sábado 25, enero 2025
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Entretelones de una polémica en la izquierda de Costa Rica

Los diferendos que se han exteriorizado dentro y  fuera del Frente Amplio, a propósito de la elección de Celso Gamboa como magistrado de la Sala Tercera de la Corte Suprema de Justicia, han dado origen a un debate que involucra a diversos sectores de la izquierda en Costa Rica, en especial por las actuaciones del funcionario electo, en su condición de ministro de seguridad pública, durante la administración de la presidenta anterior, la liberacionista Laura Chinchilla Miranda (2010-2014).

El hecho de que algunos diputados de ese partido hayan votado a favor del magistrado electo, se constituyó en la causa que desencadenó una serie de acusaciones entre quienes militan en sus filas, pero también dentro de otras agrupaciones partidarias, como ha sido el caso de los partidos Vanguardia Popular y Revolucionario de los Trabajadores(PRT), acerca de la pertinencia o no de esos votos en el plenario legislativo, llegándose a dudar acerca de si esa manera actuar, habría dejado de corresponder a la actitud esperable de quienes se consideran como militantes de las fuerzas de la izquierda costarricense.

Sin embargo, pese la importancia de algunas participaciones públicas de diversas personas involucradas y de algunas organizaciones sociales y políticas, ha sido el intercambio epistolar sostenido, entre don Manuel Gamboa, padre del magistrado electo y don Humberto Vargas Carbonell, líder del Partido Vanguardia Popular, el que le ha puesto un sello muy particular a una controversia como la presente y que planteada, en estos términos quedará para la historia, una historia documental que es la nuestra y no la de la oralidad que correspondió a los pueblos antiguos, dada la relevancia que adquirió dentro de las circunstancias históricas por las que atravesamos.

En ambos documentos, dos cartas circuladas a través de los medios electrónicos, vemos la expresión de convicciones profundas en el orden de lo político, pero también de lo social las que van desde el amor de padres a hijos hasta importantes referencias a la historia contemporánea de nuestro país, especialmente ante hechos como la Asamblea Constituyente de 1949, donde el abuelo de uno de ellos votó contra la persecución hacia la izquierda en la postguerra civil de 1948 o el derrocamiento de la tiranía somocista, a finales de los 1970, en el que ambos protagonistas estuvieron comprometidos, de diversas maneras. Los dos nos demuestran que el amor de padres a hijos no es incompatible con las creencias políticas profesadas por unos y otros, además de que los hijos –contrario a lo que mucha gente piensa, de manera habitual- no tienen que ser un mero calco de los padres, sobre todo en cuanto a las formas de pensar y de actuar en lo político y en lo social, lo que no implica el dejar de ser consecuentes con las propias creencias. He subido el texto de don Humberto esta mañana (del miércoles 18 de febrero) a mi página de facebook, aunque me hubiera gustado colocar los dos juntos para propiciar una lectura atenta y simultánea de sus contenidos. Ambos ciudadanos nos demuestran con su gestos, y dentro de los contenidos de sus cartas, que la izquierda ha tenido un lugar importante en la construcción de la democracia en este país, a partir de la primera mitad del siglo anterior, cosa que no estoy seguro de poder decir de la derecha, empeñada, durante muchas décadas, en sus obsesivas persecuciones hacia la clase trabajadora y sus organizaciones, sindicales y políticas.

Ha sido la izquierda, indistintamente socialista, anarquista o comunista, la que ha venido luchando y construyendo espacios democráticos en este país centroamericano, durante la primera y la segunda mitad del siglo XX, un período en el que no votaban las mujeres ni tampoco aquellos  habitantes que no fuesen propietarios de tierras o estuviesen en posesión de determinado grado de instrucción. La conquistas sociales e incluso políticas, fruto de las luchas de la clase trabajadora, a partir de los tempranos años 1920 y a lo largo del siglo anterior, con sus reformas sociales de los años cuarenta y la concreción de las políticas del estado benefactor, anteriores a los 1980, dieron oportunidad a muchas gentes para mejorar sus condiciones de vida y proyectar todo esto hacia las nuevas generaciones, hoy amenazadas de perder todo de un plumazo como resultado de la ofensiva del totalitarismo neoliberal/neoconservador.

Mucho más allá de las diferencias evidenciadas entre don Humberto Vargas Carbonell y don Manuel Gamboa, su intercambio epistolar tiene la virtud de ponernos en contacto con las vivencias y los planteamientos de la larga lucha de los militantes de una izquierda como la costarricense, siempre comprometida en las luchas por la democracia y haciendo frente a las asechanzas del fascismo, como la expresión más visible de una derecha cada vez enconchada en las posiciones dogmáticas y totalitarias del pensamiento único neoliberal.

(*) Rogelio Cedeño Castro, sociólogo y catedrático de la Universidad Nacional de Costa Rica (UNA).

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