Comentario Al Rojo Vivo
En la columna anterior vimos cómo es de ambigua la moral y la conducta política de los sectores acaudalados que conforman la clase económica dominante de nuestro país, en su relación con el papel del Estado en la economía.
Así, en épocas de bonanza maldicen al Estado de Bienestar, le acusan de distorsionar mercados y precios, atacan el intervencionismo del sector público en el proceso económico y sus políticas de estímulo al desarrollo, rechazan el cobro de impuestos directos para captar recursos y reasignarlos a la satisfacción de necesidades sociales propiciando con ello una cierta redistribución del ingreso nacional en beneficio de los más necesitados. En este momento son neoliberales.
Pero cuando se desata una crisis o recesión económica, su discurso cambia y entonces ya no satanizan al Estado, sino que recurren a él en busca de ayuda para salvar sus negocios y sus bancos, pidiendo que intervenga para estabilizar y reactivar la economía. A eso se le llama “privatizar las ganancias” cuando las “vacas son gordas”, y “socializar las pérdidas” cuando las “vacas son flacas”. Ah! vivillos, ya no son neoliberales, ahora son keynesianos.
Pero, eso no es todo lo que hacen para proteger sus intereses.
El banquete empresarial a costa de contribuyentes con menos ingresos
Hay una constante en el discurso y la conducta de esa clase dominante de empresarios, comerciantes y banqueros, por encima de sus dobleces arriba señalados, la cual que comparten con los representantes del capital extranjero. Consiste en que, en toda época y todo el tiempo, presionan para que el Estado les construya infraestructuras (plantas hidroeléctricas, carreteras, puentes, puertos y aeropuertos, aduanas, etc.) para llevar adelante sus negocios con lo que llaman “ventajas competitivas”. Y, adicionalmente, que haga otras inversiones con las que también se favorecen, directa o indirectamente. Las llaman “facilitación del libre comercio y de los mercados”.
Por ejemplo, gastos en organismos como Comex y Cinde para atraer inversionistas; en salud y control de plagas y epidemias; en acueductos y alcantarillado; en educación, formación técnica y otros rubros del denominado “salario social” de los trabajadores; en jueces, tribunales y cárceles; en policías, radio-patrullas y motos para mejorar el control de la delincuencia y mantener el orden público; en frecuencias de radio y TV, otorgadas a casi a cero costo para que los medios privados de comunicación hagan su agosto y puedan seguir creando el consenso manipulado en la sociedad requerido para dominarla más fácilmente “desde arriba”, etc., etc.
Todas esas son erogaciones del fisco que, en el fondo, se vuelven una forma de subvencionar al sector privado (con fondos que pagamos todos los contribuyentes) y una contribución esencial al reinado de un buen “clima de negocios”. Sin esos aportes no podría funcionar ni sobrevivir el capital, ni darse su acumulación en manos de la clase empresarial.
Es decir, los distintos sectores empresariales, comerciales y financieros claman para que Estado les ponga la mesa y ellos poder sentarse sin más a disfrutar de un gran banquete, que les sale casi de gratis; porque el secreto es que los comensales son los mismos personajes que contrabandean, eluden, evaden y no pagan impuestos, mientras presionan para que el Estado les mantenga y ojalá les aumente sus exoneraciones y otros privilegios que les otorga.
¿No es ese “arreglo” y esos desembolsos fiscales unos verdaderos “regalos” del Estado pro-capitalista, algo estupendo… para el gran capital, para sus astutos dueños nacionales y foráneos, y sus corifeos; entre ellos los opiniólogos y demás falsarios mediáticos, los economistas y tecnócratas neoliberales que tanto ayudan desde los mass media a forjar el (falso)consenso sociopolítico, tan necesario para que impere la hegemonía de sus amos?
Como bien lo expresa el exministro de economía de Grecia, Yanis Varoufakis en su reciente libro ECONOMÍA SIN CORBATA (Ediciones Destino, 2015): “Todos esos ´regalos` han estabilizado la sociedad de mercado y han permitido a los ciudadanos particulares, sobre todo a los más poderosos, hacerse ricos. La riqueza es producida de manera colectiva (por los trabajadores, por los funcionarios del Estado), pero se acumula en manos de los ciudadanos más poderosos; y éstos (a) afirman que la riqueza se debe exclusivamente a ellos, (b) traman contra el Estado ´avaricioso` que les quita ´su` riqueza a través de los impuestos.” (Pág. 76)
Lo dicho por Varoufakis nos viene a explicar varias cosas.
Bajos impuestos directos a la renta, altos impuestos indirectos al consumo
Ésa de arriba, es la “fórmula mágica” que tanto ayuda a la acumulación de los capitales privados en manos de los más ricos y poderosos.
Por un lado, pagan impuestos extremadamente bajos, a una tasa que se considera risible. O del todo no los pagan porque con ayuda de sus asesores legales y contables (por cierto la mayoría salidos del Ministerio de Hacienda y la Tributación, sitios de donde pasan, de la mafia tributaria pública, a la mafia tributaria privada) son duchos en burlar los impuestos. Lo hacen vía elusión y evasión, la cual llega casi a un 7% del PIB.
Pero, eso sí, muy gustosos se echan a la bolsa miles de millones de colones adicionales en exoneraciones y exenciones arancelarias; entre otros privilegios que ellos y sus tecno-burócratas llaman “incentivos fiscales” (remember los famosos CATS) y que alcanzan casi un 6% del PIB.
Fíjense ustedes cómo el creciente déficit público (5% del PIB) que provocan con sus defraudaciones y que fuerza los incrementos del endeudamiento estatal, sería cubierto a corto plazo con solo eliminar de cuajo estas gollerías, que llevan años y años aplicándose sin justificación que se pueda sostener, salvo en contadas excepciones, como es el caso de las universidades.
Por otro lado, dado el “súper-círculo vicioso” descrito en el párrafo anterior, es esperable que la tasa tributaria sea de “tipo africano”; ya que ha oscilado por décadas alrededor de un 13% del PIB. Y no se diga que esto es falso, porque no incluye las cuotas patronales a la Caja, al INA o al Fondo de Asignaciones Familiares (sumadas nos dan entre 8-9% del PIB), cuando en realidad estos son “costos” que los capitalistas trasladan sin problema a los consumidores, al cargarlos al precio de venta de sus bienes y servicios, por lo cual todos terminamos pagando esos aportes de la patronal capitalista, exonerando así a los tagarotes de la “carga social”.
¿No es todo este negocio redondo también algo bello, maravilloso, fantástico, digno casi de un cuento de hadas que, como espectáculo de película, bien podría ser montado en Disneyworld, como un insigne aporte de nuestros sagaces y taimados Tíos Conejos, buenos defraudadores del fisco y tormento de una sufrida y explotada ciudadanía desprovista de medios para echarlos del templo?
(*) José Luis Vega Carballo es Catedrático de Sociología Política de la UCR.
He leido atentamente los articulos de don Jose Luis, siendo este el de los argumentos mas pobres.
Es evidente que el ciudadano rico y pobre,desee una buena infraestructura y un ambiente de paz y seguridad para desarrollarse con su familia.Es el anhelo del ser humano.
El problema que tenemos en CR, es que el 75 % de los ingresos por impuestos se van en pagar sueldos y pensiones a funcionarios publicos.Tanto es lo que hay que abonarles que el estado en ese «circulo virtuoso «emite deuda para poder seguir con esos gastos.Y la infrestrucura que quermos todos,no solo los ricos,todos,nada de nada.
Mientras no se resuelva bajar los gastos de estado no habra plata ni impuesto que alcance.Tenemos hoy dia el gran ejemplo de Venezuela.Destruyo el aparato productvo convirtiendose en pais rico que pasa hambre.
Entonces la culpa reside en que no va a alcanzar nunca el dinero por los salarios de los funcionarios públicos. Esta es la eterna y vacía excusa para que no se aprueben impuestos, que no tiene correspondencia con la realidad pues la causa de la flaqueza de los recursos del Estado es la injusta estructura tributaria, que favorece a los más adinerados, además de la evasión de los impuestos existentes.
Un gobierno no destruye su aparato productivo, sino que el capital sale del país por el riesgo político percibido es alto (ej: Venezuela). Todos los Estados emiten deuda para financiar sus obras, y pagan intereses por ello: nada es regalado. Si el 75% de los impuestos se van a pagos de sueldos y pensiones, es porque claramente el Estado depende de capital humano, no de máquinas. Decir que hay que recortar el gasto del Estado sin decir adónde, y al mismo tiempo, sin impedir un ejercicio efectivo y eficiente de labores, es prácticamente decir nada.
Si fuera más suspicaz, le echaría la culpa también a los neoliberales que, el pro de la desregulación de los mercados (financieros, especialmente), no sólo destruyen el aparato productivo de un país, sino del mundo entero (ej: Estados Unidos y la crisis financiera mundial del 2007-2008). Como bien apunta don José Luis: primero son neoliberales, y durante la crisis, se vuelven keynesianos.
así no más es…por a por b los ricos nunca pierden
Y cuál será el gobierno valiente y honesto que enfrente al toro por los cueronos ? Lo de los evasores y defraudadores es un «terrorismo» camuflado pues atenta contra la estabilidad económica del pais.
Ese es el punto.Hacienda debe enfocarse en en esos «terroristas » y ponerlos en orden,al igual que a los disparadores del gasto,como lo son tanto empleado publico caro,pero la solucion no es cargar con mas impuestos a los que ya pagan.
Esto es un problema bastante añejo, no es nada nuevo; por eso digo, más impuestos significa mayor ganancia para los evasores. Si Hacienda hiciera bien su trabajo no habría necesidad de más impuestos, pero claro, lo más facil es aumentar los impuestos, impuestos que al final terminaremos pagando la clase asalariada y los de menores ingresos
A mí me gustaría también que don José Luis hiciera una reflexión en torno a estos temas, pero desde este punto de vista: si bien buena parte de las economías mundiales dependen de la inversión extranjera directa (que es la que también termina evadiendo el fisco), ¿qué tan difícil puede ser crear una cultura emprendedora en un país, que permita alimentar las arcas del Estado?
Si los impuestos llegan al Estado porque los distintos sectores productivos mueven a la economía, o mejor dicho, porque la economía está en movimiento (los hogares consumen bienes y servicios creados por las empresas que, con sus materias primas y el trabajo que contratan, generan ingresos a los hogares para que estos consuman bienes, y así…), ¿qué está impidiendo a un país la posibilidad de crear una cultura que promueva la creación de riqueza? O para decirlo más feo: ¿por qué la gente prefiere trabajar 40 horas (o más) para alguien, cuando podría trabajar esas mismas 40 horas para sí mismo(a)?
Yo no digo que sea una solución, pero me queda verdaderamente la duda de lo que podría ser (y hacer) un país si existiera algo parecido, donde las condiciones para el nacimiento de nuevas empresas -que dieran a largo plazo al surgimiento de nuevas industrias- existieran, y dieran cabida a solucionar distintos problemas sociales: pobreza, desempleo, violencia, inseguridad, déficit fiscal, etc. Por más feo que suene: que cada país pueda gestionar y administrar el capitalismo en que vive, para que todos puedan sacarle provecho.
¿Sería posible algo así, don José Luis Vega Carballo? Porque, si le suben los impuestos a las empresas que ya existen (y entre ellas, a las que evaden), incluso ante el temor de que salgan del país, eso no va a solucionar el problema del déficit fiscal a largo plazo, porque los impuestos existen gracias a que se genera riqueza, no porque simplemente se imponen y el gobierno decide en qué se gastan.