miércoles 4, diciembre 2024
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Relación entre ideología y guerra

Se plantea una pregunta fundamental en los momentos que está viviendo la humanidad: ¿existe alguna relación entre ideología y guerra?

Reflexionando un poco sobre lo sucedido en los últimos treinta años, se llega a la conclusión de que la caída de los países del socialismo real a finales del siglo pasado llevó hacia una paralización de la dimensión crítica del pensamiento heredero de la ilustración, pero no es menos cierto que la experiencia inmediata del dominio ejercido por el capitalismo real, nos ha situado en los límites de una progresiva barbarización global. Una fase de cuasi barbarie tanto por la crisis radical de las prácticas democráticas, que se han ido difuminando a través de diversas modalidades de autoritarismo, cuanto por la gran transformación impuesta por las políticas económicas derivadas de una forma de interpretar la realidad de manera absolutamente excluyente de enormes masas de la sociedad. Igualmente, de la exclusión que las potencias llevan a cabo hacia los países periféricos o dependientes.

La historia nos enseña que, detrás de todo conflicto entre naciones, se encuentran poderosos intereses económicos, a quienes no importa el pensamiento político más allá de las conveniencias que podrían traerles una forma u otra de interpretar la convivencia social. La ideología, tal y como se conocía anteriormente, ha desaparecido del planeta, al menos entre lo que toman decisiones importantes para la supervivencia de la especie. Hoy prevalecen solamente los intereses que mueven a los grandes conglomerados económicos y financieros del mundo, que a su vez manejan a su antojo las decisiones políticas de los países, y particularmente de las grandes potencias occidentales.

La democracia liberal antes existente tiende a desaparecer, víctima de las consecuencias de la globalización (en sus más aberrantes manifestaciones económicas y financieras), y tan profunda ha sido la conmoción y tan vasta la experiencia del desorden establecido desde las crisis de los ochenta y noventa del siglo pasado, que se caracteriza un desplome teórico y práctico que no puede establecer conexiones lineales con procesos históricos anteriores.

Se está volviendo a las posturas de la guerra fría: la radicalización de los enfrentamientos entre las potencias, que lleva al rechazo absoluto del otro así como también a su demonización, y la aceptación de que el fin justifica los medios, aunque riña con la más elemental razón y conciencia de que la diversidad es parte de la naturaleza humana.

La situación presente reviste especiales características, pues nunca antes los poderes económicos han sido tan enormes y tan voraces. Además de ciegos absolutos, pues pareciera que no contemplan que hacia donde están llevando al planeta no existe camino de retorno.

Es interesante oír, cada vez más y más, diferentes voces que van advirtiendo del peligro de un gran conflicto mundial que se avecina, y que anuncian lo que podría ocurrir si la situación mundial no se resuelve, y rápido. Cada voz, a su manera, quiere despertar a los ciudadanos ante el peligro, como también ocurrió antes de la Segunda Guerra Mundial. Y como antaño, nadie escucha a los que anuncian una catástrofe dantesca, nadie quiere luchar por la paz. ¿Es que la Historia puede repetirse? Parece ser que aunque hayamos evolucionado tecnológicamente, los hombres que dirigen el planeta se han quedado estancados, incapacitados a afrontar el peligro y apostando, en su lugar, por el conflicto bélico.

En la actualidad hay tres puntos calientes en el mundo: Corea del Norte, que desafía con sus pruebas nucleares y amenazas de desaparecer a su vecina Corea del Sur; Siria es un polvorín en donde intervienen al menos 30 países de manera directa e indirectamente; y Pakistán y la India poco figuran en las portadas de los diarios, pero la tensión por la disputa de Cachemira deja muertos cada día en esa zona de Asia. En esos tres lugares del mundo hay o participan países con arsenal nuclear y por ello se percibe el temor; sin embargo, no hay que olvidarse de los conflictos entre Palestina e Israel, en Yemen, Libia, Ucrania y algunos expertos hablan de los países bálticos.

El temor a una tercera guerra mundial no sólo viene de analistas.  El papa Francisco advirtió en el 2014 que «ahora mismo» puede hablarse de una «tercera guerra mundial combatida por partes», azuzada por «intereses espurios como la codicia», entre otros factores de discordia.

En muchos países se afirma apreciar la vida de cada individuo. Pero al repasar la historia universal, nos encontramos con millones de soldados y civiles muertos en un ciclo continuo de guerras cada vez peores. ¿Nos damos cuenta del número de víctimas que las naciones han producido entre las demás y entre sus propios ciudadanos? Las guerras de independencia en los países iberoamericanos cobraron miles y miles de vidas. La Primera Guerra Mundial ocasionó 10 millones de muertos y la Segunda Guerra Mundial 55 millones de víctimas. La guerra entre Irán e Iraq causó casi un millón de muertes. Los genocidios han ensangrentado las páginas de la historia. Millones sucumbieron en el holocausto de la Segunda Guerra Mundial, bajo el Khmer Rojo en Camboya y como víctimas de atrocidades en Ruanda, Bosnia y Kosovo; para mencionar solo algunos.

Las guerras no se producen porque los seres humanos pierden la cabeza súbitamente y comienzan a matarse unos a otros. Esto, por más que lo hemos escuchado, no es así. Un libro titulado Justificando la guerra, hace un estudio y análisis sobre cómo se han justificado las guerras en diferentes épocas y lugares, y por diferentes actores. Detrás de todas esas ampulosas, dramáticas, emotivas, dolorosas y, principalmente, falaces justificaciones, estaban los intereses económicos. No importa si se miraba a Grecia, a Roma, a la Iglesia Católica, a Inglaterra, a Japón o a Estados Unidos,  no importa si era antes de nuestra era o en el siglo II, el X, el XX o el XXI, detrás, bien ocultos, estaban los intereses de su élite, intereses siempre determinados por el aspecto económico.

Porque la economía, nos guste o no, rige nuestras vidas, es más, rige hasta las ideologías y los comportamientos. En gran medida la ideología de cada cual es la ideología de sus intereses económicos, de sus intereses materiales.

(*) Alfonso J. Palacios Echeverría

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4 COMENTARIOS

  1. Como siempre, interesante análises; es definitivo la avaricia de la gran élite de banqueros actuales, imponen sus ideologías y su «capitalismo salvaje», como lo llamó el anterior papa, nos quieren llevar a una confrontación mundial, como también apunta el papa actual. Tienen un plan trazado, y parece que una confrontación mundial está entre sus planes. Para estos malditos, primero está su avaricia y codicia, antes que la vida de cualquier inocente. Y lo más triste es que muchos, no somos concientes de que existe esa élite de banqueros, que nos manipulan a su antojo.

  2. SÍ hay una clara relación entre guerra e ideología.La cultura de paz es la ideología del proletariado, la cultura de guerra es la ideología de la burguesía.Recordemos que la Primera internacional comunista sufrió su división con motivo de que los socialdemócratas alemanes fueron arrastradospor el patrioterismo a apoyar la guerra a la cual arrastraba al país el gobierno burgués de Alemania.La Unión soviética tuvo que ir a una guerra justa, una guerra defensiva, consecuencia de la gresión del imperialismo alemán, situión que le provocó el sacrificio de más de 20 millones de muertos y la destrucción de centenares de ciudades.Corea del Norte se ve obligado a desarrollar armamento nuclear, con motivo de las argesiones permanentes de EEUU y sus aliados en la región. La URSS se vio obligada a desarrollar armamento nuclear, después que USA campeaba por el mundo como el único poseedor de tan letal armamento, después de lanzar las bombas atómicas sobre dos ciudades inermes, Hiroshima y Nagasaki.La guerras que hemos visto en Afganistán, Irak, Libia, Yugoslavia, Siria, han sido todas motivadas en objetivos geopolíticos, imperialistas, por mercados y materias primas.La ideología actual del imperialismo es el neoliberalismo.

  3. no es la economia…hay algo mas alla que es lo que quieren las elites…esto es como una cebolla, usted puede ir revanando las capas y ver que hay en el centro. Aunque talvez sea mejor parar en lo de la economia, talves no nos guste lo que encontremos si seguimos escarvando. «Alice down the rabbit hole» como dijeron alguna vez.

  4. No hay duda de que el interés económico ha movido todas las guerras, pero hay que indagar más profundo. Todo comienza en la psiquis, hay una crisis emocional y afectiva en nuestras mentes. Si empezaramos por amar correctamente y fomentar una educación más integral que incorpore la inteligencia emocional, ética, artística, cultural, y desarrollar más nuestros talentos y cerebros y menos la tecnología y la comodidad y el prejuicio. Debemos de crear un nuevo sistema educativo en nuestras escuelas, tampoco ayudan las canciones de violencia de género y quitar la fe de las escuelas para los que si quieren practicarla, las tendencias suicidas son cada vez más altas. Esto es porque se nos enseña a pasarla bien, a lo efímero, pero no a al logos o propósito a encontrar cosas transcendentales en nuestra vida. El mal manejo de ocio en la deserción escolar es algo horrible. Y el lávado de de dinero que no proviene del mismo, es el consumismo, materialismo. La ambición del vacío existencial de nuestros líderes mundiales y su falta de capacidad humana, todo esto está ligado a las familias. La estructura familiar está sufriendo y ahí estriva la crisis. Cabe resaltar que la cultura del hedonismo promovida por los medios causan niños no deseados y maltratados y familias rotas, lo que resulta en criminalidad y violencia. Y ni empezar con el bullying que causa estragos en niños inocentes. La explotación laboral, el televisor y sus programas sin contenido han causado una crisis malísima. Para resumir, el problema estriva en la inteligencia, emocional, el marketing trivial y sin sentido de la cultura del hedonismo, la falta de cultura y buena alimentación y ejercicios, la falta de propósito, por culpa de tabajar en empleos que no nos llenan y solo nos dan capital mínimo para consumir, en vez de trabajos dignificantes que vayan con nuestros talentos, en fin tememos un mal sistema y una mala administración y nosotros solo volvemos a votar por los mismos partidos. La solución es tratar odio con amabilidad y paciencia, esa es la revolución.

    Muchos creen que practican altruísmo, pero el mismo es un ideal falso porque siempre hay un interés personal envuelto. Lo importante es ser tolerantes, pero no indiferentes, puesto que no es ignorar y acumular ira, es perdonar y hacer el bien. La violencia solo génera más violencia y/o sufrimiento.

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