La innovación social está transformando la forma en cómo hacemos desarrollo humano, se ha convertido en un bastión de las comunidades para resolver problemas, impactando con esto sus economías, el orden social, la forma en cómo invierten los recursos públicos, inclusive sus sistemas políticos. El aparato burocrático de soluciones de arriba hacia abajo ha fracasado, la era de estas complejidades ha sido reemplazada por una fuerza de soluciones del colectivo.
Estamos viviendo un proceso de cambio, que nos lleva hacia una gobernanza colectiva. Esta gobernanza no debería dejarse llevar solamente, por el impulso y la espontaneidad de quienes han experimentado su capacidad para proponer y resolver; igualmente importante, es que nuestra institucionalidad sea transformada y esté preparada para ajustarse al cambio de los tiempos. Las municipalidades deben liderar para sus comunidades, la forma en cómo se impulsa la innovación social; este liderazgo deriva de su responsabilidad por catalizar esfuerzos y crear condiciones para que sociedad civil, empresa privada y Estado encuentren puntos de encuentro territoriales convergentes. Estos espacios deben ser preparados deliberadamente, para que se pueda acudir y participar organizada y sistemáticamente; además debe tenerse condiciones organizativas para que sean efectivos, eficientes y sustentables, donde el valor agregado que aportan debe impactar en el colectivo a donde se circunscribe.
El liderazgo de las municipalidades implicaría al menos: dirigir el proceso de concertación que delimite y priorice la problemática, necesidad u oportunidad por atender; crear los mecanismos y las facilidades para convocar y armonizar el proceso de integración de los actores; abrir al colectivo la información y facilitarles la participación desde y hacia estos puntos de encuentro territoriales; realizar un proceso de culturización que amplíe y mejore la participación en el proceso de innovación; educar a los ciudadanos sobre la dinámica de trabajo y organización de los puntos de encuentro; así como revisar con regularidad formas en cómo realizar ajustes que ayuden a realizar mejoras.
Las municipalidades poseen el alcance legal para liderar el cambio. Las facultades que le otorga la Constitución Política de la República, en el artículo N°172 y el Código Municipal, en sus artículos N°3, 4 y 9, dicen entre otras cosas, que las Municipalidades como “gobierno y administración de los intereses… cantonales”, pueden “concretar, con personas o entidades nacionales o extranjeras, pactos, convenios o contratos necesarios para el cumplimiento de sus funciones” y así “promover un desarrollo local participativo e inclusivo, que contemple la diversidad de las necesidades y los intereses de la población”, no limitándose a su territorio, también “las municipalidades podrán pactar entre sí convenios cuya finalidad sea facilitar y posibilitar el cumplimiento de sus objetivos…”.
De hecho, ya hay municipalidades que han entrado como parte en procesos similares al propuesto; como muestra el caso de la Asociación Agencia para el Desarrollo de la Región Huetar Norte, constituida en el año 2001. Esta asociación se describe como un foro de discusión, análisis y propuesta de desarrollo económico local, en el año 2003, fue declarada de utilidad pública mediante la ley 8357, y está financiada por aportes de recursos humanos y materiales provenientes de instituciones públicas, empresas cooperativas, la municipalidad de San Carlos, la empresa privada, centros de estudio, asociaciones comunales, empresariales y gremiales. Esta organización puede decirse, se constituyó como uno de esos puntos de encuentro ideales; evidentemente han sido innovadores sociales en muchos de sus logros, sin que posiblemente se etiqueten como tales. En sus esfuerzos por generar un mejor clima de inversiones, se han impulsado proyectos de infraestructura vial, telecomunicaciones, energía, educación, entre otros. Los resultados son fruto de un sistema de innovación social, constituido en un punto de encuentro territorial, legalmente establecido como una Asociación sin fines de lucro.
Este punto de encuentro es una organización consolidada, donde sistemáticamente, se tiene un ciclo de valoración de ideas, de formulación de proyectos, construcciones de redes de contactos, y evaluación de resultados e impacto; son organizaciones sociales inteligentes, dotadas de un alto nivel de dominio de la innovación social. Si bien es cierto, la experiencia expuesta no es la única, al igual que las otras, el aprendizaje es capitalizable y potencialmente replicable.
Utilizar las potencialidades de las municipalidades, así como la institucionalidad que les rodea, son vitales para que se impulsen la constitución y consolidación de puntos de encuentro similares; debe de apropiarse del conocimiento y experiencia ya generados en el proceso; es necesario que se integre la red de Municipalidades para la transferencia de conocimiento en esta materia, donde comulguen aprendices y mentores; aprender haciendo.
Se trata de un cambio integral en la gobernanza, un cambio que también puede incidir en la forma cómo valoramos a quienes nos administran. La efectividad de sus acciones pondrá en evidencia la capacidad para liderar un cambio de paradigma. Visto con un optimismo razonable, estos puntos de encuentro territoriales para la innovación social, podrían ser también crisoles pre-nominativos de nuestros gobiernos locales. Parafraseando a Confucio “El tipo más elevado de hombre es el que obra antes de hablar, y profesa lo que practica”.
(*) Roberto Villegas Flores es Ingeniero