viernes 24, enero 2025
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A ochenta años de la Guerra Civil Española (Tercera Parte)

A la memoria de Pedro Castro Espinoza, mi tío abuelo un antifascista cabal y consecuente.

Habiendo transcurrido ochenta años desde el inicio de la guerra civil española, un conflicto bélico que atravesó todas las fronteras de lo real y de lo imaginario, dejándonos el amargo sabor de la derrota a quienes siempre nos identificamos con las luchas sociales de los pueblos, para hacer de esta tierra un lugar digno de ser habitado y donde no reinen el hambre, la injusticia social, además del atropello constante de las fuerzas de la  reacción, conviene reflexionar acerca de la naturaleza del conflicto que estaba planteado desde el inicio, si bien se trataba de un crudo enfrentamiento bélico, una lucha sin cuartel entre la clase obrera y el campesinado con las fuerzas más retardatarias de la Europa de entonces, sus alcances iban mucho más allá de ganar o perder una guerra, vista en términos de las estrategias militares y la disponibilidad o el acceso a los mejores armamentos. No me cabe la menor duda de que sin la decisiva intervención del proletariado catalán y madrileño, en un primer momento, derrotando al fascismo en Cataluña y en la capital del país, la victoria de los militares sublevados contra una vacilante y temerosa república, hubiera sido un asunto mucho más sencillo, pues no se habría planteado, el tema de la revolución social española que se cruza con el de la guerra civil en marcha y se convierte en la base del profundo diferendo que surgirá, desde el principio mismo, hacia el interior de la coalición de fuerzas antifascistas enfrentada a la sublevación militar reaccionaria, fascista y clerical, a partir del 17 y 18 de julio de 1936, en Canarias y en el protectorado de Marruecos, extendiéndose en los días siguientes, hacia el resto del país, aunque el balance de las primeras confrontaciones bélicas terminará por dividir el país en dos zonas o regiones: la republicana y la nacional. Las constantes vacilaciones y la debilidad del gobierno republicano frente a la conspiración fascista en marcha, al no tomar en serio la situación y negarse a repartir las armas entre los trabajadores organizados y detener a los conspiradores, trajeron graves consecuencias para la causa republicana, permitiéndole al bando franquista sacar ventaja en algunos escenarios o teatros bélicos donde no la hubiera tenido, en modo alguno, tal y como sucedió en Andalucía durante las primeras horas del conflicto armado, según afirma José Peirats, en la obra que hemos venido citando: “ Militarmente hablando, los facciosos tenían la guerra completamente perdida el día 19 de julio. No hay más que dar un vistazo al mapa de la España de aquellos días para darse cuenta de la crítica situación de los rebeldes. La España antifascista dominaba las dos terceras partes del  territorio nacional. Esta zona antifascista era la parte más rica económicamente, agricultura e industria comprendidas, como así el sector más denso de la población española. El litoral, así como las fronteras practicables con Europa, estaban casi completamente en manos de la “España roja”. Hay que agregar a ello la mayor parte de la escuadra y de la Marina mercante”(op.cit p.151). Por otra parte, para dar un panorama de la situación en que se encontraban los de la parte contraria, sucedía que” Los facciosos dominaban por completo la alta meseta castellana, pero se hallaban alejados del mar, salvo en Galicia, y, lo que era peor, por toda la Zona Centro-Sur, de su foco inicial de Marruecos. Mallorca se hallaba neutralizada por Mahón(plaza fuerte) y las Canarias por el Océano”(ibidem).

Las vacilaciones por parte del gobierno republicano y otros factores fueron cambiando, en alguna medida la situación inicial, desde el punto de vista militar, en la que se encontraba el bando fascista, especialmente por “La rapidez con que emprendieron y ejecutaron los facciosos su plan de enlace, a través de Andalucía y Extremadura, sirviéndose de los puntos de apoyo intermediarios, de los núcleos principales de sus fuerzas, constituyó la clave de sus futuros éxitos militares…¿cuáles eran esos puntos de apoyo? En primer lugar, Sevilla. Después, Cádiz, Algeciras, Jerez, etc. Córdoba y Granada fueron más bien dos motivos de distracción. En Málaga, el pueblo se impuso a los facciosos, a falta de armas, por el factor psicológico del fuego…La batalla de Andalucía, decidida al fin a favor de los facciosos, fue sin duda alguna una de las más decisivas para la sublevación. La necesidad de tender un puente entre sus dos focos principales era una cuestión de vida o muerte para la facción. Por el éxito de esta empresa inicial cambió sensiblemente, a las pocas semanas, el panorama general de la contienda”(ibidem).

Con respecto a los tonos que va tomando la situación en Andalucía, durante aquellas primeras semanas de lo que sería una larga y cruenta guerra civil, sucedió que “Queipo del Llano entró de incógnito en Sevilla, como Goded en Barcelona. Mediante un golpe de audacia se adueñó en pocas horas del casco de la población, reduciendo, con apoyo de la guardia civil y de los señoritos fascistas, a la escasa guarnición de guardias de Asalto (republicanos), que tuvo la gallardía de hacer frente, casi hasta el último cartucho, a los secuaces del general aventurero. Las autoridades militares y civiles dieron muestra de una lenidad absoluta. No obstante, con la guarnición completamente sublevada y con el centro de la  capital en su poder, los facciosos pasaron horas verdaderamente amargas. Contra todas las apariencias, el proletariado sevillano escribió la página más heroica de su vida a costa de raudales de sangre y de sacrificios. De haber contado el pueblo con el armamento estrictamente indispensable –que los gobernantes de la república no quisieron darle nunca-, hubiera dado pronta cuenta del verdugo sevillano. Las barriadas extremas de la capital (andaluza), así como los pueblos de la provincia, tuvieron durante muchos días en jaque al general parlanchín”(op cit p.p.151/152). Aun así los fascistas andaluces y extremeños tendrán que enfrentarse también, durante un largo  y sumamente cruento período con la resistencia del campesinado de la región que se mantuvo leal a sus esperanzas revolucionarias, cansado hasta el hastío de la explotación, el hambre, la falta casi absoluta de horizontes y los reiterados abusos de los terratenientes, dentro de lo que fue un momento muy dramático para muchos que debieron simplemente escoger dentro de cuál lado o bando  de esa guerra de clases, tan cruenta y cargada de odios, planteada en las zonas rurales de Andalucía y de Extremadura, tomaban unas armas que veían por primera vez y que estaban desesperados por aprender a manejar para su inmediato e intenso empleo en una lucha sin cuartel como la que estaba siendo asumida de antemano, estos nuevos combatientes de la revolución ya tendrían tiempo de batirse, durante muchos meses contra los fascistas y sus aliados del fascismo italiano y alemán, especialmente en la Sierra de Guadarrama y en otros frentes, a que dio lugar el creciente despliegue de este prolongado enfrentamiento bélico, cuyas ondas expansivas trascendieron con creces las fronteras del estado nacional español. La no concreción de una revolución social y agraria en la atrasada y casi feudal Andalucía, acabaría teniendo  unos efectos terribles, antes y después del desenlace que tendría está guerra de unos españoles contra otros españoles, una guerra en la que como decía el piloto aviador y escritor francés Antoine de Saint Exupéry(1900-1944), a veces se fusilaba más de lo que se combatía, pues las vías del terror eran las que se buscaban para aplastar al enemigo, por lo demás privado de antemano de su condición de ser humano y reducido a la condición del otro, al que había que privar de su vida y de toda esperanza, frente al totalitarismo fascista que iba abriendo paso por toda la península.

Por lo demás, en otras regiones de España, resulta notorio que el papel decisivo que jugaron los anarquistas de la CNT y la FAI en la derrota inicial del fascismo en Cataluña y también en la capital española y en todo el Levante, junto con la central obrera socialista UGT y los jóvenes socialistas, de aquel PSOE encabezado entonces por dirigentes como Francisco Largo Caballero e Indalecio Prieto, determinó el hecho de que la concreción de la revolución social, tan cara y esperada dentro del ideario anarquista de los hombres y mujeres de la FAI y la CNT, quedara planteada en términos reales sobre el terreno mismo,  particularmente en los casos de Cataluña, de  algunas partes de Aragón y del Levante, casi desde el inicio mismo del conflicto armado, una vez que la suerte de las armas fue adversa para el general Goded y los fascistas de Cataluña, daba inicio una revolución social que implicó “La colectivización de amplios sectores de la industria, de los servicios y de la agricultura constituyó en efecto una de las huellas más destacadas de esta revolución. Esta elección tenía sus raíces en la fuerte politización de la clase obrera, organizada principalmente en el seno de la Confederación Nacional del Trabajo (CNT, anarcosindicalista) y de la Unión General de Trabajadores (UGT, socialista…En una España que contaba entonces con 24 millones de habitantes, el sindicato anarquista tenía más de un millón de afiliados y –hecho único en la historia del sindicalismo-uno sólo funcionario permanente remunerado a escala nacional. Algunos meses antes del golpe militar del 18 de julio de 1936, el congreso de Zaragoza (mayo de 1936) de la CNT había adoptado una moción, no dejando ninguna duda sobre su concepción de la acción sindical:” Una vez concluida la fase violenta de la revolución serán declarados abolidos la propiedad privada, el Estado, el principio de autoridad y por consiguiente las clases que dividen a los hombres en explotadores y explotados, opresores y oprimidos. Una vez socializada la riqueza, las organizaciones de productores al fin libres se encargarán de la administración directa de la producción y el consumo”( v.g.r. Frédréric Goldbronn et Frank Mintz “Une utopie réalisée QUAND L’ ESPAGNE RÉVOLUTIONNAIRE VIVAIT EN ANARCHIE” Le Monde diplomatique Paris Décembre 2000).

Las graves contradicciones planteadas, desde el inicio entre las metas la revolución social en marcha, puesta en ejecución sobre la marcha por el proletariado y el campesinado catalán, aragonés o levantino, frente a las complejas y contradictorias necesidades y requerimientos imperiosos en el campo militar, para poder ganar una guerra civil que cada día se profundizaba y se tornaba más compleja, llevaron a los anarquistas de la FAI CNT y sus aliados, los disidentes trotskistas del Partido Obrero de Unificación Marxista(POUM) a un dramático enfrentamiento con los comunistas, cuyo partido había cobrado una creciente importancia, a partir del inicio de la guerra civil, junto con sus aliados del Partido Socialista Unificado de Cataluña(PSUC), además de otros sectores del gobierno republicano, los que no dejaban de temer a las consecuencias de una profunda revolución social como la planteada, estaban ya enfrentados al dramático problema originado acerca del ¿cómo? y ¿con qué medios ganar la guerra civil?. El sitio de Madrid, por parte de los fascistas y los cruentos combates en la periferia de la capital, a partir del 7 de noviembre de 1936, como también en algunas poblaciones o parajes ubicados en la Sierra de Guadarrama y la alta meseta castellana, harán más intensos y dramáticos estos dilemas hacia el interior de los protagonistas de la coalición antifascista, dentro de las simultáneas guerra civil y revolución española, con sus acercamientos y sus lejanías, cada vez más frecuentes.

(*) Rogelio Cedeño Castro, sociólogo y catedrático de la Universidad Nacional de Costa Rica (UNA).

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3 COMENTARIOS

  1. Del hispanista inglés Paul Preston(1946): «Como en cualquier problema histórico, siempre hay montones de interpretaciones. Evidentemente, aquellos que siguen la línea CNT-FAI o la línea POUM acusan a Negrín, a la mayoría de los socialistas y, sobre todo, al Partido Comunista, de ser unos asesinos. ¿Por qué? Porque estos últimos habían llegado a la conclusión de que, para proseguir la guerra, había que hacer un esfuerzo bélico convencional: la idea de los anarquistas y el POUM de hacer una guerra revolucionaria chocaba con las necesidades de guerra. ¿De dónde iban a sacar las armas? Habría sido cuestión de llamar por teléfono a Franco y decir “¿A usted le importa dejar de hacer la guerra unos 5 o 10 años mientras nosotros hacemos nuestra revolución? Y luego ya volvemos”. ¡Una chuminada! Aparte de las peleas, realmente desagradables, entre profranquistas y prorrepublicanos en la historiografía de la guerra, dentro de la izquierda, como decís, hay también muchas disputas.»

  2. De Manuel Sandoval Coto: Los comunistas fueron un grupúspulo, los catapultó la ayuda militar inicial de Stalin, que los condujo a apertrechase en los órganos de represión interna del gobierno republicano burgués.. El dramático enfrentamiento del que se habla con el POUM y los trotskistas, fue en realidad el secuestro, tortura y asesinato de centenares de dirigentes y cuadros, con amplio reconocimiento en el movimiento obrero, como Andrés Nin, dirigente del POUM. Mientras Franco avanzaba en el frente, la GPU estalinista actuaba dentro de la república para descabezar al movimiento obrero y someterlo a la burguesía.

  3. Manuel Sandoval Coto amplía su texto sobre el tema: Manuel Sandoval Coto Los comunistas fueron un grupúsculo , los catapultó la ayuda militar inicial de Stalin, que los condujo a apertrechase en los órganos de represión interna del gobierno republicano burgués. El dramático enfrentamiento del que se habla con el POUM, los anarquistas y los trotskistas, fue en realidad el secuestro, tortura y asesinato de centenares de dirigentes y cuadros, con amplio reconocimiento en el movimiento obrero, como Andrés Nin, dirigente del POUM. Mientras Franco avanzaba en el frente, la GPU estalinista actuaba dentro de la república para descabezar al movimiento obrero y someterlo a la burguesía. Franco ganó la guerra, porque el estalinismo logró aplastar el impulso revolucionario del movimiento obrero y campesino en nombre de la unidad con la burguesía republicana. Las guerras contra la burguesía, fascista o «democrática», se pelean con los métodos de la clase obrera de expropiación y poder popular, o se pierden.

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