jueves 5, diciembre 2024
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Muerto por reglamento

He seguido con interés lo realizado por el Colegio de Médicos y Cirujanos, de publicar en la Gaceta Oficial, como si fuera un documento del Estado, las nuevas tarifas que sus colegiados deberán obligatoriamente cobrar a los pacientes que acudan a sus consultorios. Le he dado vueltas y vueltas al tema y encontré algunos aspectos que deseo compartir.

En primer lugar, la obligatoriedad de los profesionales de adherirse a un colegio, como requisito para poder ejercer su profesión es, a mi parecer, desde algunos ángulos, ilegal. No soy abogado, pero me suena a ilegal el que un Colegio de Profesionales se abrogue el derecho de condicionar el ejercicio de una profesión, cosa que es derecho exclusivo del Estado, así como de imponer tarifas, y obligar a sus colegiados a respetarlas, pues coarta la expresión de la independencia individual en el ejercicio de la profesión.

Y el argumento de que estos Colegios se crearon para velar por la idoneidad de sus colegiados es una farsa ridícula, porque  campea en muchos de ellos la mediocridad, el filibusterismo y la mercantilización consecuente. Y se nota muy poco de acciones para superar el bajo nivel profesional de miles de miembros de esos colegios, producto a su vez de la mediocridad académica que impera en las universidades. Más bien parecen clubes de amigos, o cuando son muy grandes, como el del Colegio de Profesionales en Ciencias Económicas, campos propicios para el ejercicio de vanidades y la superficialidad.

Algunos de ellos, en segundo lugar, manejan enormes sumas de dinero, que si bien es cierto se producen por las cuotas que obligatoriamente pagan los colegiados, amenazados a su vez por la suspensión para ejercer la profesión en caso de no pago, tienen poca o muy liviana supervisión y mucho menos rendición de cuentas a los miembros de dichos colegios.

Existe en mi parecer un contrasentido en la existencia de los Colegios Profesionales, desde el punto de vista del libre mercado, tan cacareado y alabado en nuestro medio. Pues, al igual que los buseros, taxistas, médicos ¨biomberos¨ de la Caja Costarricense del Seguro Social, y otras alimañas que drenan los bolsillos de los pobres, se amparan por la ausencia de normas gubernamentales para siempre, suceda lo que suceda, incrementar sus tarifas y el precio de sus servicios. Si tanto hablan y alaban el libre mercado, ¿no deberían entonces dejar libres las tarifas, para que ellas se ajusten a la oferta y la demanda?

Lo anterior  lo digo porque, como habrán percibido los lectores, en nuestro país las cosas andan al revés.  Durante bastante tiempo bajó el precio del petróleo y sus derivados (que es lo que compra RECOPE, pues no refina nada, sino que trasiega derivados) y la ARESEP, objeto de la presión de las grandes empresas del transporte público, no rebajó las tarifas de buses y taxis proporcionalmente. La costumbre en este país ha sido siempre el que si subía el precio de los combustibles, subían las tarifas, pero si bajaba el precio, las tarifas quedaban prácticamente igual.

Y teniendo ya bastante tiempo de una inflación muy baja, el argumento no puede utilizarse como justificación de los altos niveles de las tarifas.

Existe, pues, un asunto de fondo que el Estado está obligado a revisar, y en mi parecer, intervenir adecuadamente. Debería dejarse este asunto de las tarifas profesionales a la oferta y la demanda. Y que sea el mercado (tesis neoliberal) el que señale las mismas. Pero no, aquí no les conviene en absoluto ser neoliberales, repudian el intervencionismo estatal, la rigidez que supuestamente se crea cuando interviene es Estado, pero se convierten ellos en los creadores de rigideces que ejercen una presión y hasta una coacción a los profesionales. Y en el caso del Colegio de Médicos y Cirujanos, con consecuencias gravísimas para la inmensa población pobre que no puede hoy, y podrá menos en el futuro, pagar sus tarifas, cuando la chapucería de los médicos de la Caja Costarricense del Seguro Social no da pie con bola, como se dice.

Otra consecuencia que veo venir rápidamente es que, en la CCSS, los médicos presionarán para que les suban los salarios proporcionalmente a estas nuevas tarifas. Ello no tardará en suceder, y como entre la mafiocracia y la medicomafia que se apoderaron de esa organización del Estado hace mucho tiempo, toman las decisiones sin importarle el pueblo, sobre todo el pobre, que es el que necesita de sus servicios.

Entonces, en conclusión, lo que nos están ¨recetando¨ desde el Colegio de Médicos y Cirujanos es lo que yo llamaría muerte por reglamento. O también, muerte por regulación de tarifas. Porque la inmensa mayoría de la población, cuando no encuentra solución a sus enfermedades en la CCSS, desesperadamente recurre a la medicina privada (consultorios, porque imposible ir a un hospital privado, que cuesta en promedio mil dólares diarios la internación) y con esta tarifas, a no ser que vendan o hipotequen su casita, si la tienen, jamás podrán acceder a la ¨sacrosanta¨ sabiduría de un especialista.

Y estoy seguro que estarán pensando que ofendo gratuitamente a los honorabilísimos médicos y funcionarios de la CCSS, pero les voy a relatar mi experiencia, que me hizo dejar de tenerles consideración y respeto hace mucho tiempo.

Como soy un cardiópata fui atendido durante años en Cardiología del Hospital Calderón Guardia hasta que, llegada a una avanzada edad, me dieron de alta sin mediar ninguna razón médica, y me remitieron a Geriatría, en donde la doctora que me atendió, a pesar de lo que decía mi expediente médico, e incluso siendo diabético insulinodependiente, me regañó diciéndome que no tenía perfil geriátrico, y que el campo debía dejarse a los viejucos como yo que realmente lo necesitaran (entiéndase moribundos). Y me remitió al EBAIS que me tocaba, para que allí, unas doctoras muy amables y jovencitas (entiéndase con poca experiencia) me receten los medicamentos que necesito.

O sea, si deseo ser examinado como viejo que soy, deberé pagar una consulta privada, con las nuevas tarifas del Colegio, y sobre ello ya tengo la experiencia con un endocrinólogo, que me hacía ir a su consultorio cada tres meses, a razón de $100.00 la consulta, más los laboratorios que ordenaba, otros $100.00, para decirme siempre lo mismo.

Corolario irrecusable: seguiré dependiendo de la buena voluntad de las doctorcitas del EBAIS para seguir viviendo, porque la pensión del Magisterio no da para tanto. Y amén.

(*) Alfonso J. Palacios Echeverría

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4 COMENTARIOS

  1. Excelente articulo, don Alfonso. En mi caso, para superar la osteoporosis, he tenido que acceder a la medicina privada, pagar cosultas, densitometrias, comprar los ultimos medicamentos, de lo contrario, no caminaria. En mi condicion de persona sola, debo afrontar todos los gastos con una pension del magisterio. He cotizado a la CCSS durante casi 50 anos, lo cual no es tomado en cuenta; pero vienen personas del extranjero y sin haber cotizado hasta son operadas aqui, o algunos pagan unas pocas cuotas y devengan todos los derechos.
    Los esfuerzos que una ha hecho a traves de su vida para superarse, para aportar al pais, al cabo de los tiempos no tienen ningun valor.

  2. Los colegios de todos los profesionales en salud deberían dar tarifas recomendadas nunca mínimas . En este momento si algun psicólogo o médico cobra menos lo pueden suspender 6 meses. Las tarifas recomendadas serían el precio de referencia para las aseguradoras, no para garrotear al pueblo.

    • Exceelente artículo el de don Alfonso. Pero ¿quien podrá defendernos’? Y no solo los médicos. Todos los colegios profesoonales tienen un timbre que los usuarios debemos pagar para cualquier trámite relacionado con su profesión. Necesiotamos la intevencópn del gobierno o del estado para que nos salve de tanta tropelía.

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