sábado 15, febrero 2025
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La reconquista de América

La historia nos enseña que la primera conquista de América Latina fue la española, plena de masacres y usurpación. La segunda fue la estadounidense a través de la coacción armada y económica. Sin embargo, debido al crecimiento de gobiernos autónomos desde las últimas décadas del siglo pasado, que crearon la esperanza en pueblos libres de la injerencia del terror ejercido por las dictaduras militares respaldadas por los Estados Unidos de América, se ha iniciado la re-conquista a través de los mercados y la banca, llevada a cabo por la decidida intervención de las transnacionales, apoyadas a su vez por el gobierno estadounidense, para apoderarse de todo el continente.

Esta nueva conquista del continente posee un instrumento nunca antes utilizado: el frente  informativo manejado por los intereses económicos, que ha sido descomunal, puesto que se ha empleado una inversión billonaria en entregar desinformación total a los ciudadanos de todos los países latinoamericanos, insistiendo en debilitar gobiernos populares, aunado a una publicidad desconcertante con el fin de incitar a la rebelión en países como Venezuela, Ecuador y Bolivia.  Y aclaro que para nada soy simpatizante del extraño personaje que ostenta la presidencia de la República en ese país, por torpe y carente de olfato político. Otra cosa son Correa y Morales.

Así, el impacto de los medios se ha conjugado con dos aspectos: el represivo y el financiero. Los Medios neoliberales copan más del 95% de la información en América, con una transmisión continua visual, auditiva y escrita en oposición a toda propuesta que sea descrita como progresista, tildándola de revolucionaria, comunista, socialista, ineficaz o corrupta. Este instrumento se utiliza con la máxima fuerza para destruir el pensamiento crítico, analítico y creador que pudiera surgir dentro de medios y grupos ajenos a la corriente neoliberal.

Sin embargo, como sucede con las cloacas taqueadas, que expulsan los detritos nauseabundos, de vez en cuando salen a la luz las verdaderas intenciones. Como es el caso del caso del Ministro de Planificación del gobierno golpista Brasileño, en donde queda claro que la intención de lo realizado en ese país tiene la intención, nada más y nada menos, que entorpecer, y si fuera posible detener, las investigaciones relacionadas con actos de corrupción, que ensucian la mayoría de los que aprobaron la destitución temporal de la Presidenta Rousseff.

Por otro lado, el mecanismo financiero es implacable pues se ha ordenado a las transnacionales ejercer su presión completa: en Venezuela, al igual que lo hicieron en Chile, cuando el desabastecimiento fue ordenado a las grandes empresas y en menos de un año se colapsó el país. Sorprendentemente después del golpe aparecieron todos los productos en menos de dos días exactos, lo que demostró el acaparamiento de la oposición que era la que poseía el capital para ello.

Coadyuva en dicha guerra un campo definitivo que sentencia el proceso desestabilizador: lo jurídico o legal. Por este mecanismo, se ha “destituido” a presidentes progresistas como Lugo, Zelaya, Rousseff, lo que confirma que es una táctica empleada para tal fin y no una mera situación de transparencia. Todos los presidentes posteriores a éstos han incentivado la dependencia económica de sus países y, en Argentina, aunque hubo un proceso eleccionario, el regreso al castigo y el endeudamiento artificial ya comenzó.

Cabe mencionar que en Estados Unidos la guerra a los sectores inconformes y progresistas ha sido declarada desde hace varios años y ahora ha recrudecido ostensiblemente. La represión a la comunidad afro o latina e inmigrantes es cada vez mayor, a través del asesinato inerme y sin contar con el apoyo directo a Daesh (Estado Islámico) y Al Nusra, lo que ha sido denunciado nuevamente y corroborado con la visita del general Joseph Votel, el que viajó en secreto para reunirse con combatientes kurdos y líderes de grupos armados antigubernamentales en Siria, confirmando la “solidaridad” que brinda el Pentágono a las bandas irregulares.

Ante esta grave situación, claramente existen alternativas, entre las cuales se podría mencionar las siguientes: la democratización de los medios de comunicación es una necesidad imperiosa pues el oligopolio o concentración en las manos de muy pocas familias se transforma en un elemento desestabilizador del proceso democrático. Igualmente se requiere hoy día líderes sin ambigüedad, fuente de la debilidad de algunos mandatarios como Rousseff quien ha responsabilizado sólo a fuerzas internas de su caída desconociendo el mundo y sus relaciones, en un intento desesperado por acercarse a Estados Unidos o temiendo que pueda actuar con más dureza, contrastando con un principio básico cual es demostrar el poder con mayor autoridad apoyado en las bases populares y sin temor.

Cabe mencionar que la debilidad de la democracia verdadera es que sus dirigentes confían en la bondad del opositor lo que es una seria falta metodológica ya que se entiende como proyecto exento de fortaleza, sin comprender que una sociedad se erosiona mediante la corrupción, que es un factor esencial del neoliberalismo. Así se explicita la creación de nexos o empresas que corrompen a los funcionarios, posteriormente los denuncia o convierte a sus propósitos, o si es preciso los neutraliza. De allí la obligatoriedad de establecer una política de transparencia coherente que satisfaga los estándares éticos dando una prueba de idoneidad de sus dirigentes.

Una gran debilidad de los partidos progresistas en América Latina es su tendencia a aburguesarse lo que les hace creer que obtenido el gobierno ya está dado todo, y no comprenden que es preciso asegurar el poder con el apoyo de las masas logrado con un proyecto social de equidad, sin descuidar las amenazas reales de las grandes empresas que representan a las élites y el uso masivo de los Medios para concientizar en la usurpación debida o “cambio”.

Antes que nada debemos recordar lo recientemente sucedido: A lo largo de la década de los 90, numerosos países de América Latina y el Caribe vivieron el inicio de un nuevo ciclo de protestas sociales que, en cuestionamiento de las políticas neoliberales imperantes, fue protagonizado en gran medida por movimientos sociales y populares distintos de aquellos que habían ocupado la escena de la contestación social en décadas pasadas. El reinicio de la crisis económica hacia fines de dicha década, y los intentos de acentuar el rumbo neoliberal, conllevaron la ampliación del descontento social frente a estas políticas abriendo –particularmente en buena parte de la región sudamericana– una intensa crisis de legitimidad del modelo social forjado en el pasado reciente. El ciclo de insurrecciones populares que proyectando el cuestionamiento al terreno del régimen político precipitaron caídas de gobiernos (Ecuador, 2000; Argentina, 2001; Bolivia, 2003), la profundización del proceso de movilización y cambios en Venezuela tras la derrota del golpe de estado (2002), la contestación social que frustró el fraudulento intento reeleccionista de Fujimori en Perú (2001), o la multitudinaria caravana zapatista en pos de los derechos de los pueblos indígenas (2001), resultan algunas de las expresiones más importantes de este proceso.

Esta irrupción en la ciudadela de la gobernabilidad política neoliberal de los sectores sociales más castigados por la aplicación de este recetario (campesinos e indígenas, los sin trabajo y sin tierra, los trabajadores y sectores urbanos empobrecidos) no sólo abrió nuevos horizontes de futuro –agrietando la hegemonía del pensamiento único– sino que significó también el desarrollo de una intensa experimentación democrática, de reconstitución de alternativas sociales, de reapropiación social de lo público y revitalización y ampliación de la autonomía que caracterizaron la emergencia de estos movimientos.

Ahora cabe anunciar al mundo lo que ocurrirá con gobiernos neoliberales, siendo un modelo Argentina con Macri: más de 140.000 despidos y el aumento de la población pobre en un 5,5% en menos de seis meses, según CEPA (Centro de Economía Política de Argentina), el que se complementa con los datos proporcionados por la Federación Argentina de Trabajadores de Prensa (Fatpren), quien denunció que unos 2500 periodistas del gremio fueron despedidos, así como el gobierno interino de Michel Temer canceló de inmediato la construcción de 11.250 viviendas populares del programa “Mi casa, Mi Vida”. Ese seguramente es el destino de los golpes de estado con armas socio jurídicas destructivas.

Vemos, en consecuencia, que la reconquista de América, se está realizando de la misma forma que la española, ansiosa de las riquezas del nuevo mundo, y la norteamericana,  para controlar las riquezas naturales de las que depende en gran medida su propia economía, y ahora mediante la transnacionalización corporativa. Y para ello no dudan ni un momento en concebir, realizar y obtener resultados favorables, mediante argucias políticas (Zelaya, Lugo, Rousseff), o la destrucción de la economía y el sufrimiento del pueblo, como es el caso Venezolano.

Los derechistas políticos se unen a la policía para controlar a las multitudes y tomar el poder, restableciendo los lazos profundos entre Brasil, Argentina y Washington. A continuación, pasarán a la reconquista neoliberal de toda América Latina. Necesitan borrar del mapa a los gobiernos de Venezuela, Ecuador, Bolivia y Nicaragua, y lograr que los neoliberales continúen gobernando Colombia y se apoderen del Perú.

En Argentina, Macri ha solicitado un préstamo de 15.000 millones de dólares a un interés del 8%, en un momento en que la economía está fracturada, el empleo está colapsado y las exportaciones y la demanda a nivel mundial se hallan en declive. Al mismo tiempo, el gabinete del presidente Macri está plagado de grandes escándalos financieros relacionados con los papeles de Panamá y la clase obrera en su totalidad –partido político, sindicatos, clase trabajadora empleada– se halla profundamente desencantada con el gobierno minoritario de Macri. Aunque haya sido el mismo pueblo argentino el que lo eligió, y allí está la contradicción.

Argentina no puede llegar a ser el perdurable “legado latinoamericano” de Obama: aunque Macri pueda abrir la puerta para un breve periodo de dominio de Washington, los resultados serán catastróficos y el futuro, dada la reciente historia argentina de levantamientos populares, parece incierto.

Asimismo, en Brasil, el proceso de destitución/golpe de Estado va a dar lugar a nuevas y más numerosas investigaciones, con juicios a políticos después de la destitución y una profunda crisis económica. El vicepresidente de Brasil, que se volvió contra Rousseff, se enfrenta ahora a cargos de corrupción, al igual que sus partidarios. La prolongada confrontación se opone a cualquier continuidad básica. La política de un gobierno de derecha consistente en el recorte de salarios, pensiones y “cestas” de pobreza detonará enfrentamientos a gran escala con una población polarizada.

Al parecer nuestro destino como latinoamericanos es y será siempre el de súbditos de los grandes intereses económicos. Y en casos como el de Costa Rica, pobre, inerme y siempre de rodillas ante el Imperio, con la peor de las características: querer parecernos en cuando al nivel de vida consumista y despreocupada de la justicia social, a los Estados Unidos, lo que nos espera es la continuidad de la presente situación de indiferencia social y corrupción política.

(*) Alfonso J. Palacios Echeverría

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3 COMENTARIOS

  1. Al parecer nuestro destino como latinoamericanos es y será siempre el de súbditos de los grandes intereses económicos. Primero de España, luego de Inglaterra y actualmente de EEUU. Esa maldición nos perseguirá, hasta que la mayoría de ciudadanos tengamos criterio propio, seamos un poco más analíticos y nuestros gobernantes sean más honestos e interesados por sus respectivos países; porque la lucha contra «el imperio del mal», es muy dura. Solo observemos los líderes latinoamericanos, que han querido la autodeterminación de sus países; la guerra intensa del «imperio del mal» y sus aliados para volver a tener control sobre esas naciones. Pero desgraciadamente la mayoría de ciudadanos en latinoamérica, ni siquiera tienen la más mínima noción de lo que pasa.

  2. «Una gran debilidad de los partidos progresistas en América Latina es su tendencia a aburguesarse lo que les hace creer que obtenido el gobierno ya está dado todo, y no comprenden que es preciso asegurar el poder con el apoyo de las masas logrado con un proyecto social de equidad, sin descuidar las amenazas reales de las grandes empresas que representan a las élites y el uso masivo de los Medios para concientizar en la usurpación debida o “cambio”.»

    Ese ha sido -bajo mi perspectiva- el gran gazapo de Maduro. Le ha faltado cancha para seguir el proyecto de Chávez y ganarle la guerra económica a los inhumanos que esconden los bienes de primera necesidad en Venezuela.

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