sábado 18, enero 2025
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José Manuel Arroyo: El valor de la coherencia

Conocí a José Manuel Arroyo Gutiérrez a mediados de la década de 1970, al calor de actividades políticas en el movimiento estudiantil de la Universidad de Costa Rica. Siempre me impresionó en él una inusual combinación de lucidez, interés por la vida y entrega a ideales centrados en la búsqueda del bien común. Desde entonces generaba un aura de liderazgo natural que se ha mantenido a lo largo de su trayectoria.

Los avatares de las décadas siguientes plantearon enormes retos para la gente que pensaba como él. Los ideales sociales fueron desplazados por visiones entre individualistas y conformistas, por un descreimiento de que un mundo más solidario era posible. La crisis de las utopías vino con frecuencia acompañada por el cinismo y el pesimismo. No fue el caso de José Manuel Arroyo.

Desde su ubicación profesional en el Poder Judicial se dedicó a reflexionar sobre el tema penal y a plantear posiciones y alternativas centradas en el bienestar humano, las cuales no dejaron de generar polémica. No buscó las rutas fáciles del acomodo y la complacencia con quienes ostentaban el poder ni con las formas de pensar dominantes. Por el contrario, debió bregar contra corriente, enfrentando posiciones filosóficas y políticas que contravenían esa procura del bien común. Mantuvo siempre el norte de buscar, en su quehacer, que prevaleciera la dignidad de las personas.

Contra las tendencias que conciben el tema penal en términos de seguridad únicamente, y de abrir más cárceles, Arroyo forma parte de una corriente que, centrada en valores humanistas, pone lo penal en el contexto de los derechos humanos y del desarrollo social. Su obra ‘El Sistema Penal ante el Dilema de sus Alternativas’, publicada en 1995, y otros escritos posteriores, constituyen aportes teóricos esenciales en esta temática de tanta trascendencia para el país.

Como profesor en la Universidad de Costa Rica y en el Poder Judicial, Arroyo ha sido guía de nuevas generaciones. He visto el aprecio y el genuino respeto que le profesan estudiantes y jóvenes profesionales. En medio de las confusiones ideológicas y éticas reinantes, él es un referente obligado. La impresionante coherencia entre lo que dice y lo que hace lo ubican en una posición de liderazgo incuestionable, el cual sin duda se mantendrá luego de su jubilación.

No ha sido fácil mantener esa coherencia en un medio que hostiga y debilita las posiciones que él cultiva. En muchas ocasiones debió pararse firme para defender sus principios, en condiciones de adversidad, enfrentando incluso a poderosos personajes políticos y sus aparatos de poder. En ningún momento sus valores titubearon, pese a las borrascas.

Al llegar a su jubilación, me viene a la mente una respuesta que el cantautor Silvio Rodríguez dio en una entrevista cuando dijo “Espero haber sido leal al muchacho que fui”. Sin duda José Manuel Arroyo ha sido absolutamente leal al muchacho que fue y que desde muy temprano se fijó como meta trabajar en procura de una sociedad más justa. Enhorabuena Magistrado. Enhorabuena amigo.

(*) José María Gutiérrez Gutiérrez es  Profesor, Universidad de Costa Rica

jose.gutierrez@ucr.ac.cr

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2 COMENTARIOS

    • No es un reportaje, es un articulo de opinión. Esa diferencia es importante para entender desde qué contexto escribe el autor y desde qué perspectiva debe leerse el artículo.

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