Río de Janeiro (Brasil), 16 mayo (Sputnik).- La presidenta constitucional de la República de Brasil, Dilma Rousseff, criticó duramente a través de Facebook la postura adoptada por el nuevo Ministerio de Relaciones Exteriores que en los últimos días emitió comunicados acusando a diferentes países de América Latina y al secretario general de Unasur, Ernesto Samper, de difundir falsedades.
“En su intento de justificar el ataque al Estado Democrático de Derecho conducido por partidos políticos, empresarios, oligopolio de la información y corporaciones, el Ministerio interino de Relaciones Exteriores de Brasil emitió notas criticando los gobiernos latinoamericanos y el secretario general de Unasur, Ernesto Samper, por denuncia el golpe parlamentario”, suscribió Rousseff.
En esta línea, la líder del Partido de los Trabajadores (PT) explicó que la posición de Samper y otros países responde a la “indignación internacional ante la frase jurídica” al tiempo que “revela la preocupación por que esas prácticas travestidas de legalidad puedan expandirse a otras partes del mundo, en especial de América Latina”, una posible referencia al caso de Venezuela.
“Fuerzas partidarias como las que pretenden ahora conducir la política externa brasileña, tradicionalmente sumisas a las grandes potencias, no tienen autoridad política o moral para invocar al principio de soberanía, sobre todo cuando han practicado la injerencia en asuntos internos en otros países de la región”, añadió Rousseff en una nueva referencia a Venezuela.
Cabe recordar que el nuevo canciller brasileño, José Serra, reclamó la intervención de Mercosur contra el gobierno de Nicolás Maduro en Venezuela en junio de 2015 después del episodio ocurrido cuando una comitiva de senadores de la derecha brasileña no consiguieron visitar al líder opositor Leopoldo López en la cárcel de Ramo Verde en Caracas.
En este sentido, Rousseff escribió que “los gobiernos y pueblos de América Latina están preocupados con las amenazas que el nuevo ministro ha hecho a Mercosur” y recordó la intención de Serra de “establecer acuerdos económicos y comerciales profundamente negativos para el interés nacional”.
Por último, la presidenta brasileña, quien el pasado 12 de mayo fue apartada por el Senado durante 180 días, agradeció la solidaridad que está recibiendo del “mundo entero”: Nos sentimos más fortalecidos en nuestra disposición de resistir el golpe que se pretende consumar contra nuestra democracia”.
El pasado 13 de mayo, un comunicado del nuevo ministerio de Exteriores brasileño declaró el “repudio” a las declaraciones de secretario general de Unasur, Ernesto Samper, al apuntar que este habría “cualificado de manera equivocada el funcionamiento de las instituciones democráticas del Estado brasileño” y habría presentado “argumentos erróneos” con “juicios de valor infundados y prejuiciosos”.
“Transmiten la interpretación absurda de que las libertades democráticas, el sistema representativo, los derechos humanos y sociales así como las conquistas de la sociedad brasileña se encuentran en peligro. La realidad es opuesta”, sentenció la nota que califica las declaraciones como “incompatibles con las funciones” que ejerce Samper en Unasur.
Además, un segundo comunicado condenó a los gobiernos y gobernantes de Cuba, Venezuela, Nicaragua, Ecuador y los países que componen la Alianza Bolivariana para los Pueblos de Nuestra América – Tratado de Comercio de los Pueblos o ALBA-TCP que, según el comunicado, se permiten “opinar y propagar falsedades sobre el proceso político en Brasil”. (Sputnik)
De Alfredo Serrano Mancilla(en la página de Rebelión):»La banca privada había vivido feliz con Lula y Dilma a lo largo de muchos años. En época de vacas gordas, la política económica en Brasil fue muy exitosa en redistribuir riqueza a favor de las mayorías. Políticas sociales, como el programa Bolsa Familia, fueron responsables de sacar a 36 millones de brasileños de la pobreza. Se generó empleo (20,8 millones de puestos de trabajo), se mejoraron los salarios y se crearon casi 80.000 nuevas pequeñas y medianas empresas. Sin embargo, todo esto se consiguió sin romper con las alianzas con el sector financiero. La banca privada nacional engordaba sus cuentas y el capital-golondrina financiero llegaba del exterior al calor de las altísimas tasas de interés. Por momentos, de las más atractivas del planeta. Un complejo equilibrio de ganar-ganar aplaudido por todos: alta aprobación de las mayorías y piropos de los medios internacionales. Por ese entonces, se llegó a hablar de Brasil como la tercera vía latinoamericana.»