De cal y de arena
Bolsones de pobreza con abundancia de antenas para televisión, artefactos electrodomésticos para la cocina, teléfono… sí, esas son señales evidentes de que ahí la pobreza es menos angustiosa. Pero cuidado con extraer razón suficiente para calmar nuestras preocupaciones; el tono y la forma en que la pobreza está azotando nuestro país no es para conformarse con la falsa impresión de alivio que puedan dar esas antenas. Porque la verdad es que el cuadro presente en las áreas marginales de los núcleos geográficos más poblados, no es el cuadro que azota las regiones Brunca, Huetar Caribe y Chorotega en cuyos bolsones de pobreza difícilmente hay agua potable y electricidad. Si el índice de pobreza nacional afecta al 21,7% de los hogares (cifra de 2015), en estas regiones se acerca al 30%, la escolaridad es muy baja (del 12% y entre los jóvenes de 13 a 17 años un 16% no tienen educación regular), las posibilidades del mercado de trabajo escasean y los índices de salud delatan grandes necesidades. Será mejor, entonces, que las antenas de televisión no nos pongan a bizquear mientras existan tan ofensivos índices de pobreza en las regiones más deprimidas. Es una grosera realidad eso de que entre 2010 y 2015 la pobreza no muestre cambios pero sí la pobreza extrema a nivel nacional que pasa de 5,8% a 7,2% entre estos años. Más preocupante aún es que para 1971 la pobreza afectara a algo más del 20% de los hogares y que para 2015 su incidencia haya sido del 21.7%. Lo que evidencian las cifras emanadas del Instituto Nacional de Estadísticas y Censos y confirmadas por autoridades del Estado de la Nación es que la pobreza de los más pobres se agudiza entre 2010 y 2015; que el 20% más pobre vio caer sus entradas de dinero en un 17% y que el desempleo para ese mismo segmento pasó del 20% al 29%. Hay una coincidente presencia entre la agudización de la pobreza y la falta de oferta laboral de calidad.
Y no es que no esté haciéndose un gran esfuerzo de parte de las instituciones públicas comprometidas con el combate a la pobreza. Hay un amplio mundo de programas sociales que proveen recursos para los segmentos marginados; el Índice de Pobreza Multidimensional que calcula INEC confirma que las políticas públicas al respecto tienen impacto positivo y están ayudando a oxigenar la economía y de rebote el empleo. Aun así, como que falta mucho para llegar hasta aquellos bolsones de pobreza. Tanto como que el Ministro de Trabajo, Carlos Alvarado, ha dicho que la mejoría debería tener más poder reformador; la Contralora General de la República, Marta Acosta, ha acusado a la calidad de la inversión por unos resultados que deberían ser más ambiciosos y se ha quejado de que muchos de los fondos dispuestos no han estado sujetos al debido control de calidad; y por ahí andan las observaciones del director del Estado de la Nación, Jorge Vargas, al decir que esa pobreza extrema está muy ligada a la calidad del gasto público: se mira más las cantidades pero no su disposición cualitativa.
O sea, se está invirtiendo mucha plata en programas sociales sin los debidos controles de calidad sobre la inversión. Por esa ruta seguiremos viendo que tanto los ricos como los pobres vivan en ghettos.
(*) Álvaro Madrigal es Abogado y Periodista
Excelente artículo
A veces llego a Multiplaza del Este y me hace gracia observar como casi todos los tugurios detrás del centro comercial están llenos de antenas de Claro, me da a entender que al menos en esas pobres casas nadie se pierde los partidos de la Champions League, jajaja.