Uno de los acontecimientos más relevantes de nuestro tiempo es la irrupción del neoliberalismo en la escena pública. Tan relevante como inesperada; hace tres decenios nadie hubiera pensado en el renacimiento del liberalismo. Sin embargo, hoy están en pleno auge las políticas que reducen las funciones y los poderes del Estado y la contracción del gasto público. En correspondencia, observamos una revalorización de las ideas que condenan la igualdad y la justicia y que en su lugar enarbolan la libertad individual. En suma, presenciamos los intentos del desmantelamiento del Estado Desarrollista-Reformista y la instauración del Estado Neoliberal. O bien, para usar el pintoresco lenguaje de nuestros políticos criollos que hace unos años, observamos el «adelgazamiento de un Estado obeso”.
En un período histórico relativamente corto, desde el inicio de la década de los ochenta, el pensamiento neoliberal se ha convertido en el pensamiento único y dominante de la mayoría de la élite gubernamental costarricense. Contribuyendo a la difusión del nuevo pensamiento dominante ha sido la existencia de organismos internacionales tales como el Banco de Mundial y el Fondo Monetario Internacional, que han promovido tal pensamiento. El pensamiento económico neoliberal esconde una relación de poder en que los grupos hegemónicos de la población están proponiendo “austeridad” para los sectores sociales, que siempre la han tenido que sufrir.
Este papel neoliberal considera el papel del Estado como el responsable del enlentecimiento económico a partir de la década de los ochenta; según ellos el papel del Estado afectaba la eficiencia económica. El pensamiento neoliberal considera perjudicial las políticas sociales redistributivas del Estado ya que merman la capacidad de ahorro de las clases adineradas disminuyendo así la inversión, la creación de empleo y bienestar social. Acusan a los que defienden el papel que tiene que jugar el Estado en la política social, de dañar a la población popular a la que se intenta favorecer.
Las principales políticas públicas, implementadas por el pensamiento neoliberal consisten en: una reducción del tamaño del Estado, desregulación de la economía y del mercado laboral, disminución del papel redistributivo del Estado, eliminación de las agrupaciones laborales como sindicatos y asociaciones, etc. Y de ello se han encargado en nuestro país los mismos partidos políticos que hace ya más de cincuenta años impulsaron todo lo contrario. Pero con una característica evidente, el surgimiento de lo que se llama el poder fáctico, que se encuentra bastante atrás de los gobernantes de relumbrón que vemos, los políticos que se hacen pasar por mesías, los funcionarios que dan la cara pero que no toman decisiones. Son los que realmente gobiernan en cada país, y muy particularmente en el nuestro.
Los poderes fácticos que actualmente gobiernan Costa Rica a su antojo, una mezcla de empresarios delincuentes que no pagan sus impuestos y las cargas sociales correspondientes, en contubernio con políticos corruptos hasta la médula, vinculados al poder económico y financiero, y representados por los diferentes gobiernos capitalistas que han manoseado al país a su antojo, emprendieron hace ya algún tiempo una batalla a gran escala cuyo objetivo no es otro que atacar sin piedad los derechos sociales y laborales de la clase trabajadora.
Con la excusa de la crisis fiscal, y con el apoyo imprescindible de los principales medios de comunicación -que difunden e insertan el discurso neoliberal entre las masas-, son innumerables los ejemplos de los gobiernos anteriores (y en cierta forma de éste), que han estado imponiendo al pueblo la agenda neoliberal/capitalista, como ya antes se hiciese en décadas pasadas en la inmensa mayoría de países de eso que se vino a llamar falazmente el “tercer mundo”, y en especial en los países de África, el sudeste asiático y América Latina, con las trágicas consecuencias, sobradamente conocidas y certificadas, que tal hecho tuvo para el desarrollo de tales países, entre otras cosas estableciendo las mayores diferencias económicas jamás conocidas entre países ricos y desarrollados y países empobrecidos y subdesarrollados, así como alcanzando los mayores niveles de pobreza y hambre.
El modelo capitalista/neoliberal fue progresivamente impuesto, desde lo ejecutivo, lo legislativo, lo económico y lo mediático, como único camino posible para afrontar las consecuencias terribles que la crisis de las finanzas públicas y las consecuentes acciones que se toman en las organizaciones del Estado, está teniendo todavía hoy efectos sobre las condiciones de vida de los trabajadores y trabajadoras a lo largo y ancho del país.
Los gobiernos capitalistas neoliberales (especialmente los de Liberación Nacional y la Unidad Social Cristiana) explotaron la situación de miedo y desesperación en la que viven cada vez más personas, abrumadas por los efectos de una situación de incremento del costo de vida y la ausencia de oportunidades de trabajo, que está condenando a amplias capas de las clases trabajadoras al desempleo, la precariedad y la pobreza.
Ayudados por los medios de comunicación al servicio del capital, estos gobiernos hicieron creer al pueblo que no existe otra salida posible a la crisis que asola el país desde el gobierno de Oscar Arias, y que no nos queda más remedio que aceptar los brutales recortes de derechos sociales y laborales que estamos contemplando, si queremos en algún momento aspirar a estabilizar la situación económica, y, por tanto, a restablecer la senda de la creación de empleo y el crecimiento.
Sin embargo, nada dicen de la evasión fiscal, el no pago de las cargas sociales que por ley deben cancelarse a la Caja Costarricense del Seguro Social, del contrabando, del tráfico de influencias y de información privilegiada, y de otras manifestaciones de corrupción que se manifiestan, precisamente, dentro de esa clase empresarial y financiera que defienden como los precursores de un avance y una prosperidad nunca vista.
Igualmente, la crisis de deuda pública en la que vive inmerso nuestro país, supone el escenario perfecto para que los objetivos políticos y económicos del neoliberalismo se abran camino en el mundo a pasos agigantados. Al igual que ocurriese con los denominados “Planes de Ajuste Estructural” impuestos por el Banco Mundial y el FMI las décadas pasadas en los países de ese denominado “tercer mundo” entre los cuales nos encontramos, con el argumento de la deuda como excusa perfecta.
Todo aquel país que quisiera tener acceso al crédito otorgado por las instituciones financieras internacionales, así como por la banca privada -y mediante el cual, supuestamente, era la única manera posible con la que los Estados pudieran hacer frente a sus problemas económicos-, debían cumplir con las exigencias planteadas desde tales instituciones en materia de política económica, o de lo contrario no habría crédito. No hay otra opción, nos decían entonces.
Los gobiernos debían imponer las políticas dictadas por el neoliberalismo, o atenerse a las consecuencias. Un chantaje, además, del que era imposible escapar dentro del marco de relaciones capitalistas globalizadas, y del que solo se podría salir cambiando de marco político y económico.
No creo que con esto le esté descubriendo nada nuevo a nadie, es algo de sobra conocido. Sin embargo, hay mucho más detrás de ello, y es posible que no todo el mundo conozca lo que sigue y acompaña a estas medias, no al menos desde una perspectiva de análisis profundo.
Y, finalmente, como la muestra del cinismo y la soberbia más absoluta de la postura neoliberal, tenemos las declaraciones de su sumo pontífice, Oscar Arias Sánchez, quien se ha permitido decir que el actual gobierno carece de claridad intelectual, como si la única luz que podría iluminar este país fuera la luz negra que proyecta el pensamiento neoliberal que él tan oficiosamente representa, Y que cualquier pensamiento divergente al egoísmo más aberrante que está inmerso en esa corriente de pensamiento, estuviera equivocada. Y que la preocupación por lo social resulta ser una aberración según su forma de pensar.
La claridad intelectual, en consecuencia, es tener claro que el tráfico de influencias, la venta de activos del Estado, la concesión de obra pública, la declaración de interés nacional de la explotación minera a cielo abierto, la inauguración de obras inexistentes, y mil locuras más, como el ir a meterse en otros países para darles instrucciones acerca de cómo deben manejar sus propios asuntos, es lo intelectualmente correcto. Existen momentos en que el delirio senil hace perder de manera absoluta el sentido de la realidad, y si además de ello se está inscrito en un pensamiento que glorifica el egoísmo, no existe ya salvación alguna para quienes así piensan y además lo pontifican.
(*) Alfonso J. Palacios Echeverría
Tiene usted sobrada razon; pero como hacemos para que el comun entienda. La gente esta engolosinada con el consumo y le venderian el alma al diablo con tal de seguir consumiendo, asi pues, vender la Patria no importa.
Nunca te habia leido mas claro.Has descrito el mundo que vivimos.
Si a ello le agregas que Lula resulto ser un sinverguenza,que el socialismo del siglo 21 desaparecio apenas se agotaba la plata de la venta de las materias primas ,que los Kirchner,Chavez,Evo son historia de la mala y que los Castro se entregan al imperialismo yankee ante el avance fuerte y contundente del liberalismo pues aparecen los Oscar Arias que han olfateado el movimiento y van tras el poder.
A Lula todavía no lo han declarado culpable, por lo tanto aún no se le puede llamar sinvergüenza, en éste mismo diario puede leer un escrito de Leonardo Boff sobre lo que allá está pasando. Con los otros casos que cita lo que dice es demasiado simplista, ejemplo es lo de Cuba donde tres cuarts de la población actual no vivieron la revolución y por lo tanto están muy distanciados con el pensamiento de los Castro, éstos ya hicieron lo suyo, la siguiente etapa de la revolución y la defensa de las conquistas deben hacerla los que quedan. Respecto a los otros procesos, apenas están empezando, muy pronto para dar juicios terminales.
Excelente como siempre, don Alfonso. Pero este artículo en particular describe a la perfección la situación de la Costa Rica actual. Es tan claro y preciso que debería ser leído por todos. A esos poderes fácticos hay que ponerles nombre y apellido. Solo conociendo la enfermedad, se logra luz en el camino a la sanidad.
Excelente don Alfonso, nada peor que la corrupción y las mentiras de los poderes fácticos, qué mejor ejemplo que Venezuela.
«MENOS MAL que en mi pais NO HAY CONSUMISMO». Lo que hay es COMUNISMO, y del bueno, del que dicen que NO MATA, pero que te ENAJENA. El COMUNISMO=SOCIOLISMO=TOTALITARISMO=NEPOTISM= Muchas cosas mas que dice el Gobierno que te da, pero que no ha llegado el barco al muelle todavia, O QUE LOS NEOLIBERRALES NOS QUIEREN MATAR DE HAMBRE: ESO SI ES CONSUMISMO.