De cal y de arena
Se le agotó el espacio político al Ing. Carlos Villalta, ministro de Obras Públicas y Transportes. Independientemente de su capacidad intelectual y de su experticia profesional, esa complicada madeja de competencias repartidas a lo largo y a lo ancho de la difusa estructura jerárquica que atosiga el funcionamiento del sector, ha desatado una crisis de resultados de la que debe responder Villalta. No estrictamente porque él sea quien la ha desatado; simplemente el país está ante el caso de una caldera que alcanza niveles de presión extremos y las válvulas de escape no dan. Debió percatarse de ello para proceder a abrir válvulas. No lo hizo y ya la explosión se ve próxima: don Carlos –sin espacio político- deberá dar campo al relevo. De otro modo, las esquirlas llegarán a golpear al Presidente de la República.
Villalta no es el padre del colapso de la infraestructura, ni de la ruinosa postración del Incofer (que lejos de ser parte de la solución de un problema, ha llegado a ser parte del problema), ni de la pavorosa impericia que se anida en el expediente del “puente de la platina”, ni de que se haya enviado al desván de los chunches viejos la promesa presidencial de poner orden en la eclosión institucional que sofoca la gestión del MOPT, ni de que la apoltronada burocracia allí dominante se de el lujo de imponer la suerte de los expedientes que caen en sus garras. Pero sí es el señalado por el dedo índice de la indignación popular al no haber hecho demostración fehaciente de una línea de conducta firme, inquebrantable, decidida a cambiar el rumbo en ese anárquico “orden de cosas”.
Para colmo de males, esa burlona interpretación de los hechos que rodean la conexión de la carretera 32 con la vía de acceso a la terminal portuaria de Moín, que por burlona entraña un irrespetuoso y desafiante desplante a la opinión pública que exige rendición de cuentas y sanción al funcionario o funcionarios que diligentemente se movilizan para dejar en la impunidad la exacción desde las arcas públicas de $14 millones. Este “error premeditado” ha dejado sin aire, sin espacio político, al ministro Villalta.
No hay ministro de Estado que pueda mantenerse en el cargo sin espacio político, aun con la gracia del amistoso amparo presidencial. Si no, véase el caso del ministro de la Presidencia Melvin Jiménez.
Es cuestión de tiempo. El necesario para que el Presidente Solís rememore su llamado del 8 de mayo de 2014 a acabar con la impunidad, la irresponsabilidad y la arbitrariedad.
(*) Álvaro Madrigal es Abogado y Periodista
Don Carlos Villalta tiene que resistir.
Todo se trata de un montaje porque este gobierno, con dos simples puentes nuevos, ha hecho que por primera vez en muchos años, los ciudadanos sientan una evidente mejoría en el tránsito, y eso en plena campaña es inaceptable para Desanti y sus amigos.
Lo peor es que don Ottón se apunte al juego de los Arias, de nuevo lo utilizan.
No veo que sea tan precaria la posición del Ministro, si no es por culpa de él los problemas que se hayan presentado, ni su renuncia va a llegar a resolver nada. El articulista le hace mucho caso al pseudo escándalo que quiere armar cierto periódico llorentino.
Sin embargo, está a punto de lograr el puente de la platina. Que más quiere? Es muy fácil criticar, cualquiera lo hace. Pero lidiar con el problema y resolverlo eso es de hombres no de criticones.
Carlos Villalta antes de ser Ministro llamado a reemplazar al fugaz Segnini, fue durante AÑALES encargado de grandes proyectos en el CONAVI donde todo se hace con parches y con improvisaciones. LLámese Cañas-Liberia, Sifón-Abundancia, o Ruta 27, sin olvidarnos de los que aprobaron como ingenieros los planos para el negociazo de OAS en San Ramón.
El pensó que al llegar a ser Ministro, podría seguir haciendo lo mismo.