miércoles 29, noviembre 2023
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¿Perdió William Walker realmente en 1856?

El aventurero de Tennessee (por cierto prácticamente desconocido en EUA al menos en mi mundo estudiantil de secundaria y de universidad así como en mis empleos y negocios), William Walker, que algo habría aprendido en las universidades de Nashville, Edimburgo, Heidelberg y Pennsylvania, perdió batallas (Santa Rosa, Sardinal, Rivas) pero en cierto modo no la guerra. El estadunidismo, que es colonización voluntaria no mandada por el colonizador, ya latía desde antes de las sonadas bananeras que no crearon ese fenómeno aunque lo alimentaron por carambola fuera de su campo de interés o conocimiento: en diseño arquitectónico y habla del pueblo (como con la palabra “bácher” usada en la zona bananera sur por “bachelor apartment” que significa “apartamento de soltero”). El estadunidismo es explicable. Lo que no, es que Juan Rafael Mora, presidente constitucionalmente electo, declarado Benemérito de la Patria en 1850 y héroe como vencedor de Walker fuera derrocado mediante un golpe de estado (malo), exilado (pésimo) y a su regreso fusilado (horrendo crimen) aquí mismo. Sería porque derrotó a Walker? Bueno, es lo primero que cabe preguntarse; y ¿por el mismo pueblo costarricense que lo eligió? (podría escucharle un “¡Uau!” a más de uno).

La sociedad costarricense se enamoró del “Nuevo Mundo”, del patrón de vida experimental, de colorines, consumista y del préstamo característico de Estados Unidos de América, y menosprecia o desconoce el europeo fundamentado en toda la  civilización grecolatina, árabe y judía del Mediterráneo, mucho más afín a nuestra genética (¡vaya desperdicio!). En culinaria cayó ante el modelo de la comida rápida y la bebida artificialmente gaseosa (porque también hay gaseosas naturales y muy buenas para la salud) y terminó sepultando el rito cultural del almuerzo a la española. En vestido de calle los pantalones de mezclilla o vaqueros (llamados “yins” por el inglés “Jeans” y hasta rotos de fábrica) desterraron a todos los demás, se acogió la forma de vestir “casual” (como se le llama en EUA) y el estilo Western de EUA también terminó borrando al español y europeo en los campos del agro, de la hípica y de la ganadería. ¿Será que el popurrí “integral” EUA es el que satisface las verdaderas necesidades culturales de todos los pueblos a exclusión de las fórmulas de estos últimos que son de sabidurías más antiguas? Advierto: para mí no.

En cine ¡el patrón de Hollywood, sí señor! Al canasto el cine europeo, original y estupendo, siempre con el trasfondo de un humanismo exigido por las tantas guerras y tragedias; muy aburridor; queremos más persecuciones vertiginosas en las que se destruyen automóviles, aviones, submarinos, edificios y autopistas (creando mucha basura y gastando millones de dólares que podrían dar de comer a millones de seres) e historias de “transformers” y bestias antediluvianas que regresan a vengarse de la humanidad. ¡Acción! ¡Eso es! Bueno, me parece que para acción ya vamos progresando en la vida real con la cantidad de asesinatos, asaltos y accidentes de tránsito que vemos a diario.

En lengua, hablamos “tiquínglish” comenzando con el ya enquistado “oquéi”. Tenemos más de 500 palabras del inglés que hemos metido en nuestra habla expulsando a sus equivalentes en castellano y que incluso en su expresión formal en documentos oficiales, discursos, etc., usan desde los rectores de las universidades hasta los diputados en la Asamblea y los ministros de cultura y educación (a quienes echo toda la culpa de la ruina de nuestra habla en nuestro territorio). Una muestrita: backhoe (“bajóp”), dash, clutch (“cloch”), fashion, look, pie (de limón), baby shower, panties, blower, tour, “la” o “el” expertise, coaching, quiz, tester, “los” o “las” o “el” o “la” curricula, “los” o “las” memoranda, catering.  O nuestra cultura y lengua hispánicas no sirven por feas o por imperfectas y elementales o porque nuestro mundo hispánico es tan escaso que no tiene equivalentes ni en conocimiento ni en cosas ni en palabras de todo lo que sí tiene el anglosajón o nos ha conquistado y vencido el estadunidismo, que también habría hecho muy feliz a William Walker aun como perdedor en 1856.

Prevaleció el espíritu esclavista de Walker: la contratación subrepticia, de inmigrantes ilegales para explotarlos por migajas, sin garantías y sin tributar en violación de derechos humanos y otros, por personas muy orondas de capital y negocios, “de buen ver” y “de parte aseada”.

El tiquínglish o castellano de Costa Rica mezclado con un inglés mal pronunciado desagrada a los anglohablantes. El castellano sí les gusta; se equivocan quienes creen que con el tiquínglish o haciendo como hacen los estadounidenses se congracian con ellos. Millones de estadounidenses son críticos más que partidarios del estadunidismo. Y tampoco les agradan las culturas desteñidas por el comercialismo y serviles a él.  Igual que sería para nosotros ser invitados al sitio más pintoresco de Moscú (a donde llegamos a mucho costo y con mucha curiosidad) y que nos salieran, para halagarnos, con un gallo pinto con trigo en vez de frijoles, chicharrones de bacalao, un Punto Guanacasteco medio siberiano tocado en balalaikas y en marimba filipina y un camarero de 2 metros de tez “lechagria” y ojos azules vestido de jamaiquino con toques de campesino ruso que tiene que ponerse de cuclillas para hablarnos en su inglés internacional con algunas expresiones tipo “pura vida”, “mae”, “güipipía”, etc. ¿Bueno? ¿Malo? ¡No! Simplemente sin gracia, sin enjundia; para eso nos quedamos aquí y vemos en la tele un buen documental sobre la Rusia que queríamos ir a ver allá.

Hemos sido nuestros principales colonizadores. Podemos ser nuestros principales liberadores.  Pero sólo si quisiéramos hacerlo y… personalmente… ¿vos crees?

(*) Orlando García Valverde, Traductor

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6 COMENTARIOS

  1. Inglés o español, los dos son idiomas impuestos por imperios invasores, si en verdad quisiéramos lo autóctono estaríamos hablando Cabecar, Bribri o algún otro dialecto nativo americano. Costa Rica era una tierra de paso, como tal no tenemos muchas cosas propias, casi todo es «importado» por alguno de nuestros visitantes, tanto así que tuvimos que inventarnos un héroe nacional para tener uno igual que los demás países.
    Con esto no pretendo en poner por debajo a nuestro país, si no más bien el enfocarnos en destacar y preservar lo que realmente nos hace únicos y especiales, como el sentimiento de tranquilidad en el que se vive en este país, la libertad de pensar y decir lo que se piensa sin temor a represalias de un gobierno autoritario, entre muchos otros.

  2. Para alguien quien dice ser traductor deconoce como funcionan los idiomas. ¿Y qué si en Costa Rica usamos anglicismos? ¿Los anglicismos están mal pero no el montón de palabras que utilizamos del italiano, huetar, frances, y demás idiomas? Obviando que este «horror» que usted señala sucede en toda América (no solo CR e incluyendo a Estados Unidos), no aplica solo al idioma si no también a la comida, estilos de diseño, y demás factores culturales. Costa Rica como todo país del nuevo mundo es el producto de mezclas de distintas culturas.

    Debo decir que me da risa que usted alegue que CR tiene que aspirar (o incluso era) a ser una especie de enclave español, me recuerda a los ridículos quienes a principio del siglo 20 decían que el football debía prohibirse por ser una imposición anglosajona a nuestra cultura hispana y que el gobierno debía de promover por ende juegos hispanos como la «pelota gallega», o cuando a mediados del siglo 19 se trato de hacer que el costarricense dejara de tomar güaro de caña y chicha de pejibaye por no ser bebidas «hispanas» comoe el vino.

  3. Y a la pregunta ¿perdió o no William Walker realmente? Claro que perdió cuando sus testaferros le financiaron esas aventuras de colonización y expansión y luego, se escondieron, por su evidente desprestigio e intencionalidad que conllevaba EEUU, como lo hicieron los españoles para robarnos nuestro oro y riquezas, siguiendo al presente esa misma tónica. Que seguimos comido cuento y distanciando el ser parásitos económicos por las obligaciones que nos sujeta es un lastre político, que unas cuantas palabrejas, no eclipsaran y entierran el verdadero problema ante la “rebuscada” premeditada dependencia, para continuar ser abozalados en foros mundiales. ¿Hasta cuándo?

  4. Usted perdone, pero «curricula» no es del idioma inglés, sino es el plural en latín de «curriculum».
    Entonces en español debe decirse en singular «el curriculum», y en plural «los curricula».
    Es lo mismo que condominium. Viene del latín. Por lo tanto es un barbarismo decir los «condominiums», como escriben por ahí los periodistas y las empresas de bienes raíces. El singular es «el condominium», y el plural «los condominia».

    • Don Edgar, gracias por su comentario, pero yo uso lo que me enseñaron académicamente y lo que recomienda la mayoría de las academias de la lengua en este sentido y sé lo que me informa, igual que conozco la regla en latín, inglés y otro par de lenguas como que es de mi campo profesional saberlo. En este caso le transcribo lo que dice el Diccionario Panhispánico de Dudas de la RAE al respecto. Pero al final también parece ser que la ley es la que imponga cada país y cada institución con lo cual cada individuo tiene toda la razón y libertad; yo no concuerdo con este grado de liberalidad en la comunicación y soy proponente del castellano panhispánico comprensible para todos desde Patagonia hasta Cantabria y Filipinas, así como autor del Manifiesto Interlingüístico que aborda el problema de la comunicación desde el punto de vista de la traductología.

      «currículo (→ 2). Esta locución es invariable en plural (→ plural, 1k): los currículum vítae. No debe usarse el plural latino currícula. Tampoco es aceptable el empleo de currícula como sustantivo femenino con el sentido de ‘plan de estudios’: «Tiene acceso a un banco de información de todas las universidades, las carreras que imparten y la currícula de cada una de ellas» (Excélsior [Méx.] 5.9.96); para ello ha de usarse la voz currículo.»

      En cuanto a “condominio” mis allegados y yo hemos usado “condominios” como plural desde que aparecieron los primeros en el país hace ya unas décadas sin consecuencias negativas.

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