Los medios electrónicos locales se llenaron con noticias y comentarios relacionados a las posibles candidaturas de Oscar Arias Sánchez y José María Figueres Olsen, ambos expresidentes de la Republica, como aspirantes de nuevo en las elecciones del 2018, impulsados por el Partido Liberación Nacional. Lo cual no deja de inquietar a muchos ciudadanos pensantes.
Ya desde hace bastante tiempo se venía comentando esta posibilidad, como una muestra más de la ausencia de nuevos liderazgos dentro de ese partido político, razón por la cual sus miembros vuelven los ojos hacia estos dos personajes del pasado, y de un pasado bastante obscuro, por cierto, cual es el de los últimos gobiernos de Liberación Nacional.
Resulta como sacar a relucir a un par de zombis, de esos que aterrorizan en las películas de más baja calidad. Pareciera que poca gente recuerda que sobre estos dos señores pesan graves denuncias que les señala la sociedad costarricense.
En el primero por su nefasto papel en el manejo de las finanzas públicas, pues habiendo recibido un país con superávit lo entregó a su sucesora, la tristemente recordada Laura Chinchilla, con un abultado déficit, que estamos padeciendo seis años después. Además de haber entregado el país a los más depredadores intereses mercantiles neoliberales y extranjeros, a través del Tratado de Libre Comercio con los EEUU, utilizando toda clase de engaños y triquiñuelas asquerosas.
En el segundo, por el hecho de haberse beneficiado por una suma cercana al millón de dólares de parte de la empresa ALCATEL, (y por ello perdió el cargo que ocupaba en Europa en una seria organización de renombre), por lo cual se exilió durante siete años confiado en que el pueblo olvida fácilmente; y además, por haber tomado decisiones nefastas durante su gobierno, como el cierre del ferrocarril, para satisfacer intereses de transportistas (grandes colaboradores en la campaña política) y otros obscuros intereses.
La ausencia de un nuevo liderazgo en Liberación Nacional es la manifestación de algo aún más grave, la absoluta ausencia de una renovación interior del partido, de la imposibilidad de un posible regreso a su ideología socialdemócrata que tanto bien le hizo al país, sino más bien el endurecimiento de la corriente neoliberal interna, que tanto daño le ha hecho a Costa Rica desde que ellos se adhirieron a esa ideología. Y como no son tontos, (podrán ser pillos, pero tontos no), capitalizan a su favor el pasado engañando al pueblo.
Pero esa ausencia de liderazgo tan evidente en Liberación es igual en los otros partidos, proporciones guardadas. Unos por desgaste o desprestigio, otros porque todavía no se abocan a fabricar los figurones que nos presentan en las elecciones.
Por ello desconfiemos de las ofertas engañosas de los políticos (todos) que prometen mañanas radiantes en las que se inicia un reino milenario de felicidad. ¿Recuerdan las promesas de Oscar Arias, los Mercedes y los BMW? Son muy conocidos en la historia, desde la antigüedad hasta hoy, los horrores a los que pueden y suelen entregarse los partidos políticos provistos de una verdad y de una meta absolutas, así como las iglesias cuyos miembros han sido alcanzados por la gracia —por desgracia— de alguna revelación inventada por ellas mismas.
El estudio de la vida social y de la vida personal nos enseña cuán próximos se encuentran una de otro, la idealización y el terror. La idealización del fin, de la meta, y el terror de los medios que procurarán su conquista. Ejemplo clarísimo lo padecimos con el TLC de Oscar Arias, donde prometió la felicidad absoluta, los medios macabros que utilizó para embaucar al pueblo, incluso utilizando amenazas, y lo que tenemos hoy, una situación peor a la anterior.
Ahora sabemos, por la amarga experiencia, que este abismo de la acción de ciertos políticos, con sus guerras santas contra molinos de viento y sus orgías de promesas vacías, no es una característica exclusiva de ciertas épocas del pasado o de civilizaciones atrasadas en el desarrollo científico y técnico: que puede funcionar muy bien y desplegar todos sus efectos sin abolir una gran capacidad de inventiva y una eficacia macabra. Sabemos que ningún origen filosóficamente elevado o supuestamente acertado inmuniza a una doctrina contra el riesgo de caer en la interpretación propia de la lógica paranoide que afirma un discurso particular —todos lo son— como la designación misma de la realidad, y los otros como ceguera o mentira.
No hemos llegado a la mitad del periodo del actual gobierno y ya se están dando los primeros fogueos al interior del Partido Liberación Nacional, lo cual es mala señal. Y lo digo porque, en vez de estar pensando y estudiando en cómo ayudar al país a salir de sus dificultades, colaborando patrióticamente en la Asamblea Legislativa, se enredan en sus propios cables al iniciar demasiado temprano las luchas por el poder al interior de la agrupación política. Malos augurios son estos. Pero ya estamos cansados de exponer cómo los políticos de nuestro país se interesan solamente por sus propios beneficios personales y no por el bien común. Y estoy hablando de lo que ellos llaman la elite del partido.
Y les recuerdo que en nuestro país nos mandan a callar a todos aquellos que de una u otra forma, alzamos nuestra voz para denunciar la injusticia social imperante, la corrupción y las tramafulas de los partidos políticos para hacerse con el poder. Y en otros casos, como es de esperarse, se cierran las puertas de los medios de comunicación masiva a quienes discrepan del “orden establecido” por los poderes político/económicos, pues resulta peligroso que un mensaje de ésa índole llegue a oídos del pueblo.
Pero pensemos un poco en lo del líder que necesitamos en momentos como los que estamos viviendo. ¿Son estos dos señores que nos han madrugado con sus ambiciones?
Todos los partidos políticos, sin excepción, están cautivos de una mentalidad elitista. Las cúpulas y los pequeños grupos que los rodean, están impregnados de una conciencia de sí mismos que los coloca por encima de los ciudadanos todos, haciéndoles incapaces de apreciar, entender o interpretar las necesidades del pueblo. Y como tales, se consideran a sí mismos con el derecho de usufructuar los bienes que nos pertenecen a todos, estableciendo distancias ofensivas entre gobernantes y gobernados.
Coloquialmente, por élite se entiende un grupo pequeño que por algún motivo, característica, facultad o privilegio es superior o mejor en comparación al grueso de una población determinada; con cualidades o prerrogativas de las que la gran mayoría no disfrutan. En general, se habla de élite como sinónimo de elegido, escogido, eminente o distinguido. Esta concepción tiene más o menos el mismo significado con que éste término es manejado en las ciencias sociales. Es común también que se le llame elitista a quienes son selectivos, a quienes discriminan a otros, a los que manifiestan repulsión por lo común o popular, que le dan una valoración negativa o califican peyorativamente a los conceptos de masa y mayoría.
En definición de Ettore A. Alberttoni, elitismo es un neologismo por el cual la comunidad científica internacional debe entender una explicación intelectual a los fenómenos políticos, que se desarrolla, “a través de la consideración del origen, de la naturaleza y del rol de los grupos dirigentes (élites) que operan en los diversos contextos históricos y ambientales”. Elitismo es sinónimo, o equivale, a lo que se denomina como teoría de las élites o elitística, y que Norberto Bobbio definió como una teoría realista de la política, “que afirma que en toda sociedad una minoría es siempre la única que detenta el poder en sus diversas formas, frente a una mayoría que carece de él”.
Términos propios del elitismo, como clase política, clase dirigente, élite del poder, circulación de las élites, oligarquía, etcétera, han sido incorporados plenamente al léxico de ámbitos académicos; algunas veces equívocamente. Algunos denominan exclusivamente al grupo que concentra el poder o que gobierna, adquiriendo así una connotación puramente política; otros poseen un rango más sociológico, refiriéndose a grupos hegemónicos no gubernamentales, que pueden ser económicos, culturales, religiosos o militares. Llama la atención que algunos otros términos importantes, como fórmula política, defensa jurídica, derivaciones, residuos, etcétera, se hayan quedado encerrados en los libros sin mayor trascendencia.
Encontramos que el elitismo responde a diferentes acepciones. Por un lado posee una acepción ideológica, referente a una actitud o pensamiento que enaltece o justifica a las aristocracias y que tiende a desdeñar a las masas. En otra acepción, se convierte en un paradigma de estudio de las ciencias sociales. Alberttoni mismo hace referencia a tres niveles conceptuales del elitismo: como visión teórica de la realidad social, como dirección empírica de investigación y como cuerpo doctrinario tendiente a definir las formas de poder en vista de la acción política práctica. Pero básicamente se habla del elitismo en dos sentidos, por un lado, en un sentido ideológico, como doctrina política; y por otro, en un sentido científico, como teoría de la sociedad.
En el análisis de Norberto Bobbio, el elitismo conforma una concepción desigualitaria de la sociedad, una visión estática o cíclica de la historia, actitud pesimista sobre la naturaleza humana e incredulidad sobre los beneficios de la humanidad. Por medio de la antítesis entre élite-masa, plantea un trastrocamiento en la filosofía de la historia propuesto por el socialismo, al proclamar como sujeto protagonista de la historia a las élites y no a las masas.
A diferencia del marxismo, por ejemplo, el elitismo es bastante más heterogéneo en lo referente a su terminología y categorías; pero puede afirmarse que los diversos teóricos de las élites poseen una concepción de la historia, la política y la sociedad, que les es más o menos común entre sí. Hay elementos que nos permiten configurar un común denominador.
Los principales rasgos que decimos son característicos del elitismo, y que nos permiten distinguirlo como una constante en la ciencia política, son los siguientes:
- En toda sociedad las relaciones entre individuos o grupos son desiguales.
- La causa de la desigualdad radica en la distribución del poder, que se concentra en un grupo restringido.
- El poder político determina a los demás poderes.
- El poder, especialmente el político, lo detenta siempre una minoría (o “clase política”).
- Una de las causas principales para que la minoría gobierne sobre la mayoría, radica en que, siendo pocos y con intereses comunes, se organizan.
- Puesto que el poder pertenece siempre a una minoría, la diferencia entre un régimen y otro se encuentra en la existencia o inexistencia de las minorías; en el distinto modo en que nacen, se transmiten y mueren, el modo en que se organizan y su competencia recíproca.
- El elemento opuesto a la élite es la masa, que es el conjunto de los que no tienen poder, y que son la mayoría (desorganizada, como tal).
- Lo irracional —sentimientos, instintos, ambiciones, etcétera— es lo que determina la acción humana.
Con estos conocimientos se nos hace ahora más fácil entender el elitismo de la clase política que ha gobernado en este país desde siempre, utilizando el concepto de elite política como clase dominante y no como nivel superior de conocimiento, educación, integridad, comportamiento ético, cultura amplia, etc.
Por todo lo anterior, y ante las noticias con que se iniciaba este artículo, creo que resulta indispensable dedicarle unas reflexiones al fenómeno que se reveló tan tempranamente.
(*) Alfonso J. Palacios Echeverría
Estos son los artículos que me gustan y me dan esperanza,qué bueno es leer a un periodista que no tiene pelos en la lengua,cuesta mucho encontrar periodismo de verdad, gracias.
Don Jonathan. Le agredezco sus expresiones pero debo aclararle que no soy periodista, ni estudie esa carrera, aunque siempre me ha gustado escribir como expresion de mis ideas.
Tanto Arias como Figueres, con los cuales se puede tener discrepancia ideologica,son personas que a nivel internacional,son los mas conocidos y con mayores y mejores conexiones en el mundo gobalizado en que vivimos. Eso son hechos.No hay otros lideres con esas caracteristicas en el pais.
En el ambito nacional y dentro del partido mas fuerte del pais,el PLN,son sin lugar a dudas lideres.
El pueblo en general se ha desencantado de las ultimas dos
administraciones,sobretodo por la falta de liderazgo y de dar un norte o rumbo al pais.Eso son tambien don Alfonso hechos irrebatibles.
Pero bueno,es decision del pueblo y no de las elites,decidir a quien le otorgan su confianza,equivocados o no.
En la realidad –la de verdad- no existe nada que se llame “la clase política”. Sostenerlo sería tomar la forma por el contenido. “La clase política” es una ficción mediática que intenta disfrazar lo que en realidad es una amalgama perversa de intereses entre quienes de verdad detentan el poder económico, financiero, comercial, político y mediático y aquellas personas que les sirven como ejecutores u operadores de sus intereses en los distintos órganos del Estado: la tecnoburocracia a su servicio. Este conjunto de individuos constituyen una suerte de casta –que no una clase– que defiende intereses económicos muy concretos –sustancialmente distintos a los intereses del Pueblo – y a cambio de ello perciben altos salarios, bonificaciones, viáticos, dietas, viajes, exoneraciones, prebendas y, eventualmente, alguna participación en uno que otro negocio o negociado de quienes conforman el poder real que los instrumentaliza: la Mafiocracia. Muchos de ellos proceden de sectores populares, lo cual no tiene por qué extrañarnos: una clase dominante es mucho más eficaz en su dominación –enseñó Marx- en tanto más capaz sea de allegar algunos nombres de las clases dominadas.
El Dr. Manduley es el Director del Centro de Estudios Estratégicos situado en Panamá, es el principal experto en temas geopolíticos relacionados con la ampliación del Canal de Panamá, pero quizá su mejor aporte en los últimos años ha sido la caracterización de la clase dominante panameña como una «Mafiocracia». Vale la pena buscar sus artículos en Rebelión.org o en la web del centro que dirige y donde expone, detalla y define qué es la Mafiocracia.No está nada lejos de poder aplicarse a nuestro país.
Muy bien, muy interesante…Y que propone específicamente para el devenir…
En conclusión seguiremos peor de lo aún estamos. Existe una estructura mafiosa y pestilente «Mafiocracia», con un claro padrino y su grupo de caracoles, dispuestos a arrinar aún más a la mayoría de costarricenses, con tal de llenar sus más bajos instintos. Pero como dijo alguien por ahí; «cada pueblo tiene los gobernantes que se merece», en vez de llamar «candidaturas zombies», llamaría «zombies» a los inconcientes que harán fila para votar, por el personaje más nefasto que ha tenido Costa Rica, porque desde mi humilde punto de vista, le pudo decir cual resultará ganador. Espero si DIOS existe, que le dé inteligencia a este pueblo, o se haga un verdadero milagro, porque de lo contrario el futuro de Costa Rica, tendrá un porvenir densamente oscuro.
MAFIOCRACIA:
El autor se refiere a Panamá, pero lamentablemente cada día se parece más a Costa Rica.
http://rebelion.org/noticia.php?id=175514
“Un grupo estructurado, existente durante un (largo) período de tiempo tiene como fin, mediante la acción concertada, utilizando la intimidación, la violencia, la corrupción u otros medios, obtener directa o indirectamente un beneficio económico u otro beneficio de orden material”. Esta, que es la definición del Comité Especial de las Naciones Unidas que estudia la Delincuencia Organizada, es una descripción exacta del actuar de las clases dominantes en nuestro país, de la Mafiocracia.
Mafiocracia, que vale la pena insistir, no es un término peyorativo, ni un insulto ni un recurso de agitación y propaganda. Es un término que pretende dar cuenta, definir y sintetizar una situación precisa, una manera de hacer las cosas, un modo de funcionamiento económico, político, social, mediático, cultural, ideológico.
¿Qué características tiene la Mafiocracia, vale decir qué rasgos encontramos en esta forma de funcionamiento político-social que padecemos en Panamá? En primer lugar, la inexistencia de instituciones democráticas propiamente dichas; la ausencia de instituciones públicas respetables y respetadas por el conjunto de los ciudadanos; un número creciente y conocido de personas comprometidas con organizaciones criminales que se vinculan con los más elevados niveles de conducción de la economía y la política o que, directamente, forman parte de ella; una pléyade de funcionarios gubernamentales de alto nivel corruptos que son utilizados como instrumentos de actividades estatales delincuenciales; un control casi absoluto de los medios masivos de comunicación y una corrupción e ineficacia manifiestas de todo el sistema judicial. Busque Ud. En Panamá a 10 empresarios (sólo 10) que dispongan de una fortuna del orden de los USD 20 M y que nunca hayan incursionado en la politiquería o participado en corruptelas, negociados, lavado de dinero o tráfico de influencias. Si los encuentra me avisa, por favor.
Hablamos, pues, de Mafiocracia ante una actividad delictiva que es sistemática y permanente por parte de una oligarquía incontrolada en medio de una red de corrupción no sólo que alcanza a, sino que se origina en, precisamente, las más altas esferas económicas, políticas y sociales del país, forma un entramado que se extiende a los principales negocios públicos y a las grandes inversiones, abarca especialmente a los altos cargos de los Poderes Ejecutivo, Legislativo y Judicial, a los mandos de los organismos de policía y seguridad, a los medios de comunicación, pero también a las cúpulas de los sistemas de salud y educacional, a ciertas cúpulas sindicales al servicio de los patrones y a aquellas ONGs que sólo gracias a sus dineros y la presencia mediática que sus recursos les permiten, usurpan las verdaderas representaciones de los ciudadanos. Ante la Mafiocracia el ciudadano de a pie parece no tener posibilidad alguna de defenderse y se ve obligado a convivir y pactar con ella en su vida cotidiana.
Yo espero y confío en la inteligencia de este pueblo, esas dos gárgolas apestosas de corrupción no merecen ni siquiera que se les nombre de barrenderos en las calles de este país.
En el PLN creen que por estar en la oposición pueden salir en el 2018, como castas palomas purificadas por la desmemoria del pueblo y la complicidad de ciertos medios que quieren lavarles la cara. No, debemos recordar y puntualizar sus fechorías, debemos exponer su corrupción y pestilencia y si aun así el pueblo aborregado los eligiera, sabremos que la decencia murió en Costa Rica.
Si la «masa» está en modo «zombi» y los remezones economicos y politicos de los últimos nefastos gobiernos no la han despertado, qué podemos esperar de Costa Rica ? Veremos entonces pavonearse en el poder a los cobardes (que huyen,) asesinos (sueltos) y ladrones (premiados) de la «mafiocracia» ? Esta, ha comprado la mayor parte de los medios de comunicación para continuar inoculando a esa gran masa, la eficaz droga del engaño y la mentira. Será posible ?
Pueblo idiotizado: Hasta cuando piensan romper las cadenas que nos atan de estos politiqueros-empresarios que nos sangran y nos masacran, considero que definitivamente debemos poner un alto a tal barbarie.