No es desconocido para nadie, que la naturaleza de los gobiernos es tomar decisiones. Estamos de acuerdo además, que deben de tomar las decisiones correctas o por lo menos las más certeras para evitar equivocaciones graves cuando les corresponde hacerlo. Pero, ¿Qué se necesita para la toma de dichas decisiones? ¿Cómo puedes decidir en situaciones críticas y complejas, en cualquier campo, si no se tienen los suficientes elementos o conocimientos como base?
Para cualquier tema o situación sobre la que necesitemos decidir, el acceso a la información previa y correcta es fundamental. Si tenemos información, tenemos conocimiento y si tenemos conocimiento podemos equivocarnos lo menos posible y acertar en lo que determinemos. Para ello debemos recolectar la información, organizarla, sistematizarla y utilizarla, no hay pecado en esto. Lo anterior aplica para los negocios (ya existen unidades de inteligencia comercial), hogares, en la vida profesional y desde luego, en los gobiernos.
Tampoco es un secreto para nadie que la globalización sigue trayendo consigo una ola de peligros reales y complejos para la seguridad de los países. Así como se globalizan las cosas buenas, de la misma forma lo hacen las negativas. Con la expansión del crimen organizado lo podemos ver: narcotráfico, trata de personas, ciber-delitos y tráfico de órganos son ejemplos concretos. No podemos olvidar el terrorismo internacional y otros que evidentemente ponen en riesgo la seguridad, la paz y la tranquilidad de toda nación. Debemos recordar, que el actual contexto geopolítico es uno donde la lucha y el control por los recursos naturales considerados estratégicos así como de las zonas donde estos se encuentran está a la palestra, pero además, podemos ver a diario que aquellos países con déficit o dependencia hacia ellos, están dispuestos a tomar la medida que consideren necesaria y pagar el precio que sea para adquirirlos.
Lo anterior puede incluir desestabilizaciones internas, locales o regionales, conflictos armados, étnico, religiosos, provocaciones o creación de escenarios políticos adversos con el fin de mover las acéfalas masas actuales que abogan por cambios pero que no tienen la más mínima idea de lo que ello significa ni líderes con este tipo de conocimientos. Por otro lado, debemos entender que sí existen grupos que comprenden esto y lo utilizan como información estratégica para decidir y hacer cosas. Estas y muchas otras son amenazas reales que si no se investigan a profundidad ni se conoce su realidad objetiva a nivel global, nos hace vulnerables y nos pone en evidente desventaja estratégica y táctica ante cualquier eventual situación. Recordemos que somos una nación rica en biodiversidad, agua y al parecer también en petróleo y gas natural (¿razones reales del conflicto con Nicaragua?), sería muy ingenuo creer que ningún país sabe esto ni le interesa de una u otra manera.
Es por ello, que los nuevos enfoques democráticos sobre seguridad e inteligencia han dejado de verse y estudiarse desde el viejo paradigma añejo de la guerra fría y unidimensional en el cual sólo era necesario un aparato de inteligencia (recolección de información) si se tenía ejército, o en el peor de los casos, que pudimos presenciarlo en América Latina con las famosas y nefastas doctrinas de seguridad nacional y sus dictaduras, como herramienta para perseguir-destruir disidentes y controlar de forma ilegal a la población, al mejor estilo fascista: quien se oponía al desarrollo era enemigo del Estado, por lo tanto, debía ser exterminado. Hoy día, esa noción multidimensional supera su identificación con la defensa solamente militar de los intereses nacionales o ideológicos.
En los últimos meses se ha venido discutiendo una reforma a la Dirección de Inteligencia y Seguridad (DIS) en nuestro país. Es realmente preocupante ver el nivel de desconocimiento (por no decir ignorancia absoluta) que tienen nuestras y nuestros políticos, así como también algunos ideólogos que desde países extranjeros y de la forma más acrítica con los modelos que dicen defender, se encargan de atacar sin ningún tipo de reparo el reconocido esfuerzo que está llevando a cabo este órgano del ejecutivo (como nunca antes visto en su historia, lo cual es muy positivo) para replantearse, reinventarse y acercarse a la ciudadanía desde otro paradigma y perspectiva. En definitiva, hay mucho por hacer, no todo es perfecto, a veces hay aciertos y desaciertos, pero por favor, no confundamos las cosas y las saquemos de su respectivo orden.
Esa cacería de brujas que se ha desatado en los últimos días, no debe de hacernos perder la objetividad ni sacarnos de la realidad. Yo les pregunto a todas y todos estos señores ideólogos que por sus comentarios y posturas no entienden muy bien qué pasa y cómo pasan las cosas en el mundo de hoy así como la geopolítica que las moldea: ¿cuál país del mundo en este momento vive sin un organismo serio y formal de inteligencia (recolección de información para la toma de decisiones estratégicas y vitales)? ¿Cómo se puede dar cuenta un país si hay grupos o células terroristas en su territorio que deseen hacer daño quizás no a su país, sino a algún diplomático de otra nación con la cuál tienen conflicto? ¿Cómo acceder a la información de las bandas narco y de otro tipo de crimen organizado sino se tiene un órgano dedicado a esto, que lógicamente tiene que ser discreto y trabajar con bajo perfil? ¿Puede un gobierno confiar en cualquier tipo de información que recibe en un mundo plagado por la desinformación y las mentiras? ¿Cómo corroboran las informaciones? ¿Están pensando realmente en beneficio del país al querer cerrar de forma radical un órgano de vital importancia para la seguridad de Costa Rica?
(*) Mauricio Ramírez es Magíster en estudios latinoamericanos con énfasis en cultura y desarrollo.