Comentario al Rojo Vivo
El Gobierno PAC-Solís o GPS ha querido hacerle creer al país que el déficit fiscal y su otra cara, el aumento de la deuda pública eterna, inacabable, y que debería llamarse la “más grande duda pública” (porque nadie la ha auditado), es el principal problema nacional. Falso.
Realmente la llamada “crisis fiscal” es producto de un enjambre de otros factores y otras situaciones subyacentes de las cuales es un simple reflejo, para no decir un espejismo. En ellos, se esconden las verdaderas causas del fenómeno que nadie quiere develar ante la opinión pública. No se desea espantar el avispero, sino mantenerlo, protegerlo y esconderlo.
Vamos a hacer un experimento provisional para mejor para espantar ese complicado avispero fiscal y argumentar nuestro punto de vista sobre los fundamentos de la crisis fiscal y también la tributaria, ambas entrelazadas indisolublemente como si fuera un maldito y sempiterno matrimonio “per omnia saecula saeculorum” (por los siglos de los siglos).
Será además un breve ejercicio en lo que el brillante economista clásico de la Escuela de Viena de inicios del siglo, Joseph Schumpeter, bautizó con el apropiado título de “Sociología Fiscal”. Es la encargada de explorar las fuerzas, factores y actores sociales (élites, estratos y clases sociales, principalmente) cuyas necesidades e intereses están en juego y entran en conflicto a la hora de fijar las normas y reglas tributarias, entre otras. Esto, por las repercusiones severas que tienen sobre los montos y la distribución de los ingresos, las oportunidades de vida y los privilegios de todos ellos.
Supondremos que el origen de todos los males fiscales del momento es la rampante CORRUPCIÓN INSTITUCIONAL, organizada y planificada como un supra o súper-sistema de poder fáctico o de hecho, ilegal e ilegítimo que se mueve en las sombras, al margen de la visualización pública, pero que es altamente eficaz y eficiente en lograr sus objetivos y metas.
Concretamente, plantearemos la tesis de que la ciclópea suma de las exenciones y el contrabando, las elusiones y evasiones tributarias que permite y hasta estimula el Ministerio de Hacienda – que hipócrita y paradójicamente se nos presenta como i nocente víctima de toda la enfermedad del déficit y del incremento del endeudamiento del fisco – con su dirección tributaria. La cual asimismo se presta al juego en cuyo centro precisamente se halla instalada, piloteando las circunstancias y dando gusto a la mafia tributaria de abogados, auditores, etc. y otros “expertos” que ayudan a los ricos a cometer sus fechorías contra el erario.
Ahora pasemos a explicarnos.
El elevado monto de las exenciones (exoneraciones del pago de impuestos que reciben ciertos empresarios como privilegio encubierto de supuesto estímulo a la producción y el comercio de importación-exportación), el contrabando (fraude aduanero que se salta el pago de impuestos) las elusiones (manipulación fraudulenta y habilidoso de la ley y sus portillos a fin de no tributar como es debido) y las evasiones (conducta tergiversadora que viola la ley y conduce a no tributar) llega en estos momentos a un déficit de los ingresos fiscales equivalente a un 13-15% de Producto Interno Bruto (PIB); mientras el déficit o brecha entre ingresos y gastos apenas alcanza a un 5-6% del PIB.
Si el Estado capturara toda la masa de impuestos que los más ricos y poderosos se dejan en sus bolsillos como ingreso mal habido vía la corrupción institucionalizada, no habría déficit sino un cuantioso y delicioso superávit. Y, adicionalmente podría bien desaparecer la deuda pública eterna. En fin, no habría la tan sonada crisis fiscal; con lo cual perfectamente podrían encararse las inversiones públicas en infraestructura física y social y otros rubros y obligaciones estatales, como los servicios públicos en educación, salud, etc. Los beneficios sociales serían imponentes.
Por eso reafirmamos que el GPS se presta a ser él mismo la víctima de su propio descalabro fiscal, un producto directo del rotundo fracaso de su antes tan cacareada lucha contra la principal causa del mismo: la corrupción institucional o sistémica, la organizada y planificada, que, por cierto, donde “mejor” opera es en la esfera tributaria. ¿O no?
(*) José Luis Vega Carballo es Catedrático de Sociología Política de la UCR
Mientras no se ordenen las pensiones, salarios y grandes gollerias del sector publico,los que pagan impuestos,los que mantienen al estado,la empresa privada,el capitalismo,los que generan riqueza no pagaran mas impuestos.
O sea mae ? La gran estafa ¡ GPS¡