lunes 5, junio 2023
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El amarillismo sexual en los medios

Leo con tristeza las innumerables noticias que nos traen los medios de comunicación masiva, incluso los internacionales y los electrónicos, cerca de eventos sexuales llevados a cabo por jóvenes y adolescentes, incluso algunos de ellos filmados y subidos a medios visuales. La mayoría de las veces son violaciones o actividades realizadas incluso en colegios con enorme algarabía. Las noticias se caracterizan por un rasgado de vestiduras de los medios que se prestan a ello (en el mejor sentido bíblico), y una postura hipócrita y malintencionada, porque en el fondo lo que andan buscando con su amarillismo es subir el ranking de lectores. (Debemos recordar que el amarillismo no existiría si no lo solicitaran hordas de lectores ávidos de turbiedad y malicia).

El amarillismo se define como una tendencia exagerada en publicar noticias, reportajes y artículos sensacionalistas que llaman la atención del público con imágenes y textos de accidentes, muertes, ajustes de cuentas y escándalos sexuales y pasionales. Se conoce como un modo de narrar centrado en la agresividad, el espectáculo y la tensión, que tiende a  exaltar algunas reacciones primarias como el morbo o el rumoreo.

En la actualidad, el amarillismo puede observarse en muchas publicaciones del país y a nivel nacional. Las noticias de asesinatos se acompañan habitualmente de imágenes duras en las que los muertos aparecen tirados en el suelo o en un lecho, ensangrentados y heridos. De igual forma todo lo que tenga que ver con el erotismo. Estas imágenes tienen un efecto directo y criticable en el lector al desensibilizarse, pero también al recrear un atmósfera de extrema inseguridad.

Y es tal el poder comercial del amarillismo que, hace ya algún tiempo, periódicos serios (¿?) como La Nación agregaron toda una sección de noticias de este tipo, para solaz y esparcimiento del morbo del lector, y mantener su ranking de lectura.

Pero adoptar una línea seria y escrupulosa de información, no significa automáticamente ocultar las muertes y asesinatos, las violaciones y otros actos relacionados con el sexo, sino más bien hablar de ellos en un tono adecuado, respetuoso y obviando ciertos detalles que pueden herir la sensibilidad de ciertos lectores. Pero no seamos ingenuos. Es imposible limitar y contener un público que ha sido acostumbrado desde hace ya tiempo a consumir este tipo de contenidos, pero sí es posible invitar a la reflexión y la “correcta digestión” de esta información.

Uno de los sociólogos más reconocidos de estos últimos años, Noam Chomski, dijo en una entrevista: “A pesar de todo, el amarillismo sigue siendo la mejor posibilidad de acceder a la realidad circundante, especialmente desde una perspectiva de sosiego y reflexión, en la que gana la partida a la radio y a la televisión. Habrá, pues, que consumirla pero desde una actitud de crítica sospecha y de análisis sistemático de sus contenidos para ni llamarse a engaño ni infravalorar sus mensajes».

Por lo anterior los hechos que nos presentan los medios de comunicación, en sí mismos, requieren de alguna atención y algunas reflexiones. Y no porque los jóvenes y adolescentes no hayan realizado estas acciones en épocas pasadas, sino porque han tomado características de epidemia.

En primer lugar deberíamos señalar que la sexualidad es el conjunto de fenómenos emocionales y de conducta relacionados con el sexo, que marcan de manera decisiva al ser humano en todas las fases de su desarrollo. Al relacionar estas dos obtenemos la dignidad sexual el cual es un nivel de madurez que permite a la persona comportarse con decoro y valoración total de su ser y así también aprender a respetarse a sí mismo y a su pareja.

Y hablar sobre sexualidad es hablar sobre vida, sobre metas, sobre ilusiones y proyecto vital. Hablar sobre sexualidad es identificar cómo se relaciona la persona consigo misma y con los demás, en particular con el sexo opuesto. ¿Se caracterizan estas relaciones por el aprecio, la consideración, el respeto?

Cuando Kant llamó amor a la inclinación sexual reconoció que es el mayor placer sensual que puede encontrarse, porque además de disfrutar de lo sensible de un ser, goza también de lo supra­sensible, de la persona. Por esta doble di­mensión placentera no puede considerarse ni como amor de benevolencia, ni como amor de complacencia, porque ambos se distancian del disfrute carnal. Se trata entonces de “un placer de un tipo especial (sui gene­ris), y ser ardiente no tiene nada en común propiamente con el amor moral, aunque puede entrar en estrecha conexión con él si la razón práctica añade sus condiciones restricti­vas.

El amarillismo no tiene esa postura, y debe tenerse en cuenta que dentro de los grupos más expuestos al bombardeo del morbo sexual figuran los niños y los adolescentes porque su edad no les permite distinguir las intenciones de los mayores.

Aunque el adolescente ha pasado ya la etapa de la infancia, donde la falta de criterio al seleccionar la oferta televisiva, por ejemplo, ocasiona los mayores problemas debido a que el niño aprende por imitación, no deja de ser vulnerable a los mensajes de la televisión, porque se encuentre aun en una etapa de crecimiento.

El adolescente ya distingue la realidad de la fantasía pero aún no tiene un criterio sólido y una posición personal frente a las cosas que lo hace fácilmente influenciable. Por esta razón asume nuevas actitudes y comportamientos, buscando siempre una imagen de sí mismo que se ajuste más a su idea del comportamiento de los adultos.

Es aquí donde la televisión y otros medios, incluso los electrónicos, pueden influir, presentando una falsa vida de los adultos, con fuertes dosis de hedonismo y violencia, de amores imposibles, buenos y malos, justicias e injusticias, ambición, barreras de clases sociales, intrigas, venganzas, infidelidades, mentiras, sexo desenfrenado e irrespetuoso del otro,  etc. Pero con muy poco amor auténtico, responsabilidad y madurez. Lo que no entiende el adolescente es que el mundo no está conformado por dos bandos, el de los buenos y el de los malos, si no por seres humanos cuyas acciones son más complejas que los que se presenta en la pantalla.

El ser humano es un animal racional, dotado de la libertad para decidir y, por lo mismo, no está libre de equivocaciones, porque nadie es eternamente bueno o malo. Por lo tanto, la visión simplista podría ser reemplazada por otra en la cual los personajes aparezcan más humanos, más reales en situaciones más próximas a las de cada día.

El afán de realismo incontrolado puede confundir la conciencia de los jóvenes, si no existe una buena orientación al respecto es por eso la importancia del control de los horarios de emisión de la televisión, tanto por parte de las televisoras como por parte de los padres, los cuales no se encuentran exentos de los peligros a los que están expuestos sus hijos todos los días. Sin embargo, es muy poco lo que se puede hacer para controlar lo que ven por internet.

Esta confusión puede manifestarse en la pérdida de la sensibilidad. Un adolescente acostumbrado a ver escenas de violencia, entre las que se encuentran no sólo series policíacas o de acción sino también ciertos dibujos animados, no tendrá la misma sensibilidad ante un acto violento real como uno que ha visto dichas escenas. Y no sólo eso, también pierde el gusto por lo que no es violento.

Por lo tanto, el área más afectada por los medios de comunicación es la conciencia, pues la caja mágica intenta promover la compra y venta de algún producto mediante la explotación del sexo y el placer, colocándolos como final feliz de toda acción. Al hacer esto la conciencia no va dirigida hacia los buenos hábitos, hacia los valores humanos, o hacia el desarrollo cultural o intelectual; sino que ocasiona una grave distorsión de valores, que al darse en forma masiva altera notablemente el equilibrio de una sociedad.

Hoy se habla de la pérdida de valores, en general, pero no de la responsabilidad de las generaciones anteriores en fomentarlos. Se tiene el sexo como una actividad propicia al hedonismo, no al amor, que mezclado con la violencia le agrega un componente adicional de estímulo. Es cierto que se perdieron los valores más nobles de la humanidad en el tortuoso camino de la mercantilización de todo, incluso de la vida misma, así que no debería extrañarnos el amarillismo en los medios de comunicación, y las nefastas consecuencias en los adolescentes y jóvenes de hoy.

(*) Alfonso J. Palacios Echeverría

 

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1 COMENTARIO

  1. De auerdo con usted, don Alfonso. La sociedad de consumo barrio con los valores que son imprescindibles para la vida. Esta sociedad, es tambien, la del descarte, principalmente, de los mas viejos. Poco se aprecian los esfuerzos pasados, los conocimientos y, aun menos, la sabiduria.

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