lunes 4, diciembre 2023
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El mal uso del término

En muchas ocasiones escuchamos palabras que no nos resultan familiares e intentamos averiguar su significado a partir de diferentes fuentes como el internet, diccionarios, etc. En cambio, si la palabra nos resulta conocida, aunque no sepamos su significado es posible que sepamos en qué contexto se utiliza el término. En este caso, podemos decir que el significado de la palabra populismo está relacionado con la política.

La lectura de noticias, comunicados, declaraciones y expresiones de toda índole en los medios de comunicación masiva, igualmente que las expresiones utilizadas por candidatos en sus campañas políticas (sobre todo cuando desean referirse peyorativamente a un contrincante), demuestra palmariamente la absoluta incomprensión del término populismo.

El concepto de populismo deriva de pueblo y literalmente denomina a la estrategia de las corrientes políticas que buscan el apoyo de las clases populares. Se trata de un concepto difícil de definir con exactitud, con el que se designan realidades diferentes. ​ El uso del calificativo «populista» se hace habitualmente en contextos políticos y de manera peyorativa, sin que del término se desprenda por sí mismo una evidente identificación ideológica, sino estratégica —dentro del espectro izquierda-derecha—.También se ha aplicado en contextos religiosos para calificar a la teología de la liberación y a la teología del pueblo, ​ así como para referirse a la acción política de los grupos económicos concentrados, con la expresión populismo del capital. ​

Es un término que se utiliza para definir una serie de fenómenos políticos muy disímiles, que no tienen nada en común, y que agrupan por ejemplo a alguien autoritario, misógino, de derecha y xenófobo como Donald Trump y también pretende meter en la misma bolsa a Podemos en España, que en todos esos rubros tiene ideas exactamente opuestas. Pretende meter la ultraderecha junto con la izquierda; a gobiernos de tendencia centro izquierdista latinoamericanos junto con grupos neonazis de Alemania. Y el modo en que los agrupa es metiendo en una misma bolsa justamente todo lo que se aparta de lo que se supone que es el ideal de buena democracia, que no es otra cosa, según ellos,  que la democracia liberal.

El concepto de populismo ha sido abordado principalmente desde el campo disciplinario de las Ciencias Sociales. Algunos sociólogos y politólogos han analizado un sinnúmero de casos de los países que en América Latina transitaron por sistemas de Gobierno calificaron de populistas, pertenecientes a las más diversas corrientes políticas.

Una primera línea interpretativa es la que retomó el enfoque sociológico de la estructura-acción. Destacaron las referencias de los teóricos sociales como Max Weber y Emile Durkheim. El sociólogo argentino Gino Germani fue el principal representante de esta corriente, ya que elaboró un complejo modelo analítico que incorporó la teoría de la dependencia y la teoría de la transición democrática. En esa perspectiva, la modernidad es entendida como proceso de industrialización y «participación extensa» que fomenta la aparición de las clases medias, las clases populares y prevalece un sistema de alianzas en el espectro político.3

Asimismo, sostiene Germani, la élite política permite la participación de los sectores populares, para después incorporarlos como base de apoyo a la estructura estatal «nacional-popular».​ La originalidad de este sistema, comparado con los regímenes totalitarios o fascistas radicó en el grado de libertad que le es concedida a los ciudadanos para que puedan expresarse públicamente. Sin embargo, el populismo en este enfoque estructuralista se comprendió como parte de una estrategia de «manipulación» por parte de los líderes. Dicho enfoque dio pie al debate académico de los conceptos: «demagogia», «masas» y «líderes carismáticos».

El término populismo se emplea generalmente en el ámbito de la política. Se dice que un gobierno o un partido son populista cuando su estrategia política se basa en propuestas que resultan atractivas para el pueblo, pero tienen un componente manipulador y demagógico. De hecho, el término demagogia y populismo se emplean normalmente de manera indistinta, pues ambos expresan la intención de atraer al pueblo con ideas que suenan convincentes pero que esconden intereses ocultos. En ocasiones se ha dicho que los populistas dan soluciones falsas a problemas reales.

En algunos ámbitos se le define como un movimiento político heterogéneo caracterizado por su aversión a las élites económicas e intelectuales, por la denuncia de la corrupción política que supuestamente afecta al resto de actores políticos y por su constante apelación al pueblo entendido como un amplio sector interclasista al que castiga el Estado. Bajo esta denominación pueden aparecer englobadas diversas ideologías políticas de carácter normalmente autoritario pues, al reclamar para sí la encarnación de los deseos mayoritarios, rechazan la necesidad de más intermediarios y deslegitimar por obstaculizador el pluralismo que representa el resto de la oposición.

El concepto de “populismo” (o adjetivo “populista”) ha entrado en la escena política actual de una manera rápida y casi forzada. Esta palabra, si bien es usada asiduamente por los políticos, medios de comunicación o hasta ciudadanos de a pie, parece no tener una definición consensuada y, por lo tanto, su utilización puede dar lugar a confusión. Y eso es lo que estamos percibiendo actualmente en la tibia campaña política que se desarrolla en Costa Rica, con miras a las elecciones generales de Febrero del próximo año.

En consecuencia, el populismo debe ser concebido como un experimento político de dominación que es comandado por un actor – ya sea un movimiento social, un partido político o un líder carismático –, el cual intenta llegar al poder mediante mecanismos legales o ilegales para construir un nuevo modelo de sociedad. La definición del populismo como experimento antes que como régimen político busca subrayar que se trata de un constante proceso, el cual en ninguna de sus fases de implementación puede ser considerado como finalizado. Así se puede comprender porque los populismos no pueden ser definidos a priori de derecha o de izquierda, puesto que no tienen un cuerpo ideológico claro, sino que en cada caso histórico se forman de un modo singular y desarrollan líneas de intervención sui generis.

El mal uso del término demuestra ignorancia, tanto de los candidatos de cualquier partido político como también de los periodistas que lo utilizan alegremente en la redacción de noticias, artículos y otros escritos. Pero no se puede esperar más de quienes no reciben o poseen la formación básica indispensable para ejercer un cargo determinado, ya sea de elección popular o de otra índole.

La irrupción de experimentos populistas está directamente ligada con la incapacidad de las elites para escuchar y cumplir las demandas de la sociedad. Es por ello que el populismo se caracteriza por una radicalización de la clásica distinción de Carl Schmitt (1932) entre amigo y enemigo, ya que así son denunciados quienes están el poder como corruptos e incapaces, posibilitándose la generación de una identidad común entre los denunciantes. De tal manera, los experimentos populistas tienden a la negación de existentes clivajes horizontales (como por ejemplo derecha e izquierda) y en su lugar proponen clivajes verticales (como por ejemplo ricos y pobres).

En consecuencia, no resulta una casualidad que aparezcan neologismos como Berlusconismo, Chavismo o Peronismo. Ellos indican la personalización de los experimentos populistas, en cuanto sólo se puede estar a favor o en contra de ellos. Un camino intermedio no existe, ya que dichos líderes encarnan el rechazo frente a las elites establecidas y el deseo de fundación de un nuevo orden. Si el fracaso de las elites es un terreno fructífero para la irrupción de experimentos gubernamentales populistas, resulta posible levantar la siguiente tesis: mientras mayor es la desilusión de la población respecto a las elites existentes, más categórica será la reacción y el cambio de preferencia del electorado. Una serie de estudios fundamentan y legitiman esta tesis (Decker 2006, Taggart 2003, Werz 2003), ya que la formación de un cartel de elites permanente entre los grandes partidos políticos funge como catalizador para la irrupción del populismo. De hecho, este tipo de desarrollo se puede observar en casos muy disímiles, como por ejemplo en el peronismo clásico en Argentina, así como también en el surgimiento de Chávez en Venezuela o en su momento de Haider en Austria.

Ubicándonos en nuestra realidad podríamos decir, consecuentemente, que aquellos que son tildados de populistas son, precisamente, quienes se oponen directamente a las elites políticas de los partidos tradicionales, responsables de los innumerables actos perversos de corrupción que hemos visto a través de decenios en nuestro país, sin importarnos si tienen una connotación ideológica determinada, de la misma forma que dichos actos perversos se han dado en gobiernos de los llamados partidos socialdemócratas como socialcristianos, y en representantes de partidos minoritarios signados por el libertarismo o el fundamentalismo cristiano. O sea, según esta ilógica clasificación, son populistas todos aquellos que se oponen a la corrupción sistematizada que caracteriza determinados grupos políticos.

Y el conocimiento de la ignorancia generalizada de las masas es utilizado –como lo hecho últimamente el candidato del Partido Liberación Nacional- en lanzar ataques contra la supuesta corrupción del actual gobierno, que ellos mismos han practicado durante decenios, o los ataques atrabiliarios del candidato del minúsculo PIN. Si esto no es una actitud populista, no sabemos cuál sería entonces.

(*) Alfonso J. Palacios Echeverría

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2 COMENTARIOS

  1. Articulo didactico y esclarecedor! Ojala muchos lo leyeran, las personas repiten lo que los medios comunican y ,es dificil ,que entren en razon.
    Creo que si el PLN estuviera en el poder, la red de corrupcion no hubiera salido a la luz.

  2. Para su concepto es Nicolas Maduro un lider populista?

    Fue populista con acusar a altos funcionarios de corrupccion, y alegar que el no se daba cuenta.

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