Así se decía de una persona reconocida por su integridad, su probidad, su respeto al dictado de las leyes en aquellos tiempos en que se cotizaban de mejor manera los valores. Decir de alguien que es persona recta y legal es apreciación que llena de orgullo y que abre las puertas a la estima de los conciudadanos.
Hoy la expresión no se escucha tanto. No porque en nuestra sociedad hayan desaparecido las personas rectas y legales. Probablemente sí porque las personas rectas y legales prefieran mantener un bajo perfil y tomar distancia de los ámbitos en que pululan quienes carecen de esas virtudes, en el manejo de la cosa pública y en la gestión de los negocios privados. La gente proba e íntegra está allí, presente pero con discreción. Los otros, con el revoloteo que provocan sus torpezas y desplantes resultantes de su ignorancia acerca de la manera en que se debe gestionar la empresa a la que los ligaron, y con la fetidez que expele su codicia, marcan su coto de caza para disfrute y enriquecimiento, vedado a la gente recta y legal.
Vivimos en los tiempos de los valores en crisis. Los tiempos de los grandes vendavales que arremeten contra las reglas de la ética y la moral y estremecen las estructuras políticas y sociales.
Claro que es necesario que a los directorios de los bancos (y en general a todas esas instancias superiores de la administración pública) lleguen personas con los conocimientos básicos del oficio, la rama o la materia que se pone en sus manos. Bancos e instituciones en cuya operación va inserto un sentido técnico que igual hay que cautelar. Pero poco se garantiza con cautelar la pericia en los seleccionados si en esos directorios se posiciona gente que no es recta ni legal. Y los que hacen sus nombramientos, ¿no van a ser llamados a rendir cuentas ante sus graves fallas a la hora de escogerlos y al momento de vigilarlos?.
El virtual colapso de la ética en el Banco de Costa Rica es desvergonzada expresión de una crisis de valores que corroe la institucionalidad y estremece la eficacia y la eficiencia de la democracia como régimen político. Lo peor es que este caso está muy lejos de conceptuarse como único.
(*) Álvaro Madrigal es Abogado y Periodista
2 Comments
Belleza en la simplicidad
Quizás no encuentro las palabras correctas para expresar la belleza y el poder en las cosas simples ( No se tome a mal el termino , quizas usado de manera escueta y reducida por los nuestros, pero mas bien deseo expresar este termino en la sencillez e inocencia de lo no complejo, claro, cristalino y verdadero , sin adornos. Así son los comentarios como este. El cual considero que ni todo el dinero del Banco en sus bóvedas podría pagar por su rescate.
Juan Huezo Zúñiga
Y está historia es repetitiva en otras directivas, pero no sale a la luz pública, por el fenómeno periko-mariachi de impunidad e inmunidad. Cosas que el resto de los poderes ni remotamente quieren se destapen otros hediondos tamales. Las reservas de pensiones de la Caja y el INS, junto al Anglo, como los préstamos multimillonarios son invisibles, de acuerdo del cliente político los cobije. Así de «rectos y legales» actúan esas gentes.