miércoles 22, enero 2025
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A propósito de “Otto»

De cal y de arena

Huracán o tormenta tropical, un fenómeno de la naturaleza de las dimensiones del que nos está llegando plantea un descomunal desafío por lo que representa la ingente tarea de ordenar la disposición de recursos –siempre escasos a estos efectos-, de articular el trabajo de las entidades comprometidas y de encontrar la forma de ganarse la confianza de las oleadas de gentes afectadas que no siempre están prestas a someterse a una disciplina que desconocen y a la que suelen mirar con desconfianza. Coordinar y poner en sintonía a esa hidra de más de siete cabezas a fin de asegurar la organización indispensable con la cual hacerle frente al huracán Otto, es reto complicado en extremo, más si se está con la mira puesta en asegurar que no haya muertes en la cuenta final. Está en el interés del país que no haya más que daños materiales.

La administración Solís Rivera está haciendo frente al reto con acierto, con habilidad. Sería una mezquindad no reconocérselo. Lo que sigue –una vez que llegue la calma tras la tempestad- planteará desafíos de otra esencia, para encarar los cuales se requerirá una buena dosis de capacidad para construir sobre la confianza que haya legado el buen manejo de la crisis en su fase explosiva.

Será ella la hora de fuego para el presidente Solís Rivera.

Este episodio ha sido incubadora también para el trabajo de los periodistas asignados a la cobertura del huracán. Una incubadora más de desempeños del oficio, como los ha habido tantos en estos recientes años en que la madre naturaleza parece expresar su ira con más frecuencia de lo imaginable.

Sin embargo, estos “talleres de trabajo” no parece que hayan sido debidamente aprovechados para refinar el manejo periodístico de la noticia y para entregarle a la población ansiosa de información un producto periodístico de refinada calidad. No hay que generalizar, pero sí cabe advertir la necesidad de que los directores y jefes de los medios televisivos y radiales dediquen una parte del tiempo a aconsejar, a instruir sobre la forma de abordar la noticia para que no sea una ruidosa y pobre presentación, a veces repetitiva, a veces penosamente alarmista, a veces también sin tomar en cuenta la concurrencia global de factores involucrados. Muy imperdonable si se está en un medio dotado de avanzados recursos tecnológicos con los cuales “hacer diabluras” pero no chambonadas.

(*) Álvaro Madrigal es Abogado y Periodista

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