Columna “Pensamiento Crítico”
Introducción
Vamos en esta columna de hoy a recapitular algunos aspectos del desarrollo del fútbol y sus nexos con otras actividades claves, sin el aporte directo e indirecto de los cuales este deporte no sería lo que hoy tenemos por delante a escala nacional y global planteado en el gran formato mediático y geopolítico controlado, para bien o para mal, por la dirigencia de FIFA.
En efecto, históricamente es posible observar cómo a la par de los jerarcas de la FIFA Nostra y con Don Blatterone al frente como Gran Capo, aparecieron medio siglo atrás otros actores que no nos podían faltar en el convite desatado al darse la reconversión del fútbol en un modelo de lucrativo negocio.
Fueron, primero, los dueños y agentes de aquellas marcas comerciales emblemáticas los que se tragaron el deporte Rey por dentro y fuera de los estadios, con la finalidad de obtener vitrinas preferenciales para sus productos o servicios ante segmentos de masas consumidoras de su máximo interés dentro de la monumental hinchada de fútbol, ávida de emociones y experiencias suplidas por sus ídolos. Ya para los años de 1990 habían logrado su gran objetivo de llevar a cabo una metamorfosis completa del formato tradicional del fútbol no comercial de plaza pública en condiciones harto favorables de penetración publicístico-mediática con altísimos valores agregados.
Recordemos que esas grandes firmas se aprovecharon durante la metamorfosis del ingenioso – y mafioso – sistema de patrocinios y licencias especiales impulsado y manejado desde aquel Vaticano suizo del fútbol y sus satélites regionales manejados a imagen y semejanza de la Cosa Nostra italiana. Nos referimos a sumisas federaciones, clubes y hasta entrenadores y jugadores líderes, todo un entramado mafioso y corrupto esparcido a lo largo y ancho de un planeta donde, a la par de los goles se comenzaron a mover, hasta el día de hoy, magnos peculados y expoliaciones.
Pero no solo ellos se han movido y se mueven.
Una creciente politización del balón de oro
Detrás de los dueños y agentes de marcas comerciales que, a la par de FIFA Nostra montaron la industria del fútbol mercantilizado, fueron apareciendo en un elevado segundo plano, dirigentes políticos también de marca mundial y otros de menor rango; todos ellos espueludos y curtidos actores que bien sabemos no hubieran llegado a sus altas posiciones si, a la vez, no hubieran establecido de su parte conexiones con el mundo de los medios globalizados de comunicación y de la telemática (combinación de la informática y la microelectrónica) capaces de hacer de la política tanto como del balompié grandes espectáculos mediáticos de masas.
Mediante sus gestiones cruzadas, fútbol y política se transformaron poco a poco, siguiendo canales y estrategias paralelas, en grandes fuentes de entretenimiento y en shows tele-mediáticos de primer orden y altamente redituables.
Fue ésa una tarea que impulsaron, con todas sus fuerzas y sus lucrativos intereses siempre por delante, los poderosos barones de los mass media de mayor peso (TV, radio, prensa y más recientemente internet y sus redes sociales). No lo hubieran logrado tan exitosamente sin el apoyo directo de una pléyade de publicistas, comunicólogos, mercadotécnicos y encuestadores a su servicio, los cuales asumieron las puestas en escena del espectáculo guiados por los sondeos de opinión aplicados por expertos a los consumidores y receptores de los mensajes transmitidos desde las plataformas mediáticas digitalizadas. Ellos se encargaron, acompañados por experimentados periodistas y gerentes de los medios deportivos, de que el fútbol y la política en formatos de gran espectáculo – así como su exitoso matrimonio – crecieran de la mano; y que, entre ambos, se establecieran sutiles vasos comunicantes y de apoyo mutuo, en una gran alianza de oportunidad.
Los fuertes intereses comunes entre mundo político y deportivo.
Para los agentes del balompié dominado verticalmente por FIFA, fue importante obtener favores, subvenciones, exoneraciones del pago de impuestos y otros beneficios que solo políticos de los países bien ubicados en las estructuras de poder podían conseguir; a ambos convenía compartir exhibiciones desde balcones y graderías, y asumir estilos faraónicos de vida semejantes en lo público y en lo privado; asimismo Don Blatterone y sus capos no podían organizar los eventos transnacionales sin la cooperación de las élites gobernantes regionales y nacionales, las cuales, a su vez, no se concebían quedando excluidas de escenarios espectaculares como el de los mundiales del fútbol; y al mismo tiempo hay políticas públicas deportivas y de medios de comunicación muy sensibles (entre ellas las de asignación de fondos y organización de juegos nacionales) que n o se puede llevar a cabo sin la colaboración de las autoridades políticas a cargo de su diseño y manejo; en fin, se descubrió y comprobó que el gran negocio del merca-fútbol no funcionaría como ahora lo hace a sus anchas, sin políticos-cómplices que encubrieran la corrupción de las dirigencias, los fraudes y chantajes en y alrededor de la FIFA Nostra y sus sucursales.
A esos actores públicos hay que sumar los de la prensa-cómplice con su superficialidad, renuencia o incapacidad para investigar a fondo las irregularidades que plagan el mundo del merca-fútbol FIFA-dirigido; y esto prima aunque se reporten algunas denuncias como noticia y con ribetes amarillistas, sin mayor profundidad ni análisis contextual.
Tal es la trilogía que rige la industria del balompié: 1) actores deportivos confundidos con agentes del campo político bajo control e influencia de FIFA; 2) grandes corporaciones productoras y distribuidores de productos de marca y tecnologías de punta interesadas en el marketing mundial de sus bienes y servicios; y 3) poseedores, gerentes y directores de la prensa deportiva y de los medios de comunicación más poderosos vinculados a la gran industria cultural de la distracción de masas, especializada en generar y transmitir grandes eventos convertidos en experiencias que, como lo hace el fútbol, levanten grandes emociones entre receptores de los grandes medios y fans de gradería.
Conclusión
Fue así como, a la par de los goles también comenzaron a moverse los votos y los resultados de muchas elecciones nacionales, todos ellos anclados a lucrativos negocios corporativos y transnacionales. También se movieron importantes nombramientos de miembros de las élites políticas nacionales y globales que interesaba mucho a la FIFA Nostra ubicar y controlar estratégicamente en altos puestos de poder e influencia dentro de los gobiernos y algunos organismos internacionales, para montar y afianzar su imperio supranacional; y poder de ese modo explotar aún más los beneficios del futbol de mercado politizado, o sea, del merca-fútbol, como ahora nos gusta denominarlo.
Seguiremos elaborando sobre el tema en nuestra próxima columna, donde examinaremos más de cerca el lado comercial y corporativo del fenómeno del merca-fútbol, sus principales actores, el papel de la publicidad comercial y de una lamentable prensa deportiva.
(*) José Luis Vega Carballo es Catedrático de Sociología Política de la UCR
Muy bueno el articulo gracias
El fútbol la mejor distracción que se pudo inventar para los borregos que se dejan engañar por los neoliberales
Con tanto conocimiento don Jose Luis seria un gran candidato a Presidente de la Fedefutbol y con suerte representante de Costa Rica en la FIFA.Conoce y ha estudiado tanto del entramado de la FIFA que seria simpatico verle la cara de sorpresa cuando regrese de una reunion a su cuarto en un hotel de lujo en Zurich y encuentre en su almohada un Rolex ,obsequio de Don Blatterone para su nuevo amigo.Sabroso viajar a Europa en primera y codearse con los Johnny.