Con el golpe de estado parlamentario perpetrado en Brasil, destituyendo a la presidenta Rousseff, elegida por más de 54 millones de brasileños y que no cometió otro delito que el de apoyar las investigaciones sobre actos delictivos que afectan a casi el sesenta por ciento de los senadores que han tomado esta decisión, con visos de legalidad pero que en realidad no es más que una venganza por destapar la podredumbre de senadores, congresistas, funcionarios y empresarios, -en una orgía de corrupción como no se había visto antes-, se va cerrando el círculo que el capitalismo neoliberal, apoyado por las transnacionales y el gobierno de los Estados Unidos de América, se encuentra impulsando en América Latina, con el propósito de destruir cualquier avance que gobiernos progresistas realizaran en el campo social y en la eliminación de la pobreza de sus respectivos países.
Los golpes dados en Honduras y Paraguay, la ascensión del neoliberalismo en Argentina y Perú, las campañas en contra de Ecuador, Bolivia y Venezuela, sistemáticas y muchas veces llenas de mentiras, ya habían iniciado el cerco de nuestros países. Otros, como Colombia, Chile y Costa Rica, aliados incondicionales de los Estados Unidos, lo que buscan ahora es entronizar a obscuros personajes neoliberales de nuevo en el poder, como es el caso del expresidente Oscar Arias Sánchez en Costa Rica, quien entregó el país a través del Tratado de Libre Comercio para beneficiar a empresas extranjeras y al capital nacional, basado en mentiras claramente comprobadas a través de los años.
El análisis del neoliberalismo en América Latina es de la mayor importancia para entender el presente de extendida explotación, marginación y destrucción de la naturaleza en el continente, situarlo históricamente de modo a hacer emerger sus dinámicas de funcionamiento, sus estrategias para imponerse y recrearse permanentemente, y los escenarios futuros que se abren.
América Latina ha sido uno de los escenarios donde con mayor fuerza se implementó el programa neoliberal, desde el experimento chileno abierto por el golpe de Estado de 1973, pasando por brutales procesos de privatización, desregulación financiera y precarización laboral en toda la región en los ochenta y noventa, hasta el neoliberalismo recargado impulsado en los años posteriores al estallido de la crisis mundial en el 2008, en países tan diversos como Colombia, Brasil, Chile, Perú, México y Paraguay.
Como contracara de esto, también fue América Latina el escenario donde con más fuerza se expresó la resistencia popular a la liberalización económica, centenares de luchas sociales contra el neoliberalismo, por las conquistas laborales, por la tierra y los bienes comunes, por el acceso a servicios básicos, contra el extractivismo y la exclusión crecientes. Cambios políticos con diversos matices ideológicos, pero unidos en la crítica a la ortodoxia monetarista y sus consecuencias, también dibujaron el paisaje de construcciones sociales alternativas en el continente.
El neoliberalismo es, simplemente, el capitalismo hoy por hoy realmente existente. Desde una visión cronológica, se trata de la fase ulterior en este modo de producción social. Sin embargo, se trata también del período en el cual se verifica la exacerbación cuantitativa y cualitativa de las lógicas y contradicciones inherentes a la acumulación incesante del capital. La expansión de los mercados (“globalización”) a nivel mundial, por un lado y, por el otro, los niveles de explotación económica, dominación política, opresión social y alienación ideológica que ello supone, ilustran las dimensiones: espacial, temporal y social del neoliberalismo como fase superior del capitalismo.
La caracterización de la crisis actual del capitalismo neoliberal como crisis civilizatoria despeja cualquier duda al respecto. Desde la década de 1970 y hasta el día de hoy, el neoliberalismo es, por antonomasia, la estrategia ofensiva y contrarrevolucionaria del Capital (contra el Trabajo). Por ello, el neoliberalismo debe concebirse igualmente como una “reacción” (también: “salida” y “solución” para las élites económicas y políticas mundiales) con el fin de afrontar la crisis estructural y global del capitalismo tardío.
Como es conocido, el Neoliberalismo tiene como antecedente histórico las concepciones liberales de los clásicos de la Economía Política Burguesa en Inglaterra; dio sus primeros pasos en la antesala de la II Guerra Mundial, continuó con fuerza en la década del 60′ y con nuevos bríos en las del 80′ y 90′. Como es de suponer las medidas neoliberales, propias de sociedades desarrolladas, cuando se aplican a países subdesarrollados arrastran secuelas que sólo los países ricos pueden enfrentar, debilitando sensiblemente a los países pobres.
América Latina no escapa a esa situación y lo que recomienda el FMI es la reducción del financiamiento estatal a todo lo que no esté vinculado a la reproducción del capital y particularmente a lo destinado para fines sociales.
Allí se encuentra la razón básica de lo que está sucediendo en el continente. Allí se encuentra la razón de los golpes de estado de los últimos años, sean militares o justificados legalmente, por más que no se fundamentaran en hechos ciertos, como el caso de Brasil, y que van en crecimiento. De la misma forma que después del golpe chileno se contagió el continente de dictaduras sanguinarias que enlutecieron a los países.
Es el círculo de la opresión de las masas por las elites financieras y económicas lo que se está cerrando en nuestros países. Y en aquellos en los que las circunstancias no permiten golpes de estado, militares o parlamentarios, como el nuestro, las huestes neoliberales buscan la entronización de figuras útiles para sus propósitos, a través de elecciones que resultan de la fácil manipulación de las masas, a través de una demagogia bastante conocida en nuestro medio.
La pregunta final es si podremos hacerle frente a ello o solamente queda como destino el sendero por el cual se transcurre a base del empobrecimiento y la pérdida de oportunidades de los más pobres.
(*) Alfonso J. Palacios Echeverría
Estos comentarios me llegaron a mi cuenta de Facebook, donde también se publican los artículos, y me ha parecido oportuno que los lectores los conozcan, por espeto a la libertad de opinión.
El problema es que estos gobiernos progresistas que quieren realizar desarrollo en el campo social y en la eliminación de la pobreza de sus respectivos países tienen esos loables objetivos pero no saben como hacerlo y terminan sacrificando a los mismos pobres que pretenden beneficiar….. No es que justifique el golpe de estado por esa razón, es nada más para aclarar que el mal llamado progresismo no sabe realmente como lograr su cometido.
» Como es de suponer las medidas neoliberales, propias de sociedades desarrolladas, cuando se aplican a países subdesarrollados arrastran secuelas que sólo los países ricos pueden enfrentar, debilitando sensiblemente a los países pobres»…. pues resulta que los gobiernos progresistas logran exactamente lo mismo y acaban con el crecimiento económico que permitiría resolver el problema trabajando con conciencia en la distribución y la solidaridad. Pero no se puede ordeñar la vaca y olvidarse de darle de comer…. Saludos.
Muchos paises latinos entre ellos Venezuela y Brasil,con ingresos altos (Petroleo y minerales) provenientes de la entrada de China al Capitalismo,entraron a gastar ese beneficio a manos llenas.En el camino,los Lula,Chavez , Kirchner y Ortega, se volvieron multimillonarios,olvidando al pueblo al que se debian.La corrupcion y el atropello ,amen de la vulgaridad y falta de respeto a las leyes,los llevo a que su propio pueblo los aborrezca y saque del poder.La fiesta termino, se acabaron los dineros y no hay que repartir ,mas que miseria.
Cuba despues de 57 anos ,hoy se abraza a los EEUU,su gran enemigo,como una salida ante la miseria en que su pueblo fue sometido.Junto con Nicaragua y Venezuela,nos han demostrado a los costarricenses,que ese mal que llaman neoliberalismo es cien veces mejor para el pueblo, que entronizar a unos populistas que quiebran al pais y lo llevan al retraso.Las evidencias abundan.
Lo que es vivir en el autoengaño, y este «doctor» lo demuestra…
Enfoque de una persona que parece no pertenece a los mortales de este planeta.
Pobre visión y comentario del Doctorcito, ya que los presidentes de gobiernos neolibareles sí son personas muy humildes y sus gobiernos ayudaron mucho a sus compatriotas. Cómo hicieron plata los Arias en Costa Rica y cual es la política de cobro de tarifas del clegio de médicos? El neoliberalismo 100 veces mejor para el pueblo, dame esas evidencias a ver, haga un artículo como este si tiene tantos ejemplos.
El neoliberalismo es antidemocrático y totalitario, pero tiene a los «medios » para hacer ver que es todo lo contrario, estos medios fabrican la «realidad» que el pueblo debe tragarse y que se traga por su pobreza mental y falta de criterio que es falta de educación verdadera.
Jorga Garcia Castro Amigo(a) de Rodrigo Castro
O sea, estamos volviendo con el menos malo de los sistemas.
Ningún sistema es totalmente bueno, pues son administrados por seres humanos y los buenos seres humanos son la excepción.
Rodrigo Castro
Rodrigo Castro Ni el neoliberalismo ni el socialismo son perversos… ambos son hipótesis y ambos tienen en común el que no han producido los resultados que se pretenden. El problema, como dice Jorge Garcia, es que caen en manos de seres humanos y estos tienen un norte, una meta, proporcionada por la Naturaleza: la supervivencia de su progenie a cualquier precio…. y como seres inteligentes que somos hemos comprendido que la Naturaleza juega el juego de la Selección Natural. Entonces para que no tengamos que estudiar Biología, la Naturaleza nos dotó de EGOISMO… La característica dominante del ser humano…. Por razones egoístas, porque nos conviene, tenemos que abrazar la solidaridad dentro del neoliberalismo …. creo que eso produciría mejores resultados que tratar de modificar el socialismo para que permita el crecimiento económico…es más fácil distribuir mejor la riqueza que se produce que introducir libertades que permitan que el ser humano ejerza su creatividad para generar riqueza…
Jorge Garcia Castro
Jorge Garcia Castro · Amigo(a) de Rodrigo Castro
Y antes de que alguien lo sugiera, la mezcla de los dos sistemas no funciona porque son autoexcluyentes.
Neoliberalismo=Capitalismo salvaje; pero los pueblos con su debilidad mental, no son capaces de analizar y ver, que el neoliberalismo es totalmente antagónico a los nobles intereses de cualquier pueblo; una y otra vez, besan las manos de sus verdugos. Es una historia de horror, que se repite una y otra vez. Cuando las élites poderosas de los países que se dicen desarrollados, acaben con los recursos de los países explotados, dejándolos en la miseria, entonces los habitantes de estos países pobres, no les quedará más remedio que buscar migajas en esos países desarrollados; como es el caso de varios países africanos por poner un ejemplo. Si seguimos por eso camino, ese es el futuro que nos espera.
En África también, y no solo los gringos, sino otras potencias. El asunto es esquilmar los recursos naturales.
La sociedad de consumo ha convertido al ser humano en un titere del comercio cada vez mas deshumanizado, ha arrasado con los valores espirituales y morales absolutamente necesarios para la convivencia humana, le ha creado una felicidad ficticia y hasta las conciencias tienen un precio.
El capitalismo salvaje nos esta destruyendo a nosotros y al planeta, pues no tiene alma, se rige por las leyes del mercado.
El llamado progreso, es el desarrollo del pensamiento creativo del hombre -la ciencia y tecnologia- en detrimento de los otros tipos de pensamiento, porque estamos matandonos igual que el hombre de las cavernas, la diferencia es que usamos armas mas sofisticadas.
Adonde esta nuestra inteligencia integral?, pues somos incapaces de crear un sistema que haga posible la convivencia pacifica y el bienestar para todos y para nuestra Madre Tierra.
Los seres humanos todavía no hemos rebasado la fase del egoísmo y nos hemos alojado en las formas económicas y amorales más absurdas que tienen que ver con el neoliberalismo y la deshonestidad. Ambos aspectos han traído como consecuencia una doctrina basada en el consenso de Washington que ha cambiado el espacio mundial y el de Latinoamérica, trayendo consigo la venta de activos de lo pueblos que componen toda la región Latinoamericana.
Es importante destacar cuatro países representativos de dicho saqueo como son: México, Brasil, Argentina y Chile, cuyos bienes han pasado, como efecto de la modernidad y la globalización, a ser parte de las grandes empresas trasnacionales y cuya doctrina reza que el no hacerlo significa no pasar a la época de las grandes reformas y de los grandes cambios tecnológicos, cuando en realidad este despojo en contubernio con los gobiernos en turno, representa un incremento en la pobreza y marginación.
Hoy por hoy vivimos un neoliberalismo deshonesto que surgió de las bases del comportamiento populista que se dio en Latinoamérica, en donde las masas fueron convencidas de las bondades de un nuevo modelo gracias a su disciplina y fervor a los gobernantes que se trasformaron con la globalización y se pusieron la investidura del libre mercado; pero sin abandonar su patrón de comportamiento indecoroso.