La sociedad costarricense debe prepararse para afrontar los retos que le depara el futuro. Y dentro de ella – de manera muy particular – deben prepararse el Estado y las organizaciones que lo conforman como instrumentos que rigen la sociedad. De allí la enorme responsabilidad de los políticos que logran acceder a los cargos en los que se toman decisiones sobre el futuro del país. El éxito dependerá de la capacidad de adaptación a las tendencias probables que se esperan en los más diversos campos, en reducir el nivel de incertidumbre, y en saber anticiparse a las rupturas posibles.
El primer paso que hay que dar es el abandono del fatalismo y el determinismo que ha caracterizado el accionar social en general y el del Estado en particular. Luego, hacer previsiones con respecto al futuro, pero abandonando las metodologías clásicas que están demostrando ser, desde hace tiempo, insuficientes debido al gran número de errores que cometen.
La propuesta no es prever el futuro, sino construirlo a través los análisis de determinadas tendencias, hechos e ideas que marcan las cartas de navegación en el itinerario del siglo XXI. Porque el futuro no está escrito en ninguna parte. Ante nosotros existe un abanico, más o menos amplio, que corresponde a diversos futuros y que evolucionan al ritmo de los tiempos. La tarea consiste en identificar los futuros posibles a través de las pistas que se nos presentan con mayor o menor claridad.
Hay que reconocer, en consecuencia, que existen determinadas tendencias que están gravitando sobre nuestro futuro, y que ignorarlas puede llevarnos hacia situaciones nefastas para el desarrollo integral de la sociedad.
Una revisión somera de las principales tendencias podría darnos algunas luces. Lo asombroso es que aquellos que acceden a los niveles de gobierno y que asumen la responsabilidad de conducir al país, pareciera que no prestan atención a las señales que ya son visibles, y es por ello que vamos dando tumbos de uno a otro lado, sin encontrar un rumbo.
Pero antes debemos efectuar algunas reflexiones preliminares, ya que realizar un ejercicio prospectivo hacia el interior del futuro de Costa Rica equivale a emprender un viaje atravesando los mares de lo nunca vivido, donde los mapas y las trayectorias bosquejadas, así como la reflexión sobre los problemas que nos acucian, tienen un valor nunca considerado. Se trata de un viaje por un espacio global y pluridimensional durante el cual escudriñamos el horizonte a través de diversas disciplinas, que buscan reducir -hasta donde sea posible – la incertidumbre, y que forman parte de un todo que se comporta como un sistema holístico, donde su principal característica es que el todo es muchísimo más que la suma de sus partes.
En general existen en la actualidad (y lo será aún más evidente en el futuro) problemas que requieren la contribución y la sinergia de todas las disciplinas, porque la realidad es cada vez más compleja y sus elementos cada vez más interdependientes.
En el horizonte de Costa Rica surgen ya otros nubarrones cargados de problemas nuevos, que pueden ser el origen de nuevas dificultades para el desarrollo y la gobernabilidad del país, sino somos capaces de identificarlos con antelación, prepararnos a tiempo y desarrollar una capacidad apropiada para evitarlos. Y la única alternativa es la anticipación y la innovación, porque el que copia llega cada vez más tarde, y es importante que ello se haga rápidamente. La rapidez dependerá de la cualificación, de la preparación, de la anticipación y de la interrelación de factores, que nos permitan prepararnos para los cambios que se avecinan.
Hasta ahora hemos sabido copiar o emular, pero pocas veces innovar. Hemos sabido dar miradas retrospectivas y en algunos casos dar interpretaciones del presente con base en las tendencias pasadas. Pero ¿estamos preparados para tomar decisiones estratégicas con miras al futuro?, nos hemos preocupado de mirar hacia adelante?, nos hemos dado cuenta cabal que el motor del desarrollo se mueve a nivel internacional y que los frenos y las resistencias a los cambios se producen a nivel local?, somos conscientes de que aunque la tecnología y el progreso técnico surgen por todas partes, siempre terminamos tropezándonos con las personas?
Como en la Odisea de Ulises, en una embarcación el futuro se equipara a las metas que perseguimos y se transforma en la verdadera razón del presente. Sin embargo, debemos concretar nuestro destino, pues en el mar no hay vientos favorables para quien no tienen un rumbo y un destino determinado.
Los propósitos del ejercicio prospectivo es dar una mirada a las cartas de navegación de los mares del futuro, pues se están produciendo rupturas en los sistemas que conocemos, y ello aconseja plegar unas velas y desplegar otras. Cada vez nos valen menos las reglas que heredamos del pasado. Se impone la innovación. Frente al pesimismo y el optimismo gratuitos, se impone la esperanza, la fe en el futuro deseado.
La salida de la situación actual, que en algunos aspectos a llegado a conformar un cuadro de crisis, ya no pasa por la elaboración de una receta más o menos docta por parte de cualquier iluminado, y mucho menos por los postulados de corrientes fundamentalistas como las que han surgido en los últimos años, ya que no son más que el producto de la desesperación. Tampoco el futuro es algo determinado y falta a la verdad quien asegura que el porvenir será de esta o aquella manera. Un ejemplo de ello es cómo hemos comprobado hasta la saciedad que las predicciones económicas, tal y como se realizan habitualmente, son un cúmulo de desaciertos con consecuencias a veces funestas. Y lo peor de todo es que ciertos grupos de interés, afectos o adversos al partido político que gobierne en un momento determinado, manipulan las cifras económicas para crear en la conciencia ciudadana una actitud determinada favorable o desfavorable.
Desde la prospectiva se sostiene que la crisis se produce debido al desfase existente entre una situación real y otra deseable, más ajustada a las tendencias y evoluciones del entorno. Y los cambios requieren sus correspondientes reglas de juego.
Vemos cómo algunos actores sociales pretenden mantener sus privilegios de un pasado que nunca volverá y luchan, por todos los medios, para que las reglas de juego que les favorecen no varíen a pesar de que están obsoletas. Otros actores, portadores de esperanza y de cambio, se esfuerzan – a veces inútilmente – en hacer variar esas reglas de juego que impiden superar las dificultades presentes. En tanto los primeros sigan tomando las decisiones que nos afectan a todos, frenando y poniendo obstáculos a la evolución y los cambios, lo que lograrán será agravar la situación, en vez de solucionarla.
Si analizamos el comportamiento de los representantes de los partidos políticos en la Asamblea legislativa, por ejemplo, o de las agrupaciones sindicales y gremiales, por el otro, veremos que ambos son cultores o gestores del pasado, en nada piensan en el futuro.
A los que llamamos “gestores del pasado” no pueden aportar más que desgracias y políticas de parcheo, que no son más que placebos que se ofrecen a soluciones sin salida, y condenan a los diferentes actores sociales, y en especial a los ciudadanos, a desempeñar un papel puramente pasivo.
Hay que sustituirlos por otro tipo de gestores, más serios y rigurosos en el análisis, con una visión más amplia y global de los problemas, donde los factores de índole cualitativa tomen verdadero sentido y relevancia y, sobre todo, donde las situaciones se planteen hacia el largo plazo, teniendo en cuenta el papel y las diferentes estrategias de los actores y la necesaria modificación de las reglas de juego. Sin embargo, esperar una actuación así de los políticos nacionales es, quizá, soñar despiertos lo que más bien se asemeja a una pesadilla sin fin. Sus cualificaciones profesionales, intelectuales y culturales lindan con el ridículo.
De allí la importancia de la reflexión prospectiva, que es una herramienta previa a las decisiones estratégicas, es movilizadora y permite a cada actor resituar su posición y darle un mayor sentido a la acción, y los induce a afrontar mejor, con flexibilidad y anticipación, los retos que nos depara el futuro. Y repito, el futuro no está escrito en ninguna parte. No es un escenario fatal, predeterminado e ineluctable. Hay que construirlo hoy, en el presente, a través de unas cartas de navegación que nos indiquen el itinerario del Siglo XXI.
Por otro lado, parece necesario indicar el papel que pueden desempeñar los centros de formación superior en este esfuerzo, ya que es aceptado que ellos colaboran de una manera significativa en el esfuerzo prioritario que las coloca como un medio eficaz para lograr, a través de políticas públicas, mayores niveles de desarrollo nacional. Pero mirando hacia el futuro, desde la prospectiva podemos decir que con respecto a las cualidades exigidas por el crecimiento nacional – dado el contexto de rápida evolución técnica y organizativa que actualmente se manifiesta y con seguridad conoceremos en las próximas décadas – se exigirán mayores saberes, actitudes y comportamientos de aquellos que egresan de sus claustros.
Lejos, muy lejos están las universidades nacionales de este propósito, y si lo reconocemos así en las públicas, que son las que más se preocupan por una formación más amplia y profunda, las privadas están absolutamente desligadas de estos esfuerzos.
Además, ante la ausencia de otras instancias significativas de reflexión rigurosa científica y técnica, deberían asumir el papel de convertirse en instrumentos facilitadores para el análisis y la generación de propuestas que permitan ver hacia adelante, que permitan ver el horizonte del país. Cumplen el papel – o deberían cumplirlo – de desarrollar la capacidad de preparar profesionales, suficientemente y con antelación, que cuenten entre sus cualidades el ver las mutaciones aceleradas que se están produciendo a escala planetaria, y que afectan significativamente las esferas económica, social, cultural y política.
El reto de la universidad, más que importante, es decisivo para cualquier país, ya que de ella tienen que salir las elites de la sociedad del futuro, los que, en teoría, deberían ser los líderes y lo mejor de nuestro principal recurso: el capital humano. Pero también debe asumir una responsabilidad adicional: convertirse en facilitadores de la reflexión para la sociedad, proyectarse hacia ella, permitir que el conocimiento y la experiencia acumulados por la investigación y la continua actualización tecnológica que en ellas se realiza, beneficie a la sociedad como un todo.
De allí la importancia de propiciar una reflexión prospectiva, inédita en el país, brindando el espacio y los medios necesarios para que – por primera vez en Costa Rica – se pase del análisis retrospectivo y de presente, a uno que mire hacia adelante, hacia el futuro deseado y deseable.
La propuesta de análisis se basa en el postulado de que existe cierta libertad frente a múltiples e indeterminados futuros, y de que se puede realizar una reflexión para iluminar la acción presente con la luz de los futuros posibles.
Pero existen diversas confusiones conceptuales cuando se habla de prospectiva. Tiende a ser confundida con la previsión, que construye un futuro a imagen del pasado; cuando en realidad la prospectiva apuesta a un futuro decididamente diferente al pasado, pues no lo concibe como una prolongación del pasado, sino como el producto de la interrelación de múltiples actores que actúan hoy en función de sus proyectos futuros, los cuales se constituyen en tendencias probables de las diferentes variables que inciden en la conformación futura.
Tampoco es proferencia, pues ella como actitud supone un futuro donde no caben nuestras influencias, sino que el contexto tiene un determinismo ajeno a nosotros. La prospectiva como actitud supone un futuro deseable y pone en consecuencia todo su énfasis en las decisiones que se deberían tomar en cada caso y ante cada evento contextual, para modificarlos si se pudiera o para adecuarse cuando constituya una restricción que no puede vulnerarse.
La prospectiva no es proyección, ya que esta última es la prolongación en el futuro de una evolución pasada, según ciertas hipótesis de extrapolación o de inflexión de tendencias. La prospectiva es una actitud de análisis que viene del futuro hacia el presente.
Finalmente, como disciplina intelectual, es menos sensible a los efectos de la moda que la estrategia. Por una razón de peso: el horizonte de la prospectiva suele estar situado a largo plazo (definido como el horizonte a partir del cual pueden haber cambiado muchas cosas), mientras que el de la estrategia es generalmente más corto.
Tampoco deben confundirse escenarios con prospectiva, porque un escenario no es una realidad futura, sino un medio de representación de esa realidad, destinado a iluminar la acción presente con la luz de los futuros posibles y deseables.
Pues bien, conocido lo anterior nos cabe realizar el ejercicio de señalar las tendencias probables que servirían de punto de partida para una reflexión prospectiva acerca del futuro de Costa Rica, y como punto de referencia para la toma de decisiones estratégicas en la administración pública, a fin de que el futuro pueda ser modelado según ellas. Y sobre ellas realizaremos algunas reflexiones en aportes siguientes.
Son quince tendencias o variables que, si las tomáramos en cuenta, sería indispensable adoptar ya decisiones importantes en el campo de las políticas públicas, la misma conformación del Estado, y en el accionar de las organizaciones. Pero lo más importante y difícil, que los gobernantes y administradores del Estado cambien de actitud. Y comprendo que ello suena utópico, porque la más de las veces actúan para favorecer intereses personales y gremiales, y se alejan del bienestar común de todos los ciudadanos.
(*) Alfonso J. Palacios Echeverría
Don Alfonso, su comentario sería buena semilla si estubiese en buena tierra; dicho de otra manera, si nuestro pueblo fuese de pensamiento despierto y disciplinado, entendería y estaría de acuerdo con usted; pero muchos no entienden, ni les interesa; nos han hecho creer que somos un pueblo educado, pero yo más bien diría «domesticado»; muchos creemos que vivimos en una democracia simplemente porque salimos el día de las votaciones a elegir elementos, sin saber quién realmente son, solo porque los medios de información, nos lo meten hasta la coronilla. Asi que la Costa Rica llena de «justicia social», con «oportunidades iguales para todos», de «riqueza bien repartida», se vuelve en un sueño cada vez más lejano.
Don Alfonso, quise escoger entre leer su articulo y el mal llamado Inforne Presidencial inserto en este mismo medio, este mismo dia. No me interesa el Coyotaje a Duo VIP. Esperare ansioso la Segunda Parte de su intervencion.