La candidatura de Daniel Scioli, un político peronista y exgobernador de Buenos Aires, ubicado más a la derecha del kirchnerismo y con bajo perfil, por lo menos hasta que se concluyó la primera vuelta electoral, fue un factor que debilitó notoriamente las posibilidades de una continuidad de la gestión del Frente de la Victoria, la que se diluyó tras conocerse los resultados de la primera ronda electoral, en la que el propio Scioli resultó ser el candidato más votado, sin alcanzar eso sí el 40% requerido para alcanzar la presidencia de la república. De esta manera, las casi cuatro semanas anteriores al ballotage entre los dos candidatos más votados en la primera, Scioli y Macri, fueron un período que abrió grandes interrogantes y un intenso debate en el seno del peronismo, las fuerzas de izquierda y otros sectores progresistas que realizaron una gran campaña para derrotar a la derecha sin alcanzar a lograrlo, aunque el resultado final, tal y como hemos venido comentando, fue sumamente apretado con una diferencia de unos setecientos mil votos que significaron el 51.34% de la votación para Mauricio Macri y el 48.66% para Daniel Scioli.
Durante las semanas que antecedieron al cambio de poderes en la Casa Rosada de Buenos Aires, también tuvo lugar la fase final de la campaña electoral venezolana para las elecciones parlamentarias del 6 de diciembre, un período en el que el ya electo Mauricio Macri atacó reiteradamente al presidente venezolano, Nicolás Maduro Moros, demandando la libertad inmediata de Leopoldo López y otros detenidos a raíz de las violentas protestas ocurridas entre febrero y abril del año anterior, como parte de lo que un sector radical de la oposición venezolana denominó “la salida”, cuyo propósito era el derrocamiento del gobierno bolivariano de Venezuela y que dejaron un total de 43 muertos, además de daños importantes en numerosos inmuebles de Caracas y otras ciudades de ese país. Fue así como, mientras Macri hablaba de presos políticos en Venezuela el gobierno de ese país, lo hacía en el sentido de que para ellos no se trataba de la existencia de presos por motivos de conciencia u opinión, sino de personas con graves responsabilidades en las muertes ocurridas y en los daños ocasionados a numerosas instalaciones públicas y privadas.
La transición de poderes entre la saliente Cristina Fernández y el nuevo mandatario, Mauricio Macri no estuvo exenta de tensiones, las que fueron aumentando conforme se acercaba la fecha del 10 de diciembre destinada para esos efectos. Mauricio Macri quien, al parecer temeroso de una rechifla o abucheo por parte de los peronistas y otros seguidores de la presidente todavía en funciones, decidió no juramentarse en el congreso nacional y hacerlo en la Casa Rosada, lo que dio lugar a un choque entre ambos mandatarios y a una extraña resolución judicial que estableció que la administración Fernández concluía en sus funciones, a las doce de la noche del día 9 de diciembre, lo que hizo decir a Cristina –no sin un dejo de ironía- que a las doce de la noche, como en el viejo cuento, ella se convertía en calabaza.
Ese día 9 de diciembre, la presidente saliente fue despedida por una multitudinaria concentración en la Plaza de Mayo, frente a la Casa Rosada, algo que contrastó con la presencia de un público mucho menor, al día siguiente cuando el presidente Mauricio Macri juró para el cargo, destinado a durar un período de cuatro años.
El gabinete del nuevo gobierno, compuesto en su gran mayoría por ejecutivos de empresas transnacionales como la Monsanto y otras muy conocidas, dio inicio a sus funciones en medio de anuncios presidenciales sobre la eliminación de los controles cambiarios al dólar estadounidense, que significaron una devaluación del 40% del valor de la moneda argentina, lo que afectará a la gran mayoría de la población y no al pequeño grupo empresarial, en procura de cuyo beneficio parece orientarse la gestión del presidente entrante.
La intención de eliminar la ley de medios, ya aprobada en trámite legislativo, dos años atrás, según la cual se establece la existencia de tres sectores: privado, comunidades y estado que se repartirían por tercios iguales el espacio radioeléctrico del país (radio y televisión), con el propósito de democratizar el acceso a la comunicación en un país donde “ El Grupo Clarín, que domina 240 canales por cable y al diario de mayor circulación en América Latina”(v.g.r Eleazar Díaz Rangel RESISTENCIA A LOS CAMBIOS) se opuso tenazmente a su aprobación y puesta en ejecución y ahora quiere sacarla de circulación, una vez que la obstaculizó en los estrados judiciales durante un largo período, dada su condición de “un gran poder que estuvo al servicio de la campaña electoral de Macri, ahora quiere “cobrar” y presiona para que esa ley, que aún no se aplica, sea derogada”(ibid).
La posibilidad de un curso de colisión que conduzca a un choque entre el nuevo gobierno argentino y los movimientos populares, no sólo quedó planteada desde el inicio sino que se exteriorizó como hecho real, casi de inmediato, con la rápida y masiva reacción popular frente a las medidas económicas del nuevo gobierno, el diferendo sobre la ley de medios y el intento del presidente Macri de nombrar por decreto dos jueces de la corte de justicia, algo inédito en la historia argentina. Se trata de un escenario o teatro político donde los acontecimientos se despliegan con gran velocidad cambiando el panorama de un día para otro, tal es la intensidad del período político que se está viviendo, no sólo en Argentina sino también en la República Bolivariana de Venezuela, a partir de los resultados electorales más recientes.
Puede afirmarse también que hay un cierto paralelismo entre las intensas dinámicas políticas de ambos países que se derivan de las nuevas relaciones de fuerza que acaban de surgir, las que pueden analizarse para arrojar luz sobre estos temas y los desafíos planteados, eso sí teniendo en cuenta también las asimetrías que presentan entre sí: mientras en Argentina viene un período de confrontación entre un gobierno conservador de derecha como el de Macri y un poder legislativo en su mayoría opositor y un movimiento popular que empieza a tomarse las calles de Buenos Aires, nos encontramos con que en Venezuela una Asamblea Nacional de distinto signo al Poder Ejecutivo, entrará en confrontación o intentará cogobernar con este, a medida que se desplieguen algunos momentos decisivos de la nueva coyuntura y se produzcan algunas soluciones o salidas para el llamado tema de la gobernabilidad democrática del país. La nueva mayoría opositora en Venezuela, integrada en las filas de la MUD, comienza a sufrir diversas tensiones dada su heterogeneidad, un hecho que tenderá a intensificarse o no en la medida en que aumenten o disminuyan las presiones de FEDECAMARAS y otros grupos empresariales para impulsar, en lo inmediato, medidas de corte económico neoliberal, las que serán resistidas por las bases chavistas del movimiento bolivariano, dada la gran capacidad de movilización que tienen, en contraste con las carencias de una oposición que no termina de asombrarse y acomodarse a las consecuencias de un triunfo electoral tan amplio, como inesperado para muchos de sus dirigentes. En lo que se refiere a la contraparte, el PSUV y los sectores chavistas de los movimientos sociales continuarán en un proceso de debates y reacomodos internos que serán decisivos para el llamado proyecto político de la llamada revolución bolivariano, sobre todo en los órdenes de lo económico y lo social.
Los próximos meses serán de una gran intensidad en los órdenes de lo político y lo social para Venezuela y Argentina, dada la gran pugna hegemónica que se plantea a partir de los intentos del imperio estadounidense de reconstruir su hegemonía en esta parte del mundo. El tema de la baja de los precios de petróleo y otras materias primas es algo que no podemos dejar de considerar, y sin duda que incidirá tanto como los reacomodos, hacia el interior de los distintos bloques de poder.
(*) Rogelio Cedeño Castro, sociólogo y catedrático de la Universidad Nacional de Costa Rica(UNA).
El pendulo se mueve ahora de la izquierda a la derecha.
Una desilucion con el Alba,con el socialismo del siglo 21,donde pesaba mas el autoritarismo,la vulgaridad,el odio y la gran corrupcion,llevaron a los argentinos y venezolanos a ponerle fin a esta aventura que los tiene en serios aprietos economicos.
La seleccion y aparicion de personajes leales a los lideres ( mientras hubiera dinero que repartir )pero ineptos en la funcion publica tambien golpeo a los socialistas.
Cuánta saña y mala intención en este «comentario». Seguimos viendo fantasmas donde no los hay…
El editorial de La Nacion de hoy contrasta totalmente con lo que Ud nos describe.
Sin entrar a atacar a La Nacion,como rebate don Rogelio,lo que el editorial expresa ?
Se nota que algunos no leyeron esta segunda parte del artículo al igual que sucedió con la primera. En cuanto a doña Flora María trataré de complacerla cuando tenga un poco más de tiempo, veremos lo que dice La Nación de San José de Costa Rica aunque tengo la impresión que se refiere sólo al caso de Venezuela, mientras que en esta segunda parte de mi artículo hice una referencia más pormenorizada al caso argentino, pues al de Venezuela me había referido en extenso en el anterior.
Tristeza es lo que da cuando la gente emite criterio, sin tomar en cuenta la literatura existente acerca del tema. Después de leer ese artículo, me queda claro dos aspectos. El primero, que el ascenso al poder de Macri en Argentina, polariza a una dividida oposición política, entre los que están a favor y en contra del nuevo gobierno, como muestra de ello, el autor menciona algunos ejemplos como la ley de medios, o la imposición de dos jueces, a dedo, a la Corte suprema de justicia.
El segundo, el paralelismo que se está dando, tanto en Argentina como en Venezuela, con la derecha al poder y la reconfiguración del espectro ideológico de los bloques de poder, en tanto puedan negociar acuerdos políticos que los conduzca a una gobernabilidad democrática.
Sin embargo, estoy optimista de que ambas fuerzas deberán propiciar esos encuentros y apelar a sus bases, para poder gobernar en relativa paz, por el bien de ambas sociedades (aunque con la derecha, nunca se sabe…).
En cuanto a Sergio y Flor: lean el artículo primero, por lo menos una o las veces que sean necesarias, para el luego dar su opinión en el tema; puesto que quedó de manifiesto que carecen de sensatez, para no saber escribir de lo que se está hablando. Prudencia, por favor.
Buenos Aires, diciembre 23 – A través de un decreto, el gobierno de mauricio Macri intervino por 180 días la Autoridad Federal de Servicios de Comunicación Audiovisual (Afsca) y la Autoridad Federal de Tecnologías de la Información y las Comunicaciones (Aftic).
El ministro de Comunicaciones, Oscar Aguad, confirmó que la medida se aplicó a través de un decreto debido a «la rebeldía» de las autoridades de ambos organismos.
«Esta rebelión no se justifica, porque si no estamos frente a un caos y ‘las decisiones se contradicen’ y no podemos trabajar de esa manera», señaló Aguad.
«Son 180 días pero vamos a avanzar rápidamente, Argentina necesita modernizarse en comunicaciones. Vamos hacia la convergencia tecnológica y seguiremos tomando medidas sobre la planificación de las comunicaciones, que son clave para el desarrollo de la nación», sostuvo.
Agua aseveró que el principal objetivo de la agenda de su gestión es «crear una red nacional de telecomunicaciones que llegue a todo el país, a cada pueblito. Algunos ni siquiera tienen acceso a Internet».
En otro orden, el funcionario nacional sostuvo que «por ahora no se toca la Ley de Medios» y dijo que Martín Sabbatella se mostró como «un militante político» durante su gestión en el organismo.
El interventor de la Afsca será el legislador del PRO Agustín Garzón, mientras que el interventor del Aftic será Mario Frigerio. Así lo informó Aguad durante su conferencia de prensa en la Casa Rosada.
«(…) ¿será que la desproporcionada propaganda emitida desde los aparatos gubernamentales, aunque enamorase a dirigentes e incondicionales, comenzó a saturar y molestar a amplios sectores de la sociedad? ¿Será que la gente empezó a cuestionar el hecho de que toda opinión crítica sea calificada como antidemocrática, golpista y vinculada a intereses extranjeros? ¿Será que la ciudadanía desde hace algún tiempo viene interpretando que no toda la oposición política es fascista per se y que las disidencias de izquierda que paulatinamente fueron abandonando estos gobiernos no son necesariamente traidores a la revolución? ¿Será también que cada vez más sectores sociales comenzaron a cuestionar la incapacidad de dialogo y consenso que se esconde tras argumentos como ese de que quien no esté de acuerdo con el régimen que monte un partido y nos gane en las próximas elecciones?» Decio Machado
Lamento que haya habido tan poca lectura del texto, sigue la obsesión con el tema Venezuela el que traté en la primera parte un poco más en extenso mientras que sobre Argentina, que es el objeto de reflexión de esta segunda parte casi no encuentro referencias.
La perdida de las elecciones por el Partido de Cristina Fernandez, al igual que en Venezuela el PSUV, lleva a posiciones menos favorable a la izquierda en America Latina. Hay que buscar la forma de revertir estas derrotas.