jueves 16, enero 2025
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Se acabó la engañosa luna de miel

La reciente campaña política en los Estados Unidos de América y los posteriores desencuentros del presidente electo con los principales medios de comunicación masiva de ese país, dejan al descubierto una realidad conocida y negada a la vez por todos: la utilización de los medios de comunicación –que se encuentran en manos de los principales conglomerados económicos- como instrumento político que permite la manipulación de la opinión pública a favor o en contra de una postura concreta.

En Wikipedia se define que la manipulación de los medios de comunicación consiste en una serie de técnicas relacionadas entre sí con las que miembros de un determinado grupo crean una imagen o una idea que favorece sus intereses particulares. Entre estas tácticas destacan las falacias lógicas y la propaganda, que a menudo implican la supresión de información o de otros puntos de vista a través de su distorsión, induciendo a otras personas o grupos de personas a que dejen de escuchar algunos argumentos o, simplemente, desviando su atención a otra parte.

La televisión, el cine, la radio, la prensa y revistas han experimentado un vertiginoso avance y crecimiento en las últimas décadas, y una de las razones que lo han impulsado es ésta: la enorme influencia que tienen estos medios de comunicación en las personas. En los países con regímenes políticos autoritarios, por ejemplo, el primer objetivo político es controlar los medios de comunicación.

Es indudable la influencia y el poder que ejercen los medios de comunicación; y es indudable también que muchos utilizan precisamente ese poder como medio transmisor de sus ideas. En esto consiste la manipulación de los medios de comunicación: es una influencia indirecta, sutil, que pretende transformar al hombre sin atacar directamente su voluntad o su libertad. La manipulación es una influencia que actúa por ocultamiento.

Es así como se define entonces la Sociedad de la Información, entendida como aquélla donde impera la distribución de información a través de los medios tradicionales de comunicación (radio, televisión y prensa) y de las denominadas TIC (Tecnologías de Información y Comunicación); todo con el propósito de reforzar el control político y económico de grupos de poder nacionales y transnacionales. Esta lógica connota ya políticas de información que se conciben como prácticas de diseño y manipulación de información (datos, mensajes mediáticos) que grupos de poder político y económico difunden como una estrategia para detentar esos poderes e implementar su política de control y acumulación de capital en beneficio de la élite. De esta manera, las políticas de información, en algunos casos, se convierten en campañas propagandísticas que sustituyen serios proyectos de gobiernos en aras de una descarada manipulación mediática.

En esta perspectiva, se puede inferir que la comunicación tecnologizada no es por supuesto una excepción al fenómeno de aglutinación de objetivos del modelo neoliberal y de la llamada globalización. Por medio de la expansión, la fusión y la transnacionalización, las industrias productoras de los mensajes y la imaginería, que constituyen la atmósfera cultural, nacional e internacional representan hoy una impresionante concentración de poder cultural e influencia, tanto en Estados Unidos como en el resto del mundo. Además constituyen un componente cada vez mayor de la economía en general.

Sin embargo, los periódicos estadounidenses, ya golpeados por el doble revés que significan la caída de la circulación y los menores ingresos publicitarios, recibieron otro fuerte impacto con la inesperada victoria de Donald Trump. El golpe por una vez no es financiero sino un recordatorio de que, a pesar de todo el poder que tiene la prensa, su capacidad de influir en la opinión pública no es la de antes.

Más de 200 periódicos estadounidenses, incluyendo la mayoría de los de que más venden, apoyaban la candidatura de Hillary Clinton. Algunos hacía décadas que no respaldaba a un demócrata; así de profunda era la aversión a Trump. Por ejemplo, The San Diego Union-Tribune no avalaba uno desde 1868. Casi ningún periódico se inclinaba por Trump además de Las Vegas Review-Journal, cuyo dueño es Sheldon Adelson, el magnate de los casinos que se encuentra entre los grandes financistas de la campaña republicana. Mientras los matutinos escribían sus editoriales condenando su candidatura, Trump desafiaba la creencia popular sobre marcas y publicidad que podría tener implicaciones para las compañías con productos para vender o mensajes para impartir.

El multimillonario aplicó una estrategia de medios sociales nueva publicando tuits a toda hora, que le permitía simultáneamente construir una audiencia y provocar críticas que suscitaban antagonismos. El twitter genera ingresos publicitarios, pero no suficientes para ser rentable en forma sostenible: sus acciones cayeron 30% este año; y Google y otros posibles compradores optaron por no hacer una oferta. Sin embargo, Trump demostró su potencia sin igual como medio de comunicación y promoción.

Al igual que la campaña británica a favor de abandonar la UE, que obtuvo una victoria aplastante en el referéndum, la campaña de Trump sacó ideas de las agencias publicitarias más exitosas que predican la sencillez y claridad del mensaje por sobre todo.

En el medio ABC se leía lo siguiente: ¿Tiene derecho un establishment a defenderse del ataque de un candidato que amenaza con romper el sistema? ¿Deben los medios, como parte de ese establishment, abandonar su imparcialidad hasta el punto de contravenir normas básicas del periodismo? El debate amenazaba con pasar factura a partir del 9 de noviembre, pero, en esta inédita y turbia campaña, las televisiones y, en buena medida, también la prensa de información general prestigiosa, la llamada prensa seria, dio una repuesta aparentemente positiva a ambas preguntas. La interpretación no responde tanto a la medida de las coberturas como al tono con el que ha sido valorado el outsider, Donald Trump, el fenómeno que ha convertido esta campaña en única, en función del momento por el que discurría.

Lo que quedó bien claro es que la prensa no estaba jugando el papel de agente de cambio, sino de agente de publicidad para la política, para aumentar la circulación o la teleaudiencia. Este cuestionable papel de la prensa se evidencia, por ejemplo, en que no hubo ninguna voluntad de los medios de hacer un escrutinio y cuestionamientos sobre las acusaciones constantes que emanan sobre Donald Trump, ni tampoco hubo la misma fuerza insistente e incisiva para que Trump revelara sus conexiones turbias, sus malos manejos y sus fracasos en el mundo de los negocios, ni para que revelara los pasos que dio en materias de corrupción con sus contribuciones a políticos, como en cambio sí trató de hacerlo de manera insistente y excesiva con la candidata Hillary Clinton.

Todo parece tan contradictorio que la única forma de definirlo es que la aparente luna de miel se convirtió en un campo de batalla, dentro del cual se están dando ahora las primeras escaramuzas.

(*) Alfonso J. Palacios Echeverría.

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7 COMENTARIOS

  1. En CR los extranjeros dominan los medios de comunicacion.
    Solo La Nacion es publica y de cientos de personas. Canal 7 es de los Picado,de los demas no se sabe ni quien es el propietario.
    El costarricense no le gusta invertir en empresas,muchas trabas y clavos dice,por ello solo invierte en renta fija y se asegura su pension del estado.

    • La Nacion es una empresa privada,que es de capital publico, abierta.Cualquiera puede comprar acciones de La Nacion a traves de la Bolsa Nacional de Valores , el unico mercado que tenemos en el pais de titulos financieros.
      Esta regulada por la Sugeval,la BNV y sus reportes financieros son debidamente auditados y hechos publicos.No existe otra empresa asi en el pais.La empresa goza de mas de 700 socios y 1200 empleados.La familia descendiente de don Manuel Jimenez de la Guardia mantiene una participacion,pero no mayoritaria y diluida.Informese a traves de su agente corredor o bien en el Banco Nacional de Costa Rica, INS.Banco de Costa Rica, Sugeval o bien en la propia BNV.

  2. El Comentario hace lo mismo que intenta explicar ….continua la tergiversacion ¡ En realidad la prensa no quizoahondar en la criminalidad con la que Hillary manejo los asuntos de seguridad ¡ Ni la poca transparencia del mnejo de su fundacion ¡

    Lo que quedó bien claro es que la prensa no estaba jugando el papel de agente de cambio, sino de agente de publicidad para la política, para aumentar la circulación o la teleaudiencia. Este cuestionable papel de la prensa se evidencia, por ejemplo, en que no hubo ninguna voluntad de los medios de hacer un escrutinio y cuestionamientos sobre las acusaciones constantes que emanan sobre Donald Trump, ni tampoco hubo la misma fuerza insistente e incisiva para que Trump revelara sus conexiones turbias, sus malos manejos y sus fracasos en el mundo de los negocios, ni para que revelara los pasos que dio en materias de corrupción con sus contribuciones a políticos, como en cambio sí trató de hacerlo de manera insistente y excesiva con la candidata Hillary Clinton.

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