Comentario Al Rojo Vivo
Una comentarista, “Flora María”, nos señaló acertadamente que, en la danza de la deuda pública nacional considerada la madre de todos los males económicos de Costa Rica, hay que introducir a las instituciones autónomas del Estado (Bancos, CCSS, ICE, Recope, INA, A y A, etc.) que invierten sus excedentes en la compra de bonos del tesoro en vez de hacerlo en la mejora de los servicios que prestan a la ciudadanía. Con lo cual desvían hacia la especulación financiera dineros de la ciudadanía y que, al ser retirados de la circulación, le merman sus ingresos y terminan generando inconvenientes múltiples en su relación con esos organismos y las prestaciones a las que los usuarios tienen todo derecho.
Esa es la realidad, y un ejemplo palpable lo tenemos en el caso de la Caja con sus largas filas de espera y deterioro creciente de los servicios hospitalarios, entre otros trastornos y anormalidades que suceden a diario, en aras de lo que sus jerarcas llaman un “sano equilibrio financiero”.
En efecto, doña “Flora María”, no son solo los ricos especuladores quienes hacen roncha apostando a la compra-venta de títulos valores soberanos, sino que los superávits de una infinidad de instituciones del Estado van a parar en buena proporción a la Tesorería Nacional, aunque no tenemos datos exactos a mano en qué cantidad o porcentajes. Tenemos indicios de que la deuda interna ronda entre un 40% en posesión de tenedores privados y un 60% del mismo sector público (subsectores bancario y financiero no bancario, y sub-sector público no financiero), en calidad de extraño acreedor mayoritario.
Siendo eso como lo es, el producto de la colocación de bonos ingresa al ministerio de Hacienda y la caja del Estado, siendo los recursos utilizados por sus jerarcas para conjugar el abultado déficit del Gobierno Central. Como las necesidades presupuestarias crecen incesantemente por presiones del entorno demográfico y sociopolítico – entre ellas las salidas del sector privado, exigidas por los capitalistas para mejorar las condiciones de reproducción y ampliación de sus grandes fortunas y negocios – el presupuesto nacional sigue aumentando cada año junto al déficit y la deuda interna, también la externa.
Y lo peor, es que los empréstitos son aplicados corrientemente para financiar gasto público improductivo ya ejecutado, o a ejecutarse en el siguiente período fiscal. Esto no es solo ilegal, sino además inconveniente como técnica económica; ya que deberían tales recursos destinarse a cubrir gastos productivos, o sea, a financiar inversiones que estimulen la decaída demanda interna, fomenten el empleo (ojalá de calidad), reduzcan la pobreza y beneficien a la enorme mayoría de las pequeñas y medianas empresas las que, por el lado de la oferta, satisfacen esa demanda.
Sin embargo, hay un detalle a no perder de vista, aunque se da bajo la superficie del manejo de la política fiscal y tributaria. Y como se dice, en los detalles se esconde el diablo.
Se trata de que la práctica de invertir recursos presupuestarios excedentes de las instituciones autónomas (incluidos los provenientes de la sub-ejecución presupuestaria) en compras masivas de bonos de la deuda, destinadas a cubrirle el gasto deficitario al Gobierno Central, constituye una estrategia que contiene varios objetivos ocultos.
1) Primero, los jerarcas compran los títulos dejando por ello de invertir en ampliaciones y mejoras internas de los servicios públicos que ofrecen (especialmente los sociales) y de sus infraestructuras físicas y tecnológicas; lo cual garantiza su deterioro casi inmediato y la reacción adversa de los usuarios que despotrican contra la burocracia y el Estado de Bienestar o Social, para regocijo de los sectores neoliberales.
2) Segundo, para los neoliberales esa es una estrategia triunfante que alienta un clima favorable a la apertura hacia el sector privado que, como en el caso de los EBAIS de la Caja, muy gustosa se puede hacer cargo de asumirlos y paliar la situación.
3) Y, tercero, se va animando el clima de privatización de los servicios, entendida como creación de condiciones beneficiosas de mercado hacia afuera de las instituciones, para que entonces participe en su gestión el sector privado como tal, con sus inversiones, empresas y burocracia propia. Lo que consiste en sustraer el servicio de la esfera pública y trasladarlo a la privada. Pero eso no es todo, hay más en la trama.
Si ahora contemplamos todo el conjunto de la deuda pública interna, resulta que en un 60% corresponde al propio sector público. Ah! sorpresa: un Estado que se nos aparece endeudándose consigo mismo. Esto revela que la creciente deuda es un problema político, no el más grave problema económico del país; y debe achacarse, al responsable principal que son los gobiernos (controlados en la cúpula por políticos y tecnócratas neoliberales), quienes la contraen a partir de decisiones políticas y de política pública en las cuales se acepta la merma y menoscabo de los servicios públicos, entre otros trastornos.
Pero, toda esa operación la realiza la clase política a cambio de algo de gran trascendencia: que NO paguen impuestos los más ricos y poderosos del país, los mismos que contrabandean, eluden y evaden la paga de tributos y presionan por mantener y ampliar las exoneraciones y de demás fiscales de que disfrutan.
Y el colmo: a la vez, ellos, y no otros, son los contentos y seguros tenedores del 40% de los bonos del tesoro; un voluminoso crédito privado dado al Gobierno de turno para que conjugue el déficit fiscal y, como si fuera poco, se paguen de ahí los intereses de esos negociantes de títulos valores públicos.
Todo, todo el malévolo y maquiavélico “círculo no tan virtuoso” de tejemanejes financieros efectuados a la sombra del poder – en donde se entremezclan espurios intereses público/privados de las clases sociales dominante y gobernante – , viene a provocar en cascada que el peso de la carga tributaria caiga sobre los regresivos impuestos indirectos, o sea, sobre las espaldas de los sectores asalariados y de menores ingresos.
¿No les parece a ustedes magnífico y sensacional este juego-negocio neoliberal tan astuto y artero, aunque es anti-social y anti-popular, que viene dándose por décadas de manera sumergida y calculada; y que sigue adelante con gran naturalidad y frescura, muy mondo y lirondo?
(*) José Luis Vega Carballo es Catedrático de Sociología Política de la UCR
Los bonos del tesoro son los productos financieros más seguros, porque se supone que un Estado jamás quiebra (0% riesgo). El problema que plantea Vega en «invertir», es que no propone en cómo hacerlo, y eso no está ni bien ni mal, porque es sociólogo, no administrador ni economista. El problema de invertir los superávit así no más, puede suponer que el gasto planeado provoque inflación, lo que no es malo a priori, pero da lo mismo, porque la mayoría de ese gasto terminaría en manos privadas, porque muchos de los bienes que compra el Estado se los compra al sector privado, ya que el Estado no produce nada más que gasto. Dicho esto, da lo mismo si se «invierte» (gasta) el dinero en los servicios, a si se invierte en bonos del tesoro.
El único tema interesante es el de hacer crecer pequeñas y medianas empresas, pero bien lo que habría que preguntarse es qué parte del gasto del gobierno va hacia éstas, porque la cosa no es gastar por gastar, y si la idea es distribuir riqueza (no crearla) mediante el comercio, da lo mismo de nuevo, porque lo más seguro es que buena parte de ese dinero se utilizaría para pagar por las importaciones que hacen las pequeñas y medianas empresas.
Muchas gracias por su comentario que nos corrige y aclara más el panorama en torno a las implicaciones del gasto, la inversión y la compra de bonos soberanos. Tiene razón, no soy economista, sino un sociólogo que trata de hacer algo de «Sociología Fical» pero no con el conocimiento que a principios del siglo XIX aportó al tema el economista de la Escuela de Viena, el ilustre Joseph Schumpeter, quien propuso su necesidad y nos dejó algunas ideas y directrices acerca de la apasionante de la problemática.Mas,pocos se han interesado en darle continuidad y profundidad a esta rama de la Sociología Económica. Por mi parte, trataré de ir conociendo y afinando más mis pensamientos, sobre todo en torno al déficit y el endeudamiento, y sus inplicaciones. As´´i que son bienvenidos sus comentarios!. JLVegaC
Además de corruptos, son unos desalmados e inconcientes; y todavía existen en la corriente legislativa mayores impuestos que terminaremos pagando la clase asalariada y de menores ingresos. Como deseo que existiese una fuerza sobrehumana, que le pusiera un alto a esta manada de corruptos y desalmados. Digo una fueza sobrehumana, porque este pueblo duerme en la ignorancia y la apatía.